La amenaza de Hezbolá, en cinco claves

La milicia libanesa es uno de los más poderosos enemigos de Israel, con un arsenal de origen iraní y un ejército formado por los yihadistas más entrenados de la región

Un hombre observa el fuego cruzado entre el Ejército israelí y Hezbolá en la frontera entre Israel y Líbano
Un hombre observa el fuego cruzado entre el Ejército israelí y Hezbolá en la frontera entre Israel y Líbano
REUTERS

La gran espada de Damocles que pende sobre Israel no es Hamás, pese a la sangrienta incursión terrorista perpetrada el pasado 7 de octubre. El enemigo más preparado se encuentra en el norte, en el Líbano, y su nombre es Hezbolá (Partido de Dios). Este grupo es un auténtico ejército, armado hasta los dientes, tan entrenado como las brigadas más profesionales del Ejército israelí y que domina de facto el sur del país de los cedros. En las últimas horas, Hezbolá ha atacado un puesto fronterizo israelí y ha despertado el temor a que se involucre en la guerra y abra un segundo frente para Israel en el momento en el que se dispone a iniciar la batalla terrestre en la franja de Gaza.

Esta posibilidad no es remota. En otras ocasiones en las se han producido ataques en Gaza, Hezbolá ha realizado incursiones para obligar al Ejército israelí a movilizarse y aliviar así la presión sobre los yihadistas. Pero hay un dato más inquietante que apunta a esa estrategia combinada. En mayo de este año, Hezbolá realizó unas maniobras militares en la frontera con Israel en las que buscaba entrenarse para "liberar Palestina". Hay cinco claves para entender a esta organización.

Apoyados por Irán, Siria y Rusia

Hezbolá nació en 1982 y desde sus primeros días contó con la ayuda de Irán. El origen de esta cooperación es religioso, ya que el grupo libanés profesa la versión chiita del Islam, mayoritaria en Irán. En los 80, el grupo terrorista libanés fue un actor clave en el terrorismo internacional. Llevó a cabo atentados contra Estados Unidos, Francia, Inglaterra y otros países. Además realizó secuestros de aviones y asesinatos de líderes políticos rivales.

El grupo fue clave en la guerra civil libanesa que se desarrolló entre 1975 y 1990. Cuando ese conflictó terminó, Hezbolá fue una de las pocas milicias que no se disolvió. Por el contrario, comenzó a actuar como un partido político. En esa época tenía ya contactos estrechos con el regimen sirio de Háfez al-Ásad. La organización actuaba, en este sentido, en plena coordinación con los servicios secretos de Damasco. Cuando estalló la guerra civil siria de 2011, Hezbolá corrió a prestar ayuda al nuevo dictador, Bashar al Assad.

A consecuencia de su intervención en Siria, Putin comenzó a apoyar a Hezbolá. Las tropas rusas y la milicia libanesa lucharon hombro con hombro contra el Estado Islámico y los grupos rebeldes que pretendían derribar al régimen de Damasco.

200.000 misiles, tanques y refugios seguros

Sus conexiones internacionales hacen que Hezbolá tenga uno de los arsenales más importantes de la región. Alguna de las estimaciones hablan de cerca de 200.00 misiles almacenados, de todo tipo de rangos. En este sentido, Hezbolá cuenta con los lanzadores múltiples rusos Katiusa, pero también los drones Shahed 136 de origen iraní. Estos son los aviones no tripulados que, por ejemplo, Irán ha entregado a Rusia para bombardear Ucrania.

Corea del Norte también ha ayudado a Hezbolá a establecer una red de galerías subterráneas en el sur del Líbano, similares a los que el país asiático ha creado en su frontera. Estos túneles han permitido a Hezbolá salir al exterior para cometer ataques y luego regresar a sus refugios. En algunos desfiles, la milicia libanesa ha mostrado tanques y vehículos blindados de todo tipo.

Entrenados contra Israel y contra el Estado Islámico

Hezbolá es el grupo terrorista que mayores daños ha causado a Israel y fue el primero en conseguir una victoria parcial que erosionó el mito de imbatibilidad de las fuerzas armadas israelíes. Su prueba de fuego fue la segunda guerra del Líbano, que tuvo lugar entre julio y agosto de 2006. En aquella ocasión, las columnas blindadas israelíes cayeron en numerosas emboscadas y sufrieron unas pérdidas a las que el país no estaba acostumbrado.

En 2011, Hezbolá fue un actor principal en la guerra de Siria. Además de apoyar las acciones armadas de Damasco, fue encargada de llevar a cabo misiones especiales que ni siquiera los Ejércitos regulares sirio o ruso eran capaces de emprender. Desarrolló campañas de atentados para acabar con dirigentes del Estado Islámico, en ocasiones, dentro del Califato controlado por los yihadistas. El grupo también ha asesinado a sus adversarios políticos. En 2005, por ejemplo, mató en el centro de Beirut al exprimer ministro del Líbano Rafiq Hariri con un coche bomba.

Eliminación del Estado de Israel

Hezbolá tienen entre sus principios fundamentales la implantación de la ley islámica en el Líbano y una de sus aspiraciones es controlar todo el poder del país. Ha llegado a tener cinco ministros en el Gobierno del Líbano y dispone de una red de medios de comunicación en varios idiomas, incluido el español.

Pero uno de los aspectos claves de su ideología es la eliminación del Estado de Israel, país cuyo nombre nunca utiliza y prefiere llamarlo 'entidad sionista'. En sus escritos afirma: "nuestra lucha solo terminará cuando esa entidad deje de existir". El ideólogo del grupo es Hasan Nasrallah. Se trata de un clérigo de Beirut que llegó al poder tras estudiar en el Irán de los ayatolás y se ha convertido en uno de los personajes más relevantes en el laberinto de la política de Oriente Medio.

"No se pueden normalizar relaciones con el enemigo"

Nasrallah es el dirigente que ha explicado con más claridad la vertiente geopolítica de la incursión de Hamás. "Es un mensaje al mundo árabe y musulmán, y a toda la comunidad internacional, especialmente a aquellos que buscan normalizar relaciones con el enemigo", declaró un día después de la masacre. Hezbolá dejó claro de esa manera que el ataque tiene entre sus objetivos poner fin a la estrategia política de Israel, que estaba consiguiendo el reconocimiento de países como Marruecos y que estaba ya negociando con Arabia Saudí -enfrentada a Irán- la posibilidad de normalizar sus relaciones.

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