Laponia del sur o poblaciones "biológicamente muertas"

El catedrático Francisco Burillo es promotor de Serranía Celtibérica, un proyecto con el que intentar captar fondos para zonas con baja densidad.

Duplica la superficie de Bélgica, pero tiene menos de medio millón de personas. Un auténtico desierto demográfico que tiene 7,7 habitantes por kilómetro cuadrado. La Serranía Celtibérica la forman diez provincias de cinco comunidades autónomas, entre ellas Aragón. Una entidad territorial equiparable a Laponia (1,8 habitantes por kilómetro cuadrado) y que cuenta con multitud de poblaciones "biológicamente muertas".


El catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza Francisco Burillo y promotor de Serranía Celtibérica vuelve a comparecer hoy en el Senado para explicar su proyecto, con el que tratar de detener el mayor proceso de despoblación de la Unión Europea y ofrecer medidas para detenerlo.

El ente territorial en el que trabajan incluye 356 aragoneses de las provincias de Zaragoza y Teruel.


"La perspectiva de este análisis es entender las causas de la despoblación y buscar soluciones", explica Burillo. Reclaman, entre otras cosas, fondos europeos. "Es la zona más desestructurada de toda la Unión Europea, con una tasa de envejecimiento de las más altas y con muchas poblaciones biológicamente muertas", añade el investigador.


Burillo asegura que el tema de la despoblación de estos territorios, a los que llaman Laponia del sur, no es estructural "porque más montañoso es Suiza y más frío Nueva York", comenta. "Es un tema de falta de inversiones -concreta-. Se trata de un vacío poblacional que está rodeado de 22 millones de personas que viven en grandes ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia o Zaragoza".


Burillo cree que hay una "falta de planificación global" que ha hecho que, por ejemplo, municipios muy pequeños hayan invertido grandes cantidades de dinero en polígonos que nunca se han ocupado. Por eso, incide en que hay que incentivar un desarrollo rural sostenible que atraiga nuevos pobladores.


Entre las soluciones que aportan, el catedrático de la Universidad de Zaragoza señala "la creación de una marca internacional de reconocimiento" -es decir, que la cultura celtibérica sea considerada Patrimonio de la Humanidad- y "la promoción internacional de forma global del paisaje, el patrimonio geológico, paleontológico, arqueológico... y los productos agroalimentarios, haciéndolo de forma conjunta".