terremoto

El olor a muerte apaga la esperanza

Kahramanmaras es el epicentro de un seísmo del que han pasado 72 horas, el plazo probable para encontrar vida entre los escombros.

People take shelter in Diyarbakir after major earthquake
People take shelter in Diyarbakir after major earthquake
REFIK TEKIN

Nisa Nur espera a su prima junta una hoguera en la calle Osman Sayin de Kahramanmaras. Se tapa la cara con una mascarilla, después se pone una bufanda y, por último, se tapa también con la mano. Imposible esquivar el olor a podredumbre. 72 horas después del terremoto la capital de la provincia en la que se registró el epicentro del terremoto está envuelta por el pegajoso y profundo sabor de la muerte. "No hace falta que lo digan los expertos, yo he perdido toda esperanza de que mi prima esté viva. Lo único que espero es que me devuelvan el cuerpo para poder enterrarla, nada más. Me da pena y rabia que los rescates no comenzaran antes, en el primer momento. Ahora ya es demasiado tarde", piensa esta joven que se levanta de su silla de un salto cuando ve pasar a un grupo de hombres con un cuerpo. Falsa alarma. No es ella.

Los días pasan y la magnitud del desastre crece al ritmo de los muertos, que superan ya los 20.000 entre Turquía y Siria. El vicepresidente turco, Fuat Oktay, señaló que "el terremoto afectó a un área de unos 110.000 kilómetros cuadrados, lo que es igual o mayor al área de muchos países en Europa. Es el tercero de más magnitud en los últimos 2.000 años, desde el terremoto de 1668 y el de Erzincan en 1939". Palabras que se produjeron 24 horas después de la petición de unidad nacional por parte de Recep Tayyip Erdogan ante las críticas de la oposición por la respuesta dada por el Gobierno a este desastre.

Rescue operations continue in Kahramanmaras after major earthquake
Operaciones de rescate en Kahramanmaras tras el terremoto.
SEDAT SUNA

Los rescatadores sienten las miradas de las familias, escuchan sus llantos y sus gritos de desesperación. Husein llegó a esta zona del epicentro el martes por la noche y desde entonces no ha dormido. Es voluntario, viene desde Ankara y advierte que "a partir de ahora nuestro trabajo cambia, ya no tenemos esa ansiedad del primer momento por sacar gente con vida, a partir de ahora sacaremos cuerpos y más cuerpos. Es un momento duro para todos, pero el tiempo ha terminado, salvo para algún caso milagroso".

Hasta la madrugada del lunes, Kahramanmaras era conocida entre los turcos por la producción de helado, pero desde ahora pasará a la historia por haber sido el epicentro del terremoto más brutal de las últimas décadas. Muy cerca de donde trabaja Husein y Nisa Nur espera a su prima está el polideportivo. El edificio, como el resto de centros deportivos de esta ciudad de un millón de habitantes, se ha convertido en una improvisada morgue y en la pista de futbol sala van depositando los cuerpos encontrados. "Ahora tenemos unos ochenta, una cifra no muy alta. Los mantenemos durante 24 horas a la espera de la familia. Si nadie los reclama, los enterramos con un número", explica una de las responsables del lugar, que no quiere dar cifras.

Turkey Syria Earthquake
Terremoto en Turquía.
Petros Giannakouris

Despedida rápida

El centro urbano es una zona cero de la que sobresale, de forma milagrosa, el edificio del hotel Clarion, que sigue en pie aunque con importantes grietas en la fachada. Las ambulancias vuelan, pero ahora se han convertido en coches mortuorios que van en dirección al cementerio municipal. Está situado a las afueras de Kahramanmaras, en dirección a Gaziantep, y las excavadoras trabajan allí las 24 horas. En lugar de quitar escombro, su labor es tapar con tierra las fosas comunes en las que van enterrando a los cuerpos. Se han tenido que habilitar espacios nuevos para dar cabida a las víctimas del terremoto y la despedida es rápida.

Los cadáveres se depositan uno al lado del otro en una larga fila. Después la máquina los cubre con tierra y cada familia pone un pedazo de madera para identificar a su ser querido. Cuando el motor deja de rugir es momento de la oración. Teyfik despide a dos primos y, entre lágrimas, dice que "no me lo puedo creer, cenamos juntos unas horas antes del terremoto y ahora están muertos. Vamos a necesitar mucho tiempo para recuperarnos de esto, es un duro golpe para nosotros y para todo el país, no habíamos vivido nada parecido desde que se fundó la república. Será un punto de inflexión".

Pinar se agacha sobre la madera que marca el lugar donde está enterrada su mejor amiga, que se llamaba Yasim y "quería ser escritora, era su sueño. Leía y leía y soñaba con poder escribir un día libros de aventuras ambientados en Kahramanmaras y su historia legendaria". No puede seguir. Se quita el pañuelo que cubre su cuello y lo ata sobre la madera. Ella, como el resto, volverán en los próximos días para poner una placa, pero ahora la urgencia era enterrar los cuerpos lo antes posible.

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