Depresión y fatiga, "síntomas invisibles" de la esclerosis múltiple

Hay tratamientos que no frenan el desarrollo de la enfermedad, pero que tienen efecto sobre los síntomas y la calidad de vida.

Un 10% de la población podría sufrir ansiedad o depresión sin saberlo
La depresión es uno de estos síntomas, y el riesgo de padecer esta enfermedad mental alcanza al 50 % de los afectados.

La mitad de las personas diagnosticadas de esclerosis múltiple (EM) están en riesgo de padecer una depresión y otros "síntomas invisibles" pero que afectan a su calidad de vida, como fatiga, dolor, afectaciones sexuales o trastorno del control de esfínteres.

La directora de la Fundación Esclerosis Múltiple, Rosa Masriera, en una rueda de prensa este miércoles en Barcelona, ha informado de estos "síntomas invisibles", que esta entidad quiere dar a conocer a través de una campaña en las redes sociales con el hastag #lamevaEMinvisible.

Los problemas en el equilibrio, el habla o la movilidad son los síntomas más visibles y conocidos de la enfermedad, pero no lo son tanto otros que pasan desapercibidos y que afectan más directamente al bienestar diario y a la calidad de vida de los enfermos.

Masriera ha considerado que "la calidad de vida es un factor subjetivo que actualmente no se mide y que es muy importante para las personas con EM. Hay tratamientos que no frenan el desarrollo de la enfermedad, pero que tienen efecto sobre los síntomas y la calidad de vida y generan un impacto muy positivo en la persona".

La depresión es uno de estos síntomas, y el riesgo de padecer esta enfermedad mental alcanza al 50 % de los afectados, con informes de prevalencia que han llegado hasta el 79 %, según datos de la Fundación.

Sara Navarro, psicóloga de la Fundación, ha indicado que "el diagnóstico, junto con la sintomatología invisible de la EM, actúan como 'un tsunami emocional' sobre la persona y también sus familiares y amigos próximos", por lo que dar a conocer estos problemas de salud a la sociedad puede ayudar a entender las necesidades de los enfermos.

La fatiga, otro síntoma invisible, puede llegar a afectar hasta al 90 % de los pacientes y provoca que, con el tiempo, muchos afectados acaben reduciendo la jornada laboral, mientras que un 86 % de los enfermos padecen dolor, que tiene una gran repercusión en la salud al estar relacionado con la depresión y la ansiedad.

Otros síntomas invisibles se agravan al ser considerados tabú, como las disfunciones sexuales o los trastornos de los esfínteres, que son escasamente expuestos en las consultas por parte de los enfermos.

En este sentido, la neuróloga Àngela Vidal ha considerado que "se deberían abordar estos síntomas invisibles en la consulta del neurólogo de forma rutinaria y formar parte del enfoque integral del paciente".

No obstante, habitualmente estos síntomas invisibles apenas se recogen en la historia de los enfermos, porque los afectados apenas los mencionan por vergüenza o, simplemente, porque los tiempos de consulta que se suelen dedicar por parte de los especialistas pueden oscilar entre los ocho y los doce minutos en la mayoría de centros públicos y no da tiempo.

Alba Díaz, diagnosticada de EM hace un año, ha explicado en la rueda de prensa que "para mí, lo más difícil fue asumir la enfermedad y saber escuchar a mi cuerpo" cuando está muy cansada, un cansancio que no es el habitual de las personas que no están enfermas, sino que puede suponer "escalar el Everest varias veces".

"La incertidumbre de lo que pasará mañana o cómo lo puedo gestionar es lo peor. Tengo 30 años y no se cómo voy a estar, por eso el apoyo de la gente que me rodea es muy importante", ha indicado.

Alba, que ahora se encuentra un poco mejor, entendió tras ser diagnosticada por qué cuando era más joven y vivía con sus padres en su Galicia natal se sentía muy cansada a menudo, ha recordado.

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