Un año desde que la superabuela de Coventry fue vacunada

Maggie Keenan se convirtió en la estrella que guió la inoculación contra la covid.

Maggie Keenan en el momento en el que fue vacunada
Maggie Keenan en el momento en el que fue vacunada
Efe

Hace ahora un año, el martes 8 de diciembