Crisis política en Portugal, cuando la mayoría absoluta no basta

Nueve meses después de asumir, António Costa ha superado dos mociones de censura de la derecha, la última, este jueves.

El primer ministro portugués, António Costa.
El primer ministro portugués, António Costa.
Reuters

Apenas nueve meses después de asumir su primer Gobierno de mayoría absoluta, el socialista António Costa enfrenta una crisis interna que ha llevado al presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, a dar un paso al frente para reclamar estabilidad política.

Poco podía imaginar Costa que en su tercera legislatura -la primera con una aplastante mayoría-, acumularía una docena de bajas de altos cargos y una cadena de escándalos que le pondrían contra las cuerdas.

Acaba de superar la segunda moción de censura en su contra, pero vive sus "horas más bajas", coinciden analistas locales, en los albores de un año marcado por la crispación política.

La última tormenta se ha llevado a Carla Alves, que dimitió de la Secretaría de Estado de Agricultura un día después de asumir cuando la prensa destapó el embargo de cuentas bancarias conjuntas con su marido, un exalcalde acusado de corrupción y prevaricación.

Recuperar el rumbo

"El Gobierno entró en parálisis de tal forma que si la oposición no se prepara podemos tener un impasse grande", apuntaron fuentes de Presidencia al diario Expresso, que hoy revela que Marcelo Rebelo de Sousa da un año a Costa para apuntalar la estabilidad antes de pensar en un posible adelanto electoral.

"Solo el Gobierno puede debilitar la estabilidad política" y sería "imperdonable desbaratar 2023", advertía esta semana el presidente de Portugal, convencido de que el nuevo año es decisivo para superar las consecuencias de la pandemia y de la guerra contra Ucrania.

Desde el Gobierno restan importancia al desencuentro entre el presidente y el primer ministro. No hay ultimátum de Rebelo, "hay una relación óptima" entre ambos, afirmaba hoy el ministro de Cultura, Pedro Adão e Silva.

"Sabemos que estas semanas no han sido fáciles", admitía Mariana Vieira da Silva, mano derecha de Costa en el Gabinete.

Casos, casitos

"No podemos ni debemos normalizar situaciones anómalas, aunque sean casos y 'casitos'", dijo el jueves António Costa en el Parlamento.

Esos "casitos" han precipitado una cadena de dimisiones -dos ministros y una decena de secretarios de Estado (viceministros)- y una crisis interna sin precedentes en las tres legislaturas de Costa.

El colapso sanitario derivó en la renuncia de la ministra de Salud. Su sustituto, Manuel Pizarro, se estrenó en septiembre con críticas por su actividad como consultor privado en el sector.

En noviembre, Costa incorporó a Miguel Alves a la Secretaría de Estado adjunta. Investigado por prevaricación, el exalcalde se vio forzado a dimitir semanas después.

Más conflictiva fue la salida de Pedro Nuno Santos, apuntado como delfín de Costa, que dejó Infraestructuras en fin de año tras el nombramiento como secretaria de Estado de una ex-administradora de TAP indemnizada con medio millón de euros.

Su relevo, João Galamba, ha sido señalado por medios locales por tráfico de influencias.

Pero los escándalos no paran ahí. La oposición pide la dimisión de la titular de Agricultura y explicaciones del nuevo secretario de estado de Medio Ambiente, Hugo Pires, quien, según la prensa lusa, vendió una empresa a un lobby de residuos urbanos.

Mayoría absoluta, no poder absoluto

"Una mayoría absoluta no es poder absoluto, no es gobernar solo", prometía Costa tras su triunfo electoral. "Uno de los desafíos de esta legislatura es reconciliar a los portugueses con la idea de la mayoría absoluta y que la estabilidad es buena para la democracia y no una amenaza", decía.

Nueve meses después de asumir, António Costa ha superado dos mociones de censura de la derecha, la última, este jueves.

En el debate, defendió con vehemencia a la secretaria de Estado de Agricultura que terminó por dimitir después de que el presidente luso denunciara el "peso político negativo" del caso.

Miembros del Gobierno han admitido sin empacho esta semana que no se investiga la situación de aspirantes a altos cargos y Costa intentó remediarlo proponiendo el jueves un sistema de escrutinio que no parece tranquilizar a la oposición.

Visiblemente irritado, el líder socialista quiso zanjar el tema en el Parlamento: "¿Cómo se evalúa de verdad a un Gobierno? ¿Por su composición o por sus resultados?", preguntó a la oposición. 

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