Rusia se refuerza con mercenarios

El Kremlin recurre a voluntarios sirios y reservistas ante las bajas de su Ejército registradas en Ucrania mientras endurece el castigo a la población civil.

​Varias personas caminan en Mariúpol junto a un edificio destrozado por las fuerzas rusas
​Varias personas caminan en Mariúpol junto a un edificio destrozado por las fuerzas rusas
REUTERS

Moscú prosiguió este jueves con su estrategia de desangrar Ucrania mediante el bombardeo sistemático de la población civil. Como el martillo del herrero, los morteros y los lanzamisiles Grad arrojaron sin pausa decenas de proyectiles sobre la exrepública soviética. Cuanto peor es la hemorragia, mayor y más veloz llega la debilidad. Fue uno de esos días en que la artillería se cobró un número infrecuente de víctimas ciudadanas. "Desgraciadamente, no quedan lugares en Ucrania donde no haya una amenaza militar evidente; ya no podemos nombrar las zonas en las que no se produzcan bombardeos o en las que no haya representantes de grupos de sabotaje", lamentó el ministro del Interior, Denis Monastyrsky. Hubo cuatro puntos cardinales para el horror: Kiev, ya sometida desde hace una semana a una siniestra cadencia de ataques aéreos; Chernigov, donde a la decena de civiles asesinados el martes mientras hacían cola para comprar el pan se unieron ayer otros 43 cadáveres en la morgue local; Merefa, en la región de Járkov donde los rusos laminaron el monumento de la Segunda Guerra Mundial y llovió tal cantidad de fuego a las tres de la madrugada que mató a 21 ciudadanos, además de arrasar una escuela y un centro cultural; y Mariúpol, donde 350.000 personas están atrapadas en una urbe reducida a escombros sin agua ni alimentos, y aún así todavía recibe el flagelo de la artillería.

Mariúpol es el nombre de todos los infiernos. Bombardeada desde hace dos semanas, su alcalde asegura que el 90% de la ciudad ha sido defenestrada. La Cruz Roja Internacional exigió ayer ayuda inmediata y la declaró en situación de catástrofe humanitaria antes de que su personal se viera obligado a salir de allí. Las carreteras están minadas. Los puentes rotos. Se calcula que hay 2.000 muertos. Como poco. Muchos, tirados en la calle. Otros en sótanos donde es necesario alumbrarse con un mechero. La linterna de los móviles es demasiado preciosa cuando no hay electricidad para una recarga.

Los vecinos han aprendido a convivir con los cuerpos o a arrojarlos rápido a una fosa para no ser alcanzados por un obús o un francotirador. El olor es lo peor, junto al hambre y la sed. Apenas cabe beber del río. No hay suministros. Solo las oraciones de 350.000 condenados. Y todavía así, la guerra riza el rizo: sin salir de su asombro por el ataque del martes contra el edificio del Teatro Dramático, los vecinos ayudaban ayer a rescatar a quienes se refugiaban en su interior. Al menos, un centenar salió del edificio con vida, pero este jueves por la noche no se descartaba que empezaran a surgir cadáveres entre los escombros.

Las fuerzas rusas se cebaron con especial saña con los objetivos civiles. Un misil cayó sobre un refugio para madres con niños en la localidad de Severodonetsk. "Afortunadamente, todos ellos están a salvo", informaron las autoridades locales. El mercado de Barabashovo, el más grande de Europa del este, con miles de vendedores, también resultó bombardeado, así como un edificio en Novi Petrivtsi, en el que murió un niño de dos años. El Gobierno ucraniano asegura que más de un centenar de menores han perdido la vida en la guerra. La ONU contabiliza en total 780 civiles asesinados, pero considera que "la cifra real será mucho mayor".

Los ucranianos pueden distinguir cuando un misil cae en la ciudad o en el campo. Suena diferente según el impacto se produzca en tierra, contra el asfalto o en un edificio. También han aprendido a convivir con esa ceniza fina que nadie sabe de dónde procede pero que siempre llega cuando los tiros de artillería golpean a apenas unos kilómetros. Luego están los niños. Ellos saben que el fútbol callejero es jugar con la muerte porque los niños ahora pierden piernas en Europa por la explosión de un mortero. Un menor de 16 años sufrió así la amputación de sus extremidades hace unos días en Mariúpol.

Un millar de proyectiles

Estados Unidos calcula que el Ejército ruso ha lanzado más de 980 proyectiles sobre la exrepública soviética desde el inicio de la guerra hace 23 días. De ese modo, el Kremlin impele a los civiles a huir. Más de tres millones de mujeres, niños y ancianos han salido ya de Ucrania. Los hombres de la nación, en cambio, siguen dentro, reclutados, lo que también hace más difícil una capitulación para el presidente Volodímir Zelenski ante el dramático esfuerzo humano causado por la separación de las familias de todo el país. Los bombardeos también son tácticos. En Chernigov este jueves terminaron de "destruir la infraestructura civil", según un responsable regional , lo que significa quedarse sin líneas de abastecimiento, gas y electricidad para miles de personas. "La gente tiene una escasez crítica de medicinas y a veces de alimentos", puntualizó la comisaria para Derechos Humanos del Parlamento, Liudmila Denisova.

La artillería también es una manera de minar la moral resistente de los ucranianos y de alargar el tiempo de conflicto garantizando que prevalece el terror. Un informe de la Inteligencia británica considera que Moscú ha frenado su ataque terrestre en el país vecino y que ahora trata de agrupar nuevas fuerzas. Según ‘The New York Times’, Estados Unidos calcula que 7.000 militares rusos han muerto y otros 20.000 están de regreso en su país al haber resultado heridos en la campaña. En teoría, eso supone una quinta parte de todo el contingente que Moscú ha llevado al país vecino. Además, sufriría una terrible pérdida de material de combate. Según los rotativos ucranianos, las fuerzas locales han inutilizado 1.435 blindados, 108 helicópteros, un centenar de lanzaderas y unos 800 transportes logísticos rusos. Este jueves mismo, el Ministerio de Defensa comunicó que una columna de blindados también fue destruida en Pryluky, en el centro-norte de Ucrania.

Al parecer, la pretensión del Ejército ruso consiste en reforzar sus tropas en la exrepública con voluntarios sirios -16.000 ya han solicitado su incorporación a la guerra, según anunció Vladímir Putin la semana pasada-, mercenarios, soldados procedentes de Georgia y reservistas de las tropas estacionadas en Siberia y la flota del Pacífico. Estas unidades actuarían en primera línea de combate mientras los militares rusos se centrarían en el control de las zonas ya ocupadas, especialmente la franja trazada entre Crimea y el Donbás. Además, Moscú cuenta con la ayuda de los chechenos, cuyo líder, Ramzan Kadyrov, anuncia que un "millar" de ellos están de camino a Ucrania.

Al otro lado de la trinchera, el Gobierno de Kiev reclamó este jueves la formación de una nueva coalición internacional que acuda en su ayuda, toda vez que considera demostrado la imposibilidad de contar con la OTAN. "Nos importan los aliados que están listos para luchar junto a nosotros", dijo el asesor de la Presidencia, Mijailo Podoliak. Ucrania recibirá en breve un refuerzo a su arsenal procedente de Estados Unidos, que entre el equipamiento pactado le suministrará drones de ataque, misiles antiaéreos y minas antitanque.

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