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Rubalcaba, en estado crítico

El Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, donde permanece ingresado, ha comunicado que "por expreso deseo de la familia" no facilitarán más información.

El exministro y ex secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.
El exministro y ex secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Efe

El estado de salud de Alfredo Pérez Rubalcaba es de extrema gravedad. El que fuera vicepresidente del Gobierno, ministro del Interior y secretario general del PSOE en una de las épocas más difíciles vividas por el partido desde la Transición, entre 2012 y 2014, se encuentra ingresado en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid desde el miércoles por la tarde, cuando sufrió un ictus del que los médicos creen que difícilmente podrá ya recuperarse. "Por deseo expreso de la familia, no se facilitará más información", concluye el escueto parte sobre su estado de salud. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, decidió este miércoles anticipar su regreso a España desde Rumanía, donde participaba en un Consejo informal de la UE, para poder acompañar a su familia. Una hora y media después de su llegada al centro sanitario, el jefe del Ejecutivo abandonaba el hospital, tras despedirse de la esposa de Rubalcaba, Pilar Goya, visiblemente emocionada.

Sánchez se dirigió al hospital poco después de las ocho de la tarde, nada más aterrizar en Madrid, procedente de Rumanía.

Al hospital, situado en la localidad de Majadahonda, la misma en la que reside el veterano político, también se acercaron a lo largo del día el expresidente Felipe González -que lo nombró ministro de Educación entre 1992 y 1993 y posteriormente lo eligió como titular de Presidencia y portavoz en una época en las que las ruedas de prensa de los Consejos de Ministros eran sesiones de alto voltaje en las que jamás faltaban las preguntas sobre los escándalos de corrupción o los GAL- y José Luis Rodríguez Zapatero, quien le encargó en 2006 la cartera de Interior con la encomienda de propiciar el fin de ETA, probablemente una de las misiones con las que más comprometido se sintió a lo largo de su dilatada carrera política.

El actual responsable de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Fernando Grande-Marlaska -otra figura relevantes en la lucha contra la banda terrorista como juez de la Audiencia Nacional- aprovechó no en vano un acto de homenaje a los policías nacionales asesinados por ETA Eduardo Puelles y María José García, para dedicarle un "justo" agradecimiento por su "inteligente" labor en un momento decisivo para España.

Figura clave

De lo delicado de la situación en la que se encuentra Rubalcaba, un hombre fundamental no solo para entender los últimos treinta años del PSOE sino de toda la política española, habla también el hecho de que tanto el Rey como el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy se pusieran en contacto con su familia. El político de 67 años, retirado de la primera línea en 2014 -cuando volvió a dar clases a la Facultad de Químicas en la Autónoma- pero aún muy pendiente, interesado y preocupado por la actualidad del país, desempeñó un papel crucial, que reconocen tanto la Corona como el PP, en otro de los episodios clave de la historia reciente, la abdicación del rey Juan Carlos.

Durante dos años como secretario general del PSOE tuvo que soportar enormes presiones internas de quienes le exigían dejar paso a otra generación pero él aguantó hasta haber definido un proyecto sobre el que aún hoy cabalga Pedro Sánchez para tirar la toalla; lo que consideraba su responsabilidad. En mayo de 2014, tras un nuevo descalabro de los socialistas en los comicios europeos en los que emergió por primera vez Podemos, anunció su retirada. Sin embargo, no convocó Congreso extraordinario hasta el 19 y 20 de julio. La razón fue, se sabría después, su deseo de evitar que, en un momento de desconcierto y pánico por el empuje de Pablo Iglesias, el PSOE sucumbiera a la tentación republicana, justo cuando el jefe del Estado (él junto a Rajoy era uno de los pocos que estaban en el secreto) se disponía a ceder el testigo a su hijo Felipe para tratar de salvar a la institución de su deterioro.

Las muestras de afecto y reconocimiento hacia su figura se extendieron este jueves dentro y fuera de su partido. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, no pudo reprimir las lágrimas al hablar de él durante una comparecencia en el Parlament. A Rubalcaba debe también la no siempre bien avenida familia socialista sus esfuerzos para reconciliar al PSOE con el partido "hermano" de Cataluña, en un momento en el que este había llegado a abrazar las tesis sobre el "derecho a decidir", con una propuesta de reforma federal del modelo autonómico.

Rubalcaba fue un político admirado y temido a partes iguales, pero un seductor en las distancias cortas. Sus adversarios le atribuyeron durante años las operaciones más maquiavélicas, desde los mensajes virales que tras el 11-M acompañaron la llegada de Zapatero a la Moncloa en 2004 a maniobras nunca probadas de espionaje político. En su despedida del Congreso, hace cinco años, sin embargo, recibió una cerrada ovación de todas las bancadas. "En España se entierra muy bien", decía él con su proverbial ironía.

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