Clubes, porno y 'reality-shows', así es la mujer que trae de cabeza a Trump

Stormy Daniels, de 44 años, se hizo bailarina tras ser invitada a un club de su ciudad con 17 años, se ha hecho un nombre como actriz y directora de cine para adultos y ha acorralado judicialmente al expresidente con un fugaz 'affaire' en 2006.

Funcionarios de seguridad del Capitolio de EE. UU. se preparan para la posible acusación de Trump
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JONATHAN ERNST

No es la primera vez en la historia que una joven rubia y un millonario poderoso se enredan en el proverbial 'affaire' sexual sin mayor drama que el de los tabloides de celebridades. Pero lo que nadie se podía imaginar es que las consecuencias de un anodino encuentro en una habitación de hotel, durante un torneo de celebridades en 2006 en el lago Tahoe, entre una actriz porno y la estrella multimillonaria de un 'reality show' terminaría haciendo historia: el posible primer arresto de un expresidente estadounidense.

La escena en sí es un poco hortera: él, 60 años, lleva un pijama de seda negra y pantuflas; ella, 27, un vestido dorado con lentejuelas y tacones de tiras. Cena íntima y velada lujosa en el ático que Trump ocupa en el hotel Harrah's Lake Tahoe de Nevada. Julio de 2006. Para impresionarla, él le dice que podría colocarla en su show de televisión, 'The Apprentice', de la cadena NBC, que en ese momento propulsaba rápidamente la popularidad nacional de Trump hasta allanarle el camino a la Casa Blanca.

Cuando conoció al magnate, Stormy Daniels se labraba un espacio propio en el circuito del cine porno. Al parecer, los dos se cruzaron por primera vez en el campo de golf y, más tarde, en una tienda de regalos donde terminaron haciéndose una foto juntos para el estudio de pornografía de Daniels, Wicked Pictures.

'Honeybunch' no responde

Stephanie Gregory, el nombre real de Stormy, criada en un rancho medio derruido en Baton Rouge (Luisiana), había sido bailarina exótica en un bar local al terminar la escuela secundaria, y a los 23 años, comenzó a actuar en películas pornográficas, donde logró uno de los principales galardones de esta industria. Aficionada a los caballos, el rock y las bandas tipo Mötley Crüe, Stephanie cumplía un perfil medio en la colegio, aunque ya demostraba "talento" y ganas de cursar estudios superiores. Sin embargo, con 17 años acudió a un club, la invitaron a demostrar sus dotes de bailarina y ya no se bajó del escenario.

Pronto se casó con el primero de sus cuatro maridos, Bartholomew Clifford, director de cintas para adultos bajo el nombre de 'Pat Myne'.

Trump, que, tras un año de matrimonio, acababa de tener un niño con su tercera esposa, Melania, había viajado solo al torneo de Nevada. Después del episodio sexual, Trump y Daniels se vieron un par de veces más en fiestas de celebridades de serie B, así como en la promoción del 'Trump Vodka' en 2007, pero no íntimamente. Él la llamaba usando el apodo de 'Honeybunch' (bollo de miel), pero ella no respondía al teléfono. Al frente de 'El Aprendiz', Trump había pasado de su condición de magnate inmobiliario a la de estrella de programas de entretenimiento en la televisión. Allí se construía una historia ficticia como audaz y exitoso empresario del gran negocio capitalista.

Tras más de una década amagando con presentarse a las elecciones, en 2011 anuncia el inicio de su campaña. Se enfoca en airear la teoría de la conspiración relativa a que el presidente Barack Obama no había nacido en Estados Unidos. Para entonces, Stormy Daniels (su seudónimo definitivo) empieza a plantearse formas de monetizar su episodio sexual con Trump. A través de un agente negocia una entrevista a cambio de 15.000 dólares con la revista de celebridades 'Life & Style'. En la entrevista la actriz afirma que Trump la había mentido al garantizarle que la convertiría en concursante de su programa de reality-show.

En nombre de la Organización Trump, el abogado Michael Cohen encargado de 'resolver' este tipo de temas para su jefe, logra paralizar la publicación de la historia con la amenaza con una demanda. La revista elimina el reportaje y deja sin pago a Stormy Daniels.

Trump, mientras tanto, retira su candidatura política. Prefiere seguir centrado en su 'reality', que para entonces produce ya considerables ingresos de publicidad y sponsors. Para entonces, otra mujer, la exmodelo de 'Playboy' Karen McDougal, tanteaba también el rendimiento económico de su propia relación sexual con el magnate. A través de su agente, McDougal hace una oferta al 'Enquirer, pero el tabloide la ignora hasta que la modelo acuerda otra entrevista inminente con la cadena ABC News. A principios de agosto, American Media, dueña del 'Enquire'r, compra y entierra la historia de McDougal por 150.000 dólares y un contrato de confidencialidad.

