juicio del procés

Una de espías

En la sesión del juicio del 'procés' han explicado cómo actuaron los Mossos d´Esquadra, la Policía Nacional y la Guardia Civil.

Juicio del 'procés' en el Tribunal Supremo.
Juicio del 'procés' en el Tribunal Supremo.
Efe

Seguimientos, nombres en clave, vigilancias, comunicaciones por canales no abiertos... El relato que este martes se ha escuchado en la primera parte de la sesión del juicio del 'procés' se ha parecido más a una película de espionaje o contraespionaje, según se mire, que a otra cosa.

Ha sido el jefe de la Brigada de Información de la Policía Nacional de Cataluña quien en su comparecencia como testigo ha explicado con detalle cómo actuaron los Mossos d'Esquadra, lo que pudo comprobar cuando accedió a las comunicaciones de la policía autonómica antes, durante y después del 1-O.

El comisario, el segundo mando de la Policía Nacional que testifica en lo que va de juicio después de haberlo hecho el jefe superior de Cataluña, Sebastián Trapote (luego lo han hecho otros dos), ha contado cómo los Mossos recibieron órdenes para registrar cualquier movimiento de los agentes de las fuerzas de seguridad del Estado.

Y daban el "chivatazo", claro. Como si de un GPS se tratara, facilitaban la ubicación. Por lo menos, 271 veces. Lo hacían identificando a los agentes de la Policía Nacional como "escudos" y a los de la Guardia Civil como "banderines"

Pero este "no es el tema principal" y "no tiene mayor importancia", ha dicho el comisario. Lo peor es que compañeros con los que han trabajado en numerosas operaciones tuvieran que espiarles.

Al fin y al cabo, los Mossos no dejan de ser un cuerpo de seguridad y, como tal, sometido a la cadena de mando. Un sometimiento que impidió a "muchos" agentes autonómicos colaborar con la Policía y la Guardia Civil como les hubiera gustado, en palabras del comisario. Bueno, una mossa lo intentó.

Otros estaban más por la causa del 1-O, como ese intendente que impidió a sus compañeros que actuaran en un punto de votación. Después, se dio la vuelta, se puso ante los concentrados y les saludó reglamentariamente. Porque con seguridad pensó que el pueblo era su mando superior.

Casi también con seguridad, este intendente y otros muchos mossos sabían que desde las diferentes organizaciones sociales ya se habían dado indicaciones precisas para que se les tratara con deferencia.

No así a los policías nacionales y guardias civiles. En suma, tratar de forma desigual a los iguales, a pesar de que sobre el papel los tres cuerpos compartían responsabilidades.

En la práctica no fue así. Y los Mossos, o sus mandos o sus superiores políticos, hicieron lo que de ninguna de las maneras debe hacerse: dar pistas al enemigo. Así, siempre según la versión del comisario, publicitaron todo su plan para el 1-O, lo que permitió a los ciudadanos organizarse para "defender" los colegios.

Toda la sesión de este martes por la mañana la ha copado el testimonio del comisario. Por la tarde, le ha tocado el turno a agentes de a pie de la Guardia Civil y a un mosso d'Esquadra. Y un día más, hemos asistido a relatos que confirman los universos paralelos del 'procés', esos que aún no han confluido ni lo harán.

Han sido esos testimonios casi un perfecto ejemplo del efecto Rashomon, la técnica de narración que ofrece visiones distintas de una misma historia.

El escenario: la ciudad de Lleida. El día: el 2 de octubre. La hora: las 15.30. Los protagonistas: cinco o seis guardias civiles y dos mossos. Hasta aquí las coincidencias de esta historia.

Si la cuentan los agentes del instituto armado, el resumen es este: a la vuelta de comer, dos mossos que estaban de plantón en una plaza se percatan de su presencia y en voz alta dicen: "Ahí van los piolines". Aplauden "de forma despectiva" y consiguen que se unan algunos viandantes.

Los guardias piden explicaciones a los mossos, que previamente -al menos uno- se quitan la identificación del uniforme y se la guardan en el bolsillo. Pero los agentes de la Policía autonómica se limitan a decirles que "están hasta los huevos de la Guardia Civil" y que son los que han pegado el día anterior a sus familiares en un punto de votación.

La versión de uno de los dos mossos del binomio es diferente. Junto con su compañero estaba en misión de protección de la sede del PP. Cinco personas se acercaron caminando a ellos, les miraron fijamente y continuaron la marcha.

Por los gestos y movimientos de sus cabezas, dedujeron que podían ser "policías", así que uno de los mossos le dijo al otro en voz baja que eran "piolines". Sin más. Ni aplausos ni nada. No había gente, porque era una hora en la que los comercios estaban cerrados.

"Casualmente", uno de los guardias escuchó el comentario. "Esos señores" les pidieron el TIP (el número de identificación). Uno de los mossos lo llevaba visible y el otro se lo dio de viva voz. Comunicaron la incidencia a sus superiores.

Dos versiones distintas de una hecho que, de todos modos, ha quedado archivado. No sabemos si también se quedará en nada en la deliberación del tribunal.

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