Donald Trump pospone su detención con nuevos testigos

El expresidente de Estados Unidos hace caja del furor creado por sus propios comunicados con varias campañas de recaudación de fondos.

Donald Trump
Donald Trump
Reuters

El 'modus operandi' tiene el sello de su maestro: azuzar a los medios para sembrar el escándalo y empantanar a la justicia todo lo posible. Así es como "la inminente" detención que Donald Trump anunció en las redes sociales a primera hora del sábado, con fecha exacta para este martes, no se ha producido y puede no materializarse hasta la semana que viene.

Mientras tanto, el expresidente de Estados Unidos en campaña ha tendido sus redes bajo el árbol agitado con las ya conocidas campañas de recaudación de fondos por email con las que ha conseguido en 48 horas dos millones de dólares. La prensa, "el enemigo del pueblo", sigue siendo su mejor instrumento. Según la cadena NPR, desde el sábado su equipo ha mandado al menos una docena de correos con enlaces para donar fondos. Cada titular sensacionalista le proporciona una nuevo arma para agitar a sus seguidores: "Llegan las barricadas al Tribunal Penal de Manhattan", decía sobre lo que pasaba este martes.

El maestro del 'reality show' que supo batir récords de audiencia con el programa 'El Aprendiz', no va a dejar escapar esta baza hasta que llegue el momento de "la verdadera vindicación" que, según sus correos, será el 5 de noviembre de 2024 cuando "nosotros", dice, "el pueblo, ganemos la Casa Blanca y hagamos América Grande de Nuevo". Para hacer caja es fundamental prolongar la espera todo lo posible con redoble de tambores. Por eso, cuando el proceso ante el gran jurado parecía resuelto, el equipo legal de Trump empezó a producir absurdos testigos que amenazan con hacer perder la paciencia al juez.

El lunes fue Bob Costello, un abogado que dice no trabajar para Trump pero sí para su amigo Rudy Giuliani. Su misión era desacreditar al principal testigo de la fiscalía, el ex abogado de Trump Michael Cohen, al que pintó cómo "un mentiroso en serie". Los expertos legales no entendían cómo la defensa mostraba sus cartas ante un gran jurado que solo decide la presentación de cargos, en lugar de guardárselas para el juicio. Pero es que la conducta de Trump y su defensa no puede mirarse desde el punto legal convencional. La apuesta es alargar la espera para seguir agitando el avispero. El juicio será otra cosa.

El jurado tendrá delante un cheque 130.000 dólares que el propio Trump firmó a Cohen para reembolsarle el dinero que había pagado por comprar el silencio de la actriz de porno Stormy Daniels, cuando ésta amenazaba con hacer pública una relación sexual con el candidato una semana antes de las elecciones de 2016. Ante eso hay poco con lo que contradecir que ocultó dicho pago en sus libros contables.

Dispuesto a hacer "cualquier cosa"

Costello afirma que es un caso de "revancha", lo que Cohen no niega. Su libro se titula precisamente así. Eso no exime a Trump de su responsabilidad. Como el gran jurado no tuvo interés en oír más que seis correos electrónicos de los 321 que presentó, el veterano abogado del entorno trumpiano completó el circo con una conferencia de prensa a las puertas del juzgado. Su objetivo es demostrar que cuando fue a verle en 2018 en busca de soluciones legales, Cohen era un hombre atribulado y al borde del suicidio, dispuesto a hacer "cualquier cosa" para no ir a la cárcel. "Lo repitió al menos una docena de veces, ese era su mantra", dijo Costello.

Pero no lo consiguió. Cohen fue condenado a tres años tras declararse culpable de ocho cargos que incluían falso testimonio, evasión de impuestos, fraude bancario, y violación de las leyes electorales. Tuvo que pagar 50.000 dólares de multa, devolver a las arcas del Estado 1,4 millones, renunciar a 500.000 dólares y perder su licencia. La pandemia de covid le ayudó a cambiar la prisión por el arresto domiciliario, un año después de ingresar entre rejas. Y aunque el Gobierno de Trump ordenó su vuelta a la cárcel cuando se supo que estaba escribiendo un libro, un juez aceptó que eso violaba su libertad de expresión y le permitió terminar la sentencia en casa.

Ahora llega su hora de la venganza, porque aunque aún no se sabe qué otro testigo presentará este miércoles la defensa de Trump, todavía ninguno ha contradicho lo que demuestran los documentos que ha presentado.

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