Un policía zaragozano 'infiltrado' en los disturbios de Barcelona: "Teníamos claro que iban a por nosotros a saco"

El efectivo de la Policía Nacional, radicado hace año y medio en la capital catalana, cuenta su experiencia como agente de información en los disturbios por la sentencia del 'procés' los pasados días 18 y 26 de octubre.

Recibimiento en Zaragoza de los policías desplegados en Cataluña.
Recibimiento en Zaragoza de los policías desplegados en Cataluña.
Francisco Jiménez

"Los grupos violentos arrojaron piedras, rodamientos, ácido, cócteles molotov, pirotecnia (incluso contra un helicóptero policial), incendiaron centenares de barricadas, quemaron más de mil contenedores y causaron destrozos en diversos locales comerciales y en el mobiliario urbano. Entre ellos, semáforos arrancados, destrozos en el pavimento y cuadros eléctricos e incluso actos de pillaje en algunos establecimientos".

Este es un extracto de la carta que el defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, ha enviado a la comisaria europea de Derechos Humanos del Consejo de Europa, la bosnia Dunja Mijatovic, que denunció que la actuación policial en Cataluña tras la sentencia del 'procés' registró un "uso desproporcionado de la fuerza" por parte de los agentes de las fuerzas de seguridad. Defiende Fernández Marugán que "el Cuerpo Nacional de Policía y los Mossos d'Esquadra, con riesgo de la integridad física de sus agentes, han actuado coordinadamente para defender los derechos del conjunto de la población en condiciones extremadamente difíciles".

De ello sabe mucho un agente de policía zaragozano de 39 años, que por seguridad prefiere mantener el anonimato, que lleva destinado año y medio en Barcelona en una sección diferente a la Unidad de Intervención Policial (UIP, antidisturbios); pero que, en vista del cariz que tomaba la situación en la capital catalana con las manifestaciones y los actos de violencia de los independentistas, que desbordaron todas las previsiones, prestó apoyo a los grupos de información de la Policía Nacional durante dos días: el de la huelga general del 18 de octubre y el pasado sábado, día 26, cuando coincidieron dos manifestaciones, una constitucionalista y otra independentista, y una gran concentración de los comités de defensa de la república (CDR) que derivó, una vez más, en violentos altercados.

De esas jornadas guarda un nítido recuerdo, que gira sobre todo en torno a la tensión vivida al estar rodeado de miles de jóvenes radicales dispuestos a cualquier cosa para generar disturbios. Vestido de civil, sin signos distintivos de su condición de agente policial y en medio de las manifestaciones, su labor y la de sus compañeros era, básicamente, no perder detalle de lo que acontecía a su alrededor. "Los 'infiltrados', como decimos en argot policial, tratamos de adaptarnos a la situación para no ser detectados, y nuestra misión es informar del desarrollo de las protestas, de si se tornan violentas, de quién o quiénes las promueven, quién tira piedras, enciende barricadas o comete cualquier irregularidad", cuenta. De fomentar la violencia o cometer delitos para que otros los imiten, nada. "Eso es un bulo enorme lanzado por los independentistas", asegura.

El propio presidente de la Generalitat, Quim Torra, compareció, horas después de conocerse la condena a los doce líderes independentistas a entre 9 y 13 años por sedición y malversación, para llamar a la calma y atribuir los altercados a "grupos de infiltrados y provocadores". El policía es tajante al desmentirlo: "Un agente de la ley no puede crear un delito para desmantelar otro, no puede crear disturbios para que otros hagan lo propio, porque una prueba de delito conseguida de forma que violente la ley no vale para nada", afirma. La labor de los policías destinados a labores de información dentro de las protestas es, indica, la de "sostener las acusaciones si hay detenidos, poder argumentar con pruebas lícitas quién ha hecho qué, y que ante el juez el caso se sostenga". Y a nivel interno también se depurarían responsabilidades si se determinara que un agente ha incurrido en mala praxis, añade el zaragozano.

Pasar desapercibidos

La preocupación principal de los 'infiltrados' en las protestas es, evidentemente, no ser detectados. Estos agentes no están en la primera línea de la 'batalla', siempre tratan de asegurarse una vía de escape si las cosas pintan feas, son reconocidos o simplemente sienten que se sospecha de su condición policial. "Si te reconocen, malo. Como mínimo, te señalan, te insultan, te gritan, tienes que salir de ahí lo antes posible", relata el agente, que sabe de compañeros que tuvieron que refugiarse en portales o comercios y pedir ayuda a los antidisturbios para poder escapar. "Teníamos claro que iban a por nosotros a saco, que querían llevarse a un policía por delante, casi buscaban el cuerpo a cuerpo. No sabes de qué son capaces y te sientes un poco desamparado", explica.

Además, cuenta que los radicales siempre están muy bien organizados, y entre ellos se conocen, pese a que los servicios de seguridad consideran que a las grandes protestas vinieron extremistas de otros países. "Te ven por ahí pululando, sin hacer nada, sin lanzar piedras ni hacer ningún acto violento, y te señalan, te identifican. Además, saben dónde ir a cada momento, dónde hay barricadas, o dónde se van a encender, se comunican entre ellos. Nosotros ahí estábamos vendidos, éramos como una isla en medio de la violencia", admite este agente, que relata la enormidad de las algaradas en los dos días en los que prestó ese servicio. "Todo el centro de Barcelona, y el centro es inmenso, estaba lleno de barricadas, hogueras, gente tirando objetos. No podías salir de una calle e irte, sin más, a otra paralela. Era tremendo", relata. También destaca el "gran compañerismo" que sintieron entre los agentes de la Policía Nacional y los de los Mossos. "Se ha potenciado la colaboración, y eso es necesario en este tipo de unidades. Al menos, a nivel operativo. Lo que pase entre los jefes, ya...".

¿Sintió miedo? "Esto va en tu profesión. Estás con la adrenalina a tope, no lo aprecias, pero luego, en frío, sí lo piensas. Y más cuando ves a compañeros uniformados que han resultado heridos, algunos de gravedad; ves sus protecciones reventadas, sus cascos rotos, sus lesiones, sus golpes; reparas en el grado de violencia, en que podían haber acabado con tu vida, y entonces sí te das cuenta de por lo que has pasado".

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