"Soy una superviviente de la trata y ayudo a otras mujeres en esa situación"

La Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida les proporciona información, alojamiento y formación

Marcela llegó a España hace doce años y durante su primer año fue obligada a ejercer la prostitución. Tardó tres años en recuperarse, pero lo consiguió. Ahora trabaja con otras mujeres víctimas de trata de personas dándoles apoyo psicológico y médico, información y ayudándoles a dar el paso para denunciar.


Marcela no es el nombre real de esta mujer que se define como "superviviente de la trata". "En 2004 cuando yo llegué, no se hablaba de trata de personas, no existían las leyes que hay ahora", recuerda Marcela.


La Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp) la acogió en uno de sus pisos de protección que tiene repartidos por toda España, le dio clases de español y la formó en asistencia sociosanitaria para que pudiese conseguir un empleo cuidando a una señora mayor.


Pero, transcurridos tres años en este trabajo, el Estado intentó expulsarla del país. Con las leyes de entonces no era una víctima de trata, era una inmigrante ilegal.


Marcela, que agradece a Apramp el esfuerzo que hizo para que ella se quedara, ha señalado que tras conseguir quedarse en España decidió trabajar en la unidad móvil de Apramp, una furgoneta que da apoyo, material sanitario e información, durante las veinticuatro horas del día, a las víctimas de trata en los lugares donde ejercen la prostitución.


Lo hace junto a otras doce mujeres supervivientes de la trata, de distintas nacionalidades porque, como explica la presidenta de Apramp, Rocío Nieto, "se identifican muchísimo más con sus compañeras", hablan su idioma y las comprenden.


"Nuestro trabajo consiste en acercarnos a las mujeres y repartir material preventivo -preservativos y lubricantes-", cuenta Marcela. Conseguido el acercamiento, les ofrecen asistencia sanitaria gratuita, que también cubre posibles infecciones de transmisión sexual, y talleres de formación.


La directora de Apramp relata que "desconfían de cualquier cosa porque todo lo que han tenido a su alrededor ha sido explotación". Asegura que le llamó la atención que las víctimas les pregunten cuánto les van a cobrar por los servicios y la asistencia que les prestan.


Y aunque luchar contra la trata y la explotación sexual sea su principal objetivo, "desde el primer momento no decimos que queremos que denuncien, ni muchísimo menos", admite Nieto.


Las trabajadoras de la unidad móvil -a quienes denominan "agentes sociales"- reciben una formación de tres años, pero según Marcela "la formación no acaba nunca" porque, entre otras cosas, las leyes cambian.


Una vez que una víctima toma la decisión de salir de la prostitución y de las redes de trata, en Apramp les ofrecen alojamiento temporal y ponen a su disposición un centro integral donde formarse e informarse de sus derechos.


"Sobre todo queremos que las mujeres se preparen ellas solas", dice Nieto, quien insiste en que lo más importante es conseguir que encuentren otro trabajo porque si no consiguen dinero para enviar a sus familias "vuelven a recaer".


Las agentes sociales utilizan su experiencia personal, aunque los primeros encuentros son duros porque "revives situaciones", como reconoce Marcela, quien tomó la decisión de volver "de corazón".


"Me dije a mi misma que si yo he conseguido salir de esta situación, quiero ayudar a muchísimas mujeres a hacerlo porque hay alternativas. Aunque los proxenetas, los chulos y las madamas te digan que no", sentencia.

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