contraportada
Belén Barreiro: "Es crucial que la opinión pública sea una parte de las decisiones"
Esta madrileña (1968) vive en el mundo de los datos, observando la sociedad. Antes escuchaba desde el CIS, ahora en la presidencia de 40dB.
Se dedica a preguntar a la sociedad, ¿goza de buena salud?
Estamos mejor que en plena recesión, pero desde hace unos meses se observan indicios de miedo a una nueva crisis económica, aspecto que introduce desánimo.
¿Lo más arduo de su labor?
Creo que estar atenta a las nuevas señales. En ocasiones es relevante revisar el acercamiento a los entrevistados y las cuestiones.
¿Qué preguntaría a día de hoy?
Ahora seguimos indicadores sobre los deseos y miedos. Por ejemplo, el pensamiento sobre el futuro laboral: cómo se afronta la digitalización en el trabajo, si creen que pueden estar en riesgo, si el empleo es solo salario o también parte del proyecto de vida.
Dirigió el CIS, ¿qué se siente el día de publicación de los datos?
Es una sensación de compartir conocimiento con colegas y con la sociedad. Da satisfacción.
¿Hay ‘ateos’ o ‘agnósticos’ que no creen en las encuestas?
De los aciertos se habla poco, al contrario que de las desviaciones. Hay más éxitos de predicción de resultados que fracasos y es importante hacer el trabajo con transparencia.
¿Cómo fue esa experiencia?
El CIS es un observatorio de la sociedad donde se preguntan cuestiones variadas, de todo tipo. Sobre educación, el mundo rural…
¿Qué dicen los datos sobre los pueblos?
La tendencia global indica una concentración en las grandes ciudades. Hacia ahí apuntan los pronósticos de lo que va a seguir ocurriendo.
Lo que ya existe es una crisis en torno al coronavirus.
Es un asunto que los ciudadanos vinculan como uno de los efectos de la globalización, ya que el contagio es casi inevitable.
Relacionó en un informe jóvenes, internet y democracia, ¿qué fue lo más sorprendente?
Me llamó la atención que entre sus principales preocupaciones se encuentra la privacidad online, curioso en esta era digital. Por otro lado, la conclusión es clara: existe una desafección extendida entre los jóvenes y la política. Se interesan, pero no se traduce en afecto.
¿Cómo se podría remediar?
Se da un sentimiento muy crítico en relación a la democracia e instituciones y su funcionamiento. No obstante, los grandes retos del siglo coinciden con las preocupaciones de los jóvenes. No viven en otro mundo, sino que son escépticos con quien ofrece soluciones.
En sus primeros años de votante, ¿qué es lo que le preocupaba?
Nos preocupaba la conquista de derechos y libertades. No nos inquietaba el cambio climático, aunque sí la desigualdad y la pobreza.
¿Cómo cree que serán los jóvenes dentro de unos años?
Depende de las respuestas que se den ahora a los grandes retos. Creo que hay un par de asuntos que dominarán en las próximas décadas: el cambio climático y los impactos de la globalización.
¿Y los políticos del futuro?
Veremos la evolución. De momento, el cambio de sistema de partidos, al menos en España, no ha devuelto el afecto hacia la política. Los jóvenes creen que son caras nuevas que adoptan viejas formas, pese a que les votan más que a los grupos tradicionales.
Tal vez, hoy nazca un futuro presidente del Gobierno, quién sabe... ¿Qué consejo le daría?
Que escuche a los ciudadanos. Es necesario que busque el bienestar de todos. No deben seguir los dictados de la sociedad, pero creo que es crucial que la opinión pública sea una parte vital de las decisiones.
¿Sería diferente la política actual sin internet?
La esencia no cambia por la red, se modifica cuando las sociedades creen que ha fracasado. Varían las herramientas, la comunicación, las relaciones entre los votantes o el contacto con los políticos, entre otros aspectos.
Se vivió una revolución tecnológica, ¿habrá otra o una evolución?
Va a ser una evolución, pero más intensa. La inteligencia artificial nos va a hacer vivir de una manera distinta.
