Ataque de Hamás a Israel: "No les hagáis daño a mis hijas. Tomadme a mí en su lugar"

El secuestro de más de un centenar de personas por parte de Hamás dificulta las operaciones militares y abre un escenario inédito en el conflicto.

Los manifestantes sostienen fotografías durante la 'Vigilia de la Comunidad Judía' por Israel en Londres.
Los manifestantes sostienen fotografías durante la 'Vigilia de la Comunidad Judía' por Israel en Londres.
Kin Cheung

Desde niños que apenas levantan un metro del suelo, hasta ancianas de 85 años. Hamás ha tomado como rehenes a más de un centenar de personas de numerosas nacionalidades, entre los que se cuentan dos españoles. Los gobiernos de Nepal y Tailandia temen que sus ciudadanos conformen los grupos de extranjeros más numerosos en manos del grupo guerrillero gazatí, con diecisiete y once, respectivamente. "Estaban en el lugar equivocado en el peor momento", ha dicho Pannabha Chandraramya, embajador de Tailandia en Israel.

Las autoridades de Bangkok dan credibilidad al brutal vídeo en el que uno de los dos tailandeses muertos en los ataques es decapitado con una azada. Y diferentes clips muestran también militares hebreos sin cabeza cuyos cuerpos son pateados y escupidos en plena calle. Son inhumanas imágenes que van desde un grupo de niños palestinos insultando y empujando a un pequeño rehén israelí, hasta la humillación pública de la joven alemana Shani Louk, cuyo cuerpo semidesnudo y con las piernas rotas se muestra en la parte trasera de una 'pick-up'.

Esperanza de que estén vivos

Los más optimistas creen que podría estar inconsciente y no muerta. Y los allegados de quienes han desaparecido se aferran a esa esperanza de que aún estén vivos. Uno de ellos es Yoni Asher. Su mujer, Doron, y sus dos hijas -de 3 y 5 años- han sido secuestradas. En su caso, no hay duda: las tres aparecen aterradas, pero vivas, en la parte trasera de un vehículo que conducen guerrilleros de Hamás al grito de 'Alá es grande'. Asher no sabe qué ha sido de ellas desde entonces, así que ayer decidió ofrecerse públicamente para ocupar su lugar. "Por favor, no les hagáis daño a mis hijas. No maltratéis a niños y mujeres. Si queréis, tomadme a mí en su lugar", dijo en un vídeo publicado en redes sociales.

Lo mismo piden los padres de Noa Argamani, una joven de 25 años a la que se llevaron en una motocicleta. Prueba de su abducción son los pocos segundos de un vídeo en el que se la ve rogando a sus captores. "¡Por favor, no me matéis!", dice entre sollozos poco después de haberse separado de su novio, Avi Nathan, que también ha desaparecido en el mismo festival de música en el que Louk se grabó bailando minutos antes de que los militantes de Hamás lanzasen su ataque contra Israel.

Adva Adar busca a su abuela, Yaffa Adar, de 85 años. A ella también la vio en uno de los vídeos que han circulado en canales cercanos a Hamás, y que se han convertido en la principal fuente de información para los familiares de los secuestrados. "Mi abuela construyó el 'kibbutz' -comuna agrícola israelí- con sus propias manos y creía en el sionismo. Ahora está en algún lugar, sufriendo, sin medicinas ni agua, muriendo aterrada y sola", denunció en Facebook, donde también aprovechó para criticar al país "que la ha abandonado".

Un precio político inasumible

La toma de rehenes -130 según diferentes fuentes israelíes- tiene un impacto emocional muy importante en la sociedad. "Hamás lo sabe y juega perfectamente esta baza", apunta a este periódico Daniel Schwartz, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Estas personas son una moneda de cambio clave en este conflicto. "No se pueden comunicar con sus allegados, pero algunos han logrado localizar sus móviles y saben que están en Gaza. Los familiares ya han empezado a organizar una campaña para hacer presión sobre los dirigentes", señala, subrayando el precedente del soldado Gilad Shalit, que fue capturado en 2006 e intercambiado un lustro después por 912 prisioneros palestinos.

"Fue un acuerdo muy polémico porque luego algunos de los que fueron liberados volvieron a atacarnos. Ahora es posible que políticamente sea inasubile pagar lo que pida Hamás, aunque ya sabemos que Israel sí que negocia con terroristas", añade Schwartz, que vaticina "una extorsión que se alargará durante años" tanto para recuperar a los vivos como los cuerpos de los muertos "que también tienen valor".

Asher solo quiere volver a ver a su mujer y sus dos hijas. "Trato de mantenerme fuerte, pero no es fácil saber que tu familia está cautiva. Espero que mi país, que el primer ministro Benjamín Netanyahu, hagan algo para traérmelos de vuelta", afirma. Los reproches políticos ya han comenzado, pero se están rebajando porque la prioridad es "acabar con Hamás", algo que va a ser difícil de conseguir con tantos rehenes en el territorio que controla, y que pueden llegar a limitar las operaciones militares hebreas.

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