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Rubalcaba parece el Cid

El político socialista muere el primer día del principio de la campaña electoral del 26M y la ha marcado. 

Alfredo Pérez Rubalcaba participó como ministro del Interior en un Foro de Heraldo de Aragón en el Palacio de Congresos en Huesca, en 2009.
Alvaro Calvo

Si Alfredo Pérez Rubalcaba hubiera dejado una herencia escrita para la política española del siglo XXI habría urdido algún acuerdo o pacto con la oposición. Algo parecido a lo que dejó con el final de ETA, la abdicación del monarca Juan Carlos I en manos de su hijo Felipe VI o la superación de las huelgas estudiantiles de los años ochenta, esas que hicieron famoso al Cojo Manteca, con una renovación total de la universidad pública.

La campaña electoral de las elecciones autonómicas, municipales y europeas del 26 de mayo han pasado el filtro de la gran crispación de las generales del 28 de abril como si los partidos hubieran pactado una paz sin firmarla. Como si la muerte del exministro Pérez Rubalcaba (de Educación, de Presidencia, de Interior y Portavoz) por un ictus el primer día de la campaña lo hubiera convertido en Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, ganando como él una batalla una vez fallecido.

El hombre de Estado convirtió su especialidad en Química (la composición y las propiedades de la materia) en un laboratorio para transformar la sociedad española. Tenía razón que en España se entierra bien y en el Congreso parecía estar, como el Cid, cabalgando sobre su caballo Babieca y con su cuerpo embalsamado, interviniendo en la siguiente batalla. Esa es la renovación del bipartidismo en el pluralismo, que ya se produjo el 28 de abril.

Ya solo falta que los partidos vuelvan al centro y lleguen a acuerdos de gobierno, como quieren los electores. Ah, y pedirse perdón, como ayer hizo Javier Lambán con Daniel Pérez Calvo, no mentir y gobernar desde la honestidad contra la despoblación serían Rubalcaba...