ENTREGA DE LOS PREMIOS NOBEL

Elocuente Nobel de la Paz a una silla vacía

La ausencia del disidente Xiaobo protagonizó la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz, que China tildó de "farsa".

Liv Ullmann lee un discurso de Xiaobo ante los miembros del Comité Nobel y la silla en la que debía haberse sentado el premiado.
Elocuente Nobel de la Paz a una silla vacía
O. ANDERSEN/AFP

La ceremonia de entrega del premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo, convertida en una contestación a la falta de derechos humanos en China, se celebró ayer en el Ayuntamiento de Oslo. Fue inusual, porque no pudo acudir el premiado, al que Pekín mantiene encarcelado, ni nadie de su familia. Simbólicamente le representó en la sala una silla vacía y una enorme foto suya.


Los reyes de Noruega presidieron la ceremonia, en la que glosó la figura del premiado el presidente del Comité Noruego del Nobel de la Paz, Thorbjorn Jagland, y en la que la actriz Liv Ullmann leyó el discurso de agradecimiento en su nombre. Pekín respondió que esta "farsa no quebrará confianza de China".


Jagland comparó la ausencia del activista chino con la de otros destacados disidentes del pasado que tampoco pudieron recibir personalmente el galardón, como Aung San Suu Kyi, Andrei Sajarov o Lech Walesa. "Lamentamos que el galardonado no esté presente porque se encuentra aislado en una prisión del noreste de China. Ni siquiera su esposa, ni sus más próximos familiares, han podido estar con nosotros", comenzó Jagland. A su juicio, este hecho "por sí solo ya demuestra que este premio es necesario y apropiado".


Jagland subrayó que "este premio nunca se ha concedido para ofender a nadie", sino que "la intención del Comité Nobel ha sido pronunciarse sobre las relaciones entre los derechos humanos, la democracia y la paz". El premio de la Paz "ha sido importante para recordar al mundo que los derechos ampliamente compartidos en la actualidad son el resultado de la lucha y el éxito de personas que asumieron grandes riesgos", manifestó. "Ellos lo hicieron por los demás. Por eso, Liu Xiaobo merece nuestro apoyo", concluyó.


Sin "odio" ni "enemigos"

Tras él tomó la palabra Ullmann, que leyó el discurso del activista en su nombre. Liu afirmaba en él no tener "enemigos" ni sentir "odio" hacia el régimen chino y proclamaba que el progreso político en este país asiático "no parará" y llegará "una futura China libre". El discurso fue el mismo que pronunció el 23 de diciembre de 2009 en el juicio en el que se le condenó a 11 años de prisión por incitar a la subversión. "Espero ser la última víctima de las literalmente inquisiciones infinitas de China y que, de ahora en adelante, nadie sea incriminado por expresarse", añadía el texto.


A juicio de Pekín, la ceremonia fue "una farsa política que de ningún modo quebrará la resolución y confianza del pueblo chino". "La decisión del Comité Nobel Noruego no representa el deseo de la mayoría de los pueblos del mundo, especialmente aquellos países en desarrollo", afirmó el Gobierno en un comunicado.