Tráfico estrenará más de 30 radares móviles para la operación Semana Santa

Los aparatos, casi indetectables, estarán en puntos negros y carreteras convencionales y el conductor será sancionado 'in situ'.

Foto de archivo de un policía controlando el exceso de velocidad desde un coche camuflado.
El radar móvil cazó el año pasado a 599 conductores, un 36% menos que en 2007
R. Gobantes

Después de un año de anuncios y retrasos, los temidos radares móviles de la Dirección General de Tráfico (DGT) ya están aquí. Los primeros se comenzaron a utilizar a finales de febrero, pero la instalación masiva llegará en unos días, con el comienzo de la operación especial de Semana Santa.

Durante este primer gran periodo vacacional del año, en el que no se esperan menos de 14 millones de desplazamientos de vehículos, las patrullas de la Guardia Civil se trasladarán de unos puntos a otros de las vías de todo el país, según confirmó el propio director general de la DGT, que se añadirán, por supuesto, a los aparatos de control de velocidad fijos, que también han aumentado, y a las sanciones por velocidad excesiva que se impondrán desde los helicópteros.

El departamento que dirige Gregorio Serrano ha adquirido 60 aparatos móviles. La mayor parte ya han pasado las verificaciones oficiales de metrología, por lo que cuentan con un certificado de correcto funcionamiento, y han sido repartidos por las agrupaciones de tráfico de la Guardia Civil, que los trasladarán de un punto a otro, con suma facilidad, adosados a sus motocicletas. El grueso de los aparatos entrará en funcionamiento en la operación Semana Santa -con seguridad más de la mitad, según Serrano- y el resto del lote estará operativo en las carreteras para finales de abril próximo o principios de mayo, "como tarde".

El Ministerio de Interior tiene previsto adquirir más aparatos de este tipo en un futuro cercano, según avanzó el director general, que este viernes participó en la presentación de CIFAL Madrid, el primer centro internacional de formación en seguridad vial impulsado por la ONU y gestionado por el RACE.

Serrano explicó que estos controles de velocidad móviles se instalarán de forma preferente en los puntos negros de la red española, en las vías con mayor índice de siniestralidad, de manera especial en las carreteras convencionales -de doble sentido-, que son las que acumulan el 75% de los accidentes mortales.

Los nuevos radares son prácticamente indetectables. Funcionan con una tecnología láser que los hace invisibles e inmunes a los detectores e inhibidores que llevan instalados de forma ilegal algunos automóviles, son muy difíciles de ver por los ocupantes del vehículo y también son imprevisibles, pues se pueden colocar en cualquier lugar. Miden medio metro (soporte incluido) y no habrá presencia de patrullas de la Guardia Civil junto a ellos porque se colocan en el arcén, sobre un pequeño trípode o adosados al guardarraíl. Y cuidado por la noche, porque son capaces de funcionar sin luz gracias a un sistema de infrarrojos.

Su uso tiene otra peculiaridad. Nadie podrá desviar la sanción o la pérdida de puntos derivada de la multa a otro conductor. La patrulla policial que instale cada aparato estará a la espera, a un máximo de 50 metros del radar, recibirá los datos y la imagen del vehículo pillado con velocidad excesiva a través de un tableta, y lo parará y notificará la sanción 'in situ', con la identificación de la persona que va al volante.

Más patrullas y controles

La introducción en las vías españolas de los radares móviles coincidirá en la operación Semana Santa con una intensificación de otras medidas de control víal, como son un aumento de la presencia de patrullas de la Guardia Civil en las carreteras y con una multiplicación de los controles tanto de alcoholemia como de drogas. La DGT, indicó Serrano, busca actuar en unos días de gran intensidad de tráfico sobre dos de los principales factores de riesgo de muerte en carretera -velocidad excesiva y consumo de estupefacientes y alcohol-, que junto a las distracciones y el cansancio explican la casi totalidad de los siniestros más graves.

El aumento de las medidas de control directas sobre los conductores son uno de los bloques de actuación principales que la DGT anunció a primeros de año para tratar de reducir las muertes al volante en España, que en los dos últimos años han vuelto a crecer, hasta colocarse por encima de las registradas hace un lustro, y han truncado una secuencia de trece años de descensos ininterrumpidos. El balance de víctimas de 2016 (1.161) fue preocupante, pues se registraron 30 muertes más en las carreteras que un año antes, con un aumento del 2,5%. El primer repunte desde 2003. Pero la alarma se encendió en enero pasado, tras comprobar que el crecimiento se repetía, con 1.200 fallecidos, 39 más que el año previo, y con una aceleración del aumento (el 3%).

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