INTERNACIONAL

Carolina López, cooperante zaragozana en Gaza: "Una imagen no vale más que mil palabras, es mucho peor de lo que vemos"

La coordinadora de emergencias de Médicos sin Fronteras (MSF) ha regresado hace unas semanas después de pasar cuatro meses en varios hospitales de la Franja en medio de la guerra de Israel tras los ataques terroristas de Hamás.

Carolina López, zaragoza coordinadora de emergencias de MSF.
Carolina López (derecha), zaragozana coordinadora de emergencias de MSF.
MSF

Carolina López ha cumplido 49 años en Gaza. "Mis compañeros del hospital me cantaron cumpleaños feliz, me abrieron una naranja y me pusieron una vela", recuerda ya de vuelta a España sobre uno de esos momentos en los que se trata de sobrellevar vivir cada día "al límite". Nacida en Zaragoza, es coordinadora de emergencias de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), y tras las últimas semanas  en territorio palestino reconoce que "una imagen no vale más que mil palabras, la situación es mucho peor de lo que vemos". 

La guerra de Israel sobre la Franja de Gaza tras los ataques terroristas del grupo Hamás cumple cuatro meses este próximo miércoles, 7 de febrero. En este tiempo ha supuesto llevar a la población palestina que se hacina en la zona a una situación extrema sobre la que vienen alertando Gobiernos y organizaciones internacionales. Los hospitales se convierten en zonas de acogida de heridos y desplazados. A la falta de medios y suministros, por el control que mantiene Israel en la entrada y salida de camiones con ayuda humanitaria, se suma la falta de capacidad para atender a todas las personas que necesitan atención médica.

"Hay muchas heridas abiertas, que tienen un riesgo de infección muy amplio. Es muy complicado trabajar así porque lo llevas todo el límite"

Carolina lleva 17 años trabajando en la organización no gubernamental. Ahora reside en Almería, pero sigue viniendo a su ciudad natal para ver a su familia. A Gaza llegó el 18 de diciembre, 11 días después de los atentados de Hamás, y permaneció allí hasta el pasado 18 de enero. Conocía el país, pero hacía cinco años que no regresaba. La primera imagen que tuvo fue la destrucción y "la cantidad de niños en la calle y de gente viviendo de una manera terrible". 

Heridas abiertas con riesgo de infección

En el día a día en el hospital la situación no fue mejor. "No tienes espacio para trabajar, no puedes mantener las medidas mínimas de higiene", confiesa. En el hospital de Al Aqsa había 240 camas y "llegamos a tener 700 pacientes", pone como ejemplo de las condiciones en las que atiende el personal médico y se recuperan los pacientes de uno de los centros en los que ha estado. "Hay muchas heridas abiertas, que tienen un riesgo de infección muy amplio. Es muy complicado trabajar así porque lo llevas todo el límite", reconoce. "No hay gasas porque no llegan los ministros", denuncia, lo más básico para las curas.

La organización no gubernamental MSF tiene varios proyectos en la zona. Su personal trabaja en varios hospitales y un centro de atención primaria, la clínica Al Shaboura, principalmente en la zona central y el sur de Gaza.

"Los heridos que tenemos no son de combates de batallas sino, sobre todo, de los bombardeos, quemados por el aire caliente en la cara y las extremidades, aplastados por el hormigón, con muchas roturas, muchas heridas abiertas y problemas respiratorios"

"Los heridos que tenemos no son de combates de batallas sino, sobre todo, de los bombardeos, quemados por el aire caliente en la cara y las extremidades, aplastados por el hormigón, con muchas roturas, muchas heridas abiertas y problemas respiratorios", detalla sobre los pacientes que atienden. "Este tipo de heridos no requieren una cura y punto, sino curas y un trabajo después muy largo", explica. Y entre ellos, muchos niños. "En otros conflictos como en Ucrania, cuántas mujeres y niños han salido del país", se pregunta, sobre las diferencias. "Hay muchos niños que han perdido a toda su familia", lamenta. 

A la dureza de presenciar el sufrimiento de las personas se suma la "frustración de ver que no estoy haciendo todo lo que tengo que hacer", lamenta, por la falta de medios. Esto hace que se viva en un "estado de estrés continuo", reconoce. Su labor se centra en la coordinación, para lo que trabaja junto a los responsables médicos sobre el terreno. Se encarga de la seguridad en los centros donde trabajan, las relaciones con las autoridades sanitarias y con el resto de las ONG, entre otros cometidos. "Como coordinadora tengo que asegurar y esto es básico, que para llevar a cabo el trabajo tanto el beneficiario como el personal tiene que sentirse a salvo y en Gaza es imposible".

Esto hizo que durante su estancia tuvieran que tomar la difícil decisión de salir con su equipo de uno de los hospitales en los que colaboraban, por el avance de la guerra. "En Al Aqsa, donde trabajaba al principio, el 22 de diciembre empezaron a lanzar papelitos para evacuar la zona", recuerda sobre la primera señal de que la guerra llegaba hasta allí. El Ejército israelí avisa a la población sobre la que va a dirigir alguno de sus ataques lanzando notas desde el aire. La Franja se divide en distintas zonas, ordenadas por números, por lo que en dichos papeles se indica cuáles se verán afectadas y también se anuncia en llamadas telefónica. Indican "el bloque que tiene que evacuar y se tiene que dirigir a otra ciudad". 

A partir de ahí empezó una cuenta atrás. "Sabíamos que en Al Aqsa nos tendríamos que ir porque empezaron a llegar la línea del frente y los francotiradores más cerca del hospital", reconoce. "Desde entonces hasta el 6 de enero que evacuamos fue cada vez a peor", rememora. "Cada vez hay menos hospitales", lamenta, debido al cerco de las bombas.

"No tienen nada"

​"Rafah es un hormiguero. Con plásticos y maderas se van ubicando donde encuentran un hueco, no hay agua potable para tener medidas básicas de higiene"
Caption: MSF teams are supporting the distribution of safe water to over 10,000 displaced people a day, to three different distribution points, all near informal camps (including one site near Qatari hospital, and another near Al-Shaboura clinic. The amount is far from meeting the immense needs, as Rafah has become the most densely populated area in the Gaza strip, hosting half of the 1.9 million displaced people in Gaza.
Una mujer y un niño en una improvisada tienda con plásticos y mantas donde viven en Rafah (Gaza).
MOHAMMED ABED/MSF

"En Rafah hay solo un hospital y el resto son de campaña, pequeños que no tienen los mismos servicios", apunta sobre la ciudad palestina en la frontera de Egipto, que hace de zona de paso, pero que Israel ha comenzado a atacar en los últimos días. 

"No tienen nada", recalca, sobre la población gazatí. "Rafah es un hormiguero. Vas en coche de un punto a otro y vas a cinco por hora porque todo lo que hay delante son personas", describe sobre la ciudad fronteriza hacia la que han desplazado muchas personas. "Con plásticos y maderas se van ubicando donde encuentran un hueco, no hay agua potable para tener medidas básicas de higiene", enumera. Así viven casi 1,5 millones de personas, por lo que el miedo ahora son las epidemias.

En cuanto a la petición de Israel de desmantelar la agencia de Naciones Unida para Palestina (UNRWA), la cooperante advierte que "sería una auténtica catástrofe" porque "es la agencia que más fondos tiene y que más apoya a los refugiados palestinos" con centros de salud y hospitales, entre otras iniciativas.

"He estado en muchas emergencias y muchos conflictos pero no hay ninguno como Gaza, es completamente diferente", apunta sobre el nivel de presión y el riesgo y pide ya un alto el fuego.

 

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