Pero Trump se percata de que ha dejado detrás muchas historias que amenazan su porvenir. Más todavía en 2015, cuando volvió a lanzarse de nuevo a la carrera por la Casa Blanca. En agosto de ese año convoca a Cohen y David Pecker, el editor de American Media Inc. y su tabloide principal, 'The National Enquire'r, para diseñar un mecanismo de blindaje público a su campaña, que eliminara toda la información adversa contra Trump. Por medio del 'catch & kill', se comprarían las malas noticias contra él y se enterrarían sin publicación.

Stormy no se da por vencida, y en la primavera de 2016 intenta de nuevo sin suerte vender su historia por más de 200.000 dólares, pero ninguna publicación se interesa. Llega octubre y a dos semanas de las elecciones, la actriz lanza el órdago y amenaza con una revelación explosiva sobre una relación sexual con Trump. Coincide con la emisión en el programa de celebridades 'Access Hollywood' de una cinta donde el multimillonario se jacta de tocar inapropiadamente a las mujeres.

El pánico corre entre los miembros de su campaña electoral y tres días después, en medio de tensas negociaciones, logra de Stormy Daniels un contrato de confidencialidad a cambio de 130.000 dólares que transfiere de su propia cuenta. El contrato establece severas sanciones financieras si alguna vez la actriz habla de su aventura con Trump. En el documento se utilizan seudónimos: Peggy Peterson, o 'PP', para Daniels, y David Dennison, o 'DD", para Trump. La examante firma su copia sobre el capó de su automóvil cerca de un plató porno en Calabasas (California). Cohen firma en nombre de Trump. El pago se esconde de las finanzas de la campaña y se justifica como abonos por servicios legales en la contabilidad de la Organización Trump.

Aun así, dos años después, el 6 de marzo de 2018, Daniels vuelve y presenta una denuncia contra Trump en la que afirma que el acuerdo de confidencialidad no es válido porque no esta firmado por él. La demanda es un artefacto legal brillante cuyo objetivo real consiste en revelar la existencia de un acuerdo de confidencialidad sobre la relación sexual, ya que al hacerse público libera a la actriz de no poder hablar de algo que ya todo el mundo conoce.

Candidata al Senado

Asociada con su nuevo abogado, Michael Avenatti, que tiempo después intentaría robarle el dinero de una demanda, la actiz logra una enorme atención para su caso. Ese mismo mes consigue una entrevista en el programa '60 Minutos' de la cadena CBS. Se presenta ya como directora de cine porno y desvela las amenazas proferidas contra ella por individuos supuestamente encuadrados en la órbita del magnate, incluso delante de su hija. "Deje a Trump en paz o puede pasarle algo", le dijo un hombre en un aparcamiento de Las Vegas. También ha recibido numerosos insultos y críticas en las redes sociales por parte de seguidores del expresidente, a las que responde con 'perlas' como "él abre la boca más que yo las piernas".

Stormy Daniels es, como Trump, una experta en marketing personal. A los 44 años presenta su propio 'reality-show', con millones de seguidores, y se ha hecho un nicho en la dirección grabando películas porno. Incluso ha cosechado cierta fama en Hollywood como realizadora exigente que "sabe llevar muy bien sus negocios". En 2009 desarrolló una breve carrera política. Se presentó al Senado por la circunscripción de su Estado natal, pero una pelea doméstica con su tercer marido, al que arrojó una maceta, terminó con su arresto y las posibilidades de seguir la campaña.

También ha publicado un libro donde narra con todo detalle y colorido su encuentro con Trump. A día de hoy a él le sigue llamando 'Tiny'. En el libro afirma que aquella fue "la relación menos impresionante de mi vida" y realiza una descripción del magnate difícilmente catalogable de libidinosa. La palabra 'yeti' incluso resulta suave en el contexto. Hay gente que ha acudido a su espectáculo solo para que se lo firme. Uno de los últimos, con los que ha girado por todo el país, lleva por nombre "Hagamos de nuevo cachondo a Estados Unidos".

La semana pasada volvió a declarar en la fiscalía del Distrito Sur de Manhattan donde ha sido testigo de la investigación contra el expresidente. Lo que no parece probable que no se hubiera imaginado nunca es que quizá termine sellando la caída del que ha sido el 45 inquilino de la Casa Blanca.

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