Rafael Santandreu: "Triunfar en la vida no es necesario, ¡no se mate por algo tan banal!"

Seremos más felices si dejamos de exigir tanto a los demás y a la vida misma, y si somos capaces de disfrutar de ser imperfectos, según este psicólogo, autor de 'El arte de no amargarse la vida'.

Rafael Santandreu: "Triunfar en la vida no es necesario, ¡no se mate por algo tan banal!"
Rafael Santandreu: "Triunfar en la vida no es necesario, ¡no se mate por algo tan banal!"
Heraldo

El psicólogo Rafael Santandreu insufla una bocanada de optimismo utilizando la terapia cognitiva. Entre las principales claves que ofrece para no amargarse la vida figuran no dramatizar, dejar de quejarse, relativizar los asuntos que nos inquietan imaginándonos dentro de un ataúd, ocuparse y no preocuparse de los problemas... y salpimentar nuestro día a día con buenas dosis de humor. "Tú qué quieres, ¿tener razón o curarte?", les dice a los pacientes más negativos. Las recetas contra la tortura mental que ofrece Santandreu están triunfando: 'El arte de no amargarse la vida', ya va por su quinta edición.

No quiero amargarle el éxito, pero dice el filósofo Gustavo Bueno que los libros de autoayuda son para débiles mentales.

Son para personas que no están en un buen momento emocional. Eso nos puede pasar a cualquiera. La vida moderna tiene muchas exigencias y más de la mitad de las personas experimentará, a lo largo de su vida, más de un momento de crisis aguda. Y la crisis final, la del momento previo a la muerte, la vivirá el 100% de las personas. Así que todos somos fuertes y todos somos débiles al mismo tiempo: así es la condición humana.

Los lectores pensarán que, en estos tiempos que corren, no amargarse la vida es un milagro más que un arte.

No es tan difícil. De lo contrario, no habría gente que lo consiguiera. Eso sí, aprender a mantener la salud mental es como aprender un idioma nuevo: requiere esfuerzo, práctica y perseverancia.

Imagine que estoy acomodada en su diván amarillo y naranja y le pido ayuda en distintos supuestos. Por ejemplo: doctor, estoy muy deprimida. Llevo año y medio en paro buscando trabajo. Y no me pida que me ocupe y no me preocupe porque suena a chiste cruel.

Es la realidad y no dejaré de decírselo: preocuparse solo le agotará mentalmente y le impedirá encontrar buenas soluciones. Concéntrese en lo siguiente: lo único que necesita para estar bien es la comida y la bebida del día. Si puede cubrir esa necesidad -con ayuda de familiares, etc.-, su situación no es tan mala. Intente mejorar, pero no se fustigue mentalmente pensando que su vida es peor que la de un gusano en un pozo de basura. Insista en cambiar de pensamiento: ¡esfuércese, su salud mental está en juego!

Doctor, mi vida es un fracaso: a mis 43 años me reprochan que siga sin pareja ni hijos.

Piense en las miles de personas que no tienen pareja e hijos y son felices, por ejemplo, monjas y monjes de todo el mundo. Por lo tanto, su situación no es sinónimo de desgracia completa. Eso sí: si insiste cada día en decirse a sí misma que es una fracasada de la peor especie, al final se lo creerá, y sus emociones serán arrolladoras. Una vez más, eso no sirve para nada, ¡ni siquiera para encontrar pareja!

Pero me siento irremediablemente sola.

La situación de soledad es neutra: ni buena ni mala. Esto es así en todo el planeta y para todo el mundo. Ahora bien, hay personas que supersticiosamente se convencen a sí mismas de que la soledad es terrorífica, como si un tigre hambriento les estuviese esperando en alguna habitación de su desolado hogar... Convénzase: la soledad es neutra y, a veces, hasta muy buena, porque permite descansar en paz. No admita ninguna otra interpretación absurda de la soledad.

Doctor, no he triunfado en la vida porque no tengo una vivienda de mi propiedad ni voy a poder lograrlo nunca.

Por culpa de esa creencia irracional, cientos de miles de personas se arrojaron a pagar cantidades desorbitadas por cuatro paredes mal construidas. Menos mal que esta falsa creencia está a la baja. Para ser felices no necesitamos muchos bienes materiales, y mucho menos un papel escriturado. Por otro lado, triunfar en la vida tampoco es necesario. Hágalo si quiere y no le cuesta demasiados esfuerzos, ¡pero no se mate por algo tan banal!

Ya me siento más reconfortada, me levanto del diván. Hay personas que parecen amargadas de nacimiento. ¿Tienen cura?

