Casado plantea el 10-N como un plebiscito sobre Sánchez para concentrar el voto en el PP

Toca también la puerta del electorado del PSOE y acusa a su adversario de "disfrazarse" de Frankenstein por buscar el apoyo de Podemos.

Pablo Casado en Calahorra
Pablo Casado en Calahorra
Efe

En el discurso de campaña del PP, el 10-N más que unas elecciones son un "plebiscito" sobre la continuidad del PSOE en la Moncloa: o Pedro Sánchez, plantean los populares, o Pablo Casado. No hay más alternativa. El mensaje persigue la concentración del voto de centro bajo las siglas de los conservadores, que aspiran a alcanzar la barrera psicológica de los 100 escaños. En esa estrategia, el electorado objetivo no es sólo el de Ciudadanos, sino aquel "moderado" que pudo inclinarse por los socialistas en los últimos comicios.

A ese votante se dirigió también Casado en la primera jornada de campaña con la añoranza de las viejas mayorías absolutas de un PP que se nutría de las clases medias. El líder de los conservadores, que hoy coincidía de nuevo con Sánchez en la misma ciudad, esta vez Vitoria, aprovechó las apelaciones del candidato socialista a Podemos para ofrecer la papeleta de los populares a todos los que no quieran que "Torra, Junqueras y Otegi manden en España". 

"En el día de Halloween, Pedro Sánchez ha dicho que se quiere volver a disfrazar de Frankenstein, que quiere revalidar el Gobierno con Podemos y los nacionalistas -le atribuyó a su contrincante-. Hay que agradecerle que, después de muchas semanas haciendo truco, hoy haya mostrado su trato". Casado insistió en que el candidato del PSOE se apoya en Iglesias, en los independentistas, en el PNV, Bildu y prácticamente todo el arco parlamentario, pese al fracaso en la investidura de julio. Y, obviando a conciencia a Ciudadanos y Vox, dibujó una única alternativa: la suya.

Votar PP sería, según su planteamiento, algo así como dar a Sánchez "un correctivo" en las urnas. Pero votar PP es también no apostar por otras opciones en la derecha. Los populares, que se proponen recuperar el terreno que conquistó Albert Rivera, confían en minimizar esta vez la fragmentación de su espacio electoral, una circunstancia que les pasó una altísima factura el 28-A, cuando obtuvieron su peor resultado con 66 escaños. Un suelo que el partido desconocía tener.

Facilitar una investidura

Después del 10-N, los resultados determinarán el rol de cada actor político. Pero, de momento, Casado sustenta su reivindicación como alternativa al PSOE en que nunca contribuyó a un Gobierno de Sánchez. Los pactos que ofreció al secretario general del PSOE no iban vinculados a facilitar la investidura de su candidato. "Es malo para España", dijo.

Varios dirigentes del PP consultados señalan, en todo caso, que esta vez "no habrá terceras elecciones". Y eso significa que si ningún bloque logra mayoría, populares y socialistas estarán abocados al entendimiento y, por lo tanto, que no es descartable una abstención negociada de la formación que quede en segundo lugar.

Por ahora, Casado reprocha a Sánchez su actitud, el pedir apoyo a Podemos y desbloqueo gratis a la derecha. "¿Usted qué quiere? ¿Que le hagan santo súbito, que lo que hagamos es coronarle rey de España, que ya sabemos lo que le gustan los besamanos? -le afeó- Usted tiene que ir al Parlamento a recabar la investidura de los españoles. ¡Pero qué soberbia es esta! ¡Qué egolatría es esta!". 

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