La diplomacia internacional intenta salir del banquillo tras fracasar con Rusia

El aislamiento se impone como estrategia mientras se busca la implicación clara de China para forzar un desenlace dialogado.

Reunión de este viernes en la sede de las Naciones Unidas
Reunión de este viernes en la sede de las Naciones Unidas
Reuters

El icónico tapiz del Guernica de Picasso que se exhibe en la sede de la ONU, uno de las referentes artísticos más poderosos contra la guerra, fue elegido como fondo de escena por los miembros del Consejo de Seguridad que han impulsado el (de momento) penúltimo pacto contra la invasión de Ucrania, que aun tiene que ser abordado por los 193 miembros en Asamblea General. Rusia ejerció su derecho a veto. Se le exigía que "cesara de inmediato su uso de la fuerza contra Ucrania" y que "retirara inmediata, completa e incondicionalmente todas sus fuerzas militares del territorio de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas". Además de revertir el reconocimiento de las dos regiones separatistas de Donetsk y Lugansk.

Rusia, una de las cinco grandes potencias con potestad para bloquear cualquier resolución (las otras son Estados Unidos, China, Francia y Gran Bretaña) se quedó sola. No porque hubiera pleno de 'síes' sino por la abstención de China (junto con India y Emiratos Árabes). Un gesto, el de Pekín, que refuerza la tesis de su ambigüedad. Pero que la UE lo ha leído en clave práctica. Empujaría, a su juicio, la estrategia del aislamiento.

Quizás también porque, según la agencia china Xinhua, el ministro de Exteriores Wang Yi conversó por teléfono con varios representantes institucionales europeos, entre ellos Josep Borrell, para subrayar que "ve con buenos ojos negociaciones y reuniones directas entre Rusia y Ucrania lo antes posible" y que abogaba por una fórmula de seguridad "común, integral, cooperativo y sostenible".

China tiene una de las llaves para reactivar la diplomacia al más alto nivel. Pero no termina de utilizarla. La otra diplomacia, la preventiva, saltó por los aires el día 1 de la invasión, aunque el secretario general de la ONU, António Guterres, clamase que "nunca debemos darnos por vencidos", lo que toca ahora es evitar en todo lo posible que Vladímir Putin se pase de frenada. Es otra variable 'preventiva'. Pero ésta más inquietante. Con una guerra en curso.

De momento continúan fracasando los llamamientos al diálogo. O el propio Putin los retuerce al extremo. Como hizo al ordenar la guerra total a sus tropas bajo el argumento de que Kiev había rechazado la posibilidad de sentarse a negociar. Algo que Volodímir Zelenski y su gabinete vienen negando sistemáticamente. "Ucrania ha estado y sigue estando lista para hablar de un alto el fuego y la paz", remarcaba en las últimas horas Sergii Nykyforov, portavoz del presidente ucraniano. Viktor Orban ha ofrecido incluso Budapest "como lugar seguro" para esas negociaciones.

Inercia endiablada. Y con malos augurios. "La guerra durará, esta crisis durará"; "tenemos que prepararnos con mucha determinación y mucha solidaridad", avisa ya Emmanuel Macron. Mientras, Zelenski, que mantiene abierto su "frente diplomático 24/7" volvía a pedir la adhesión de su país a la UE.

Y recibía a cambio compromisos de ayuda humanitaria y munición de guerra. Como los 200 misiles antiaéreos que llegarán desde Países Bajos o los 400 bazucas que enviará Alemania. O eso al menos incidió Olaf Scholz tras conversar sobre esta crisis en Berlín con el polaco, Mateusz Morawiecki, y el lituano, Gitanas Nauseda. Sobre la membresía en la UE la respuesta de Charles Michel fue "más apoyo concreto de la UE en camino". ¿Sutil o esquivo?

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