Detenido el 'capo' de la Camorra que huyó por las alcantarillas

La última fuga de Giuseppe Setola, el capo de la Camorra que la noche del domingo huyó de una redada por las alcantarillas, ha durado sólo dos días. Fue detenido este miércoles al mediodía. Se escondía en otro pueblo de la provincia de Caserta, Mignano Montelungo, en una casa anexa a una clínica llamada Villa Flora. Al ver a los Carabinieri salió por una buhardilla y trató de huir por los tejados, aunque estaba descalzo. Llevaba dos pistolas en el bolsillo y 200.000 euros, pero al verse rodeado optó por rendirse.

«Habéis ganado vosotros», dijo a los agentes levantando las manos.

Setola era jefe del sanguinario comando del clan Bidognetti, de la familia de los Casalesi, que firmó la masacre de seis africanos en septiembre. y estaba entre los 30 delincuentes más buscados de Italia.

La casa donde se ocultaba era propiedad de un matrimonio, también detenido, en el que él es médico, primo de un capo de los Casalesi, y ella, enfermera en la clínica contigua. La Policía cree que Setola, que se había roto una muñeca en la fuga del domingo, había acudido allí para curarse. De hecho los agentes entraron primero en la clínica, aunque luego el centro ha desmentido cualquier implicación. También fueron arrestados otros dos hombres, probablemente los guardaespaldas que huyeron con él por las alcantarillas. Por la mañana, antes del arresto, ya habían sido confiscados bienes de su propiedad por valor de diez millones de euros.

Setola, de 38 años, en realidad ha cobrado un enorme peso en la Camorra sólo en el último año. Estaba en prisión y en abril de 2008, en un trámite que está bajo investigación, logró hacerse pasar por ciego y ser enviado a una clínica de Pavía, de donde escapó. Hasta entonces sólo se le acusaba de asociación mafiosa, pero lo que se ha averiguado después de su historial y los asesinatos en cadena que ha cometido luego le han revelado como un criminal peligroso. Al mando de un 'grupo salvaje' a sus órdenes ha sembrado el terror en la zona de Caserta para hacerse con el control del territorio. Actuaba siempre a cara descubierta y era despiadado. Según decía, como ya estaba condenado le daba igual un muerto más o menos.