Parece que existe cierta componente genética en algunos casos de neurosis, pero incluso en esos casos se puede cambiar mucho gracias a la reeducación mental. Yo he tenido pacientes de setenta y tantos años que han aprendido a pensar de otra forma y sus emociones cambiaron enormemente.

Acusa a los periodistas de "terribilizar" o exagerar la gravedad de lo que sucede. ¿Detecta mucho neurótico en esta profesión?

Los periodistas redactan titulares exagerados, del estilo 'Grecia, al borde del abismo', para vender más. En realidad, no lo hacen por neurosis, sino por interés. Creo que sería mejor que renunciasen a ese truco pero, en su descargo, hay que decir que hacen otras muchas cosas bien.

Apunta en su libro que hay canciones neuróticas, como 'Sin ti no soy nada' o 'Moriría por vos'. ¿Cómo afectan a quienes las escuchan?

La mayor parte de las canciones cantan al amor infantil y neurótico y dicen cosas como esas: "Sin ti yo muero". Esas creencias te hacen muy débil e infeliz porque si pierdes a la pareja, te coge un trauma; y si la mantienes, tampoco te va bien la cosa porque siempre la podrías perder y ya te entran el miedo, los celos y la dependencia insana.

¿Sabe alguna clave para atajar la violencia de género?

Precisamente, educar a las personas -sobre todo jóvenes- en el amor sano que es aquel en que puedes decirle a tu pareja: "Cariño, te quiero mucho, pero no te necesito nada... y quiero que me ames, pero sepas estar bien también sin mí". Eso es amarse en libertad y madurez. El violento se siente tan mal y ultrajado si le abandonan que es capaz de matar por ello. Está en el extremo de amor infantil y egoísta.

Deme algún truco para que la pareja funcione.

No exigir nunca nada. Si mi pareja llega un día a casa y rompe todos los platos, no diré nada. Compraré otros de madera y cenaremos tan felices. En otro momento, le escribiré una nota diciendo: "Cariño, me encantaría que no rompieses arbitrariamente nada de la casa, pero si no lo puedes evitar, yo te querré igual siempre". De esta forma, sugiero, pero no exijo.

Pero, ¿no puede acomodarse la otra persona para hacer lo que le venga en gana?

No suele ser así. Cuando sugerimos el cambio sin exigir, la otra persona no se siente presionada y tiende a darnos lo que le pedimos. Muchas parejas se pasan el día exigiéndose -quejándose- mutuamente: "¡Tú no me das sexo!", "y tú no me ayudas en casa", etc. Tanta queja amarga y dificulta el cambio.

¿Y qué hacer con los niños desobedientes?

¡Obligarlos a obedecer! Sobre todo cuando son pequeños y hasta los 15 o 16 años, cuando empiezan a madurar. El problema más acuciante en estos momentos es que muchos padres no saben imponer disciplina porque piensan erróneamente que una familia con niños pequeños es una democracia. ¡Vaya error! Una familia tiene que ser una dictadura, así como lo tiene que ser un barco.

Dice que el desestresante más poderoso es pensar en la muerte.

Se trata de una práctica muy antigua. Recordarte a ti mismo que vas a morir pone todo en perspectiva. "¿Me he de preocupar tanto por ese examen si dentro de unos años todo habrá acabado?". Hoy en día hablar de la muerte es tabú cuando debería ser un tema muy corriente y natural.

Entre las figuras que pone de ejemplo a seguir contra las creencias que nos amargan la vida destaca Stephen Hawking.

Hawking cayó en una depresión profunda cuando, a los 21 años, supo que estaba sufriendo una parálisis irreversible y que su vida iba a acabar muy pronto. Pero un día se levantó y le dijo a su mente: "¡Basta!". Desde entonces no se queja jamás y asegura que ahora es más feliz que antes de desarrollar la enfermedad. Construyó una nueva filosofía personal que se resume en que quejarse es inútil y una pérdida de tiempo. Busca continuamente caminos de crecimiento y realización. Y tiene los ojos bien abiertos a las maravillas de la vida: aprender, amar, gozar de las pequeñas cosas…

 Ficha técnica

'El arte de no amargarse la vida'. Escrito por el psicólogo Rafael Santandreu y editado por Oniro Editorial, va por su quinta edición. Tiene 240 páginas y su precio es de 15 euros.

Rafael Santandreu ejerce como psicólogo clínico en su consulta de Barcelona, ha sido profesor de la Universidad Ramón Llull, fue redactor jefe de la revista 'Mente Sana' y formador en el Colegio de Médicos de Barcelona. Se formó con el reconocido terapeuta Giorgio Nardone en su Centro di Terapia Strategica de Arezzo, Italia.

(Entrevista publicada en la edición impresa de HERALDO DE ARAGÓN el 30 de noviembre de 2011).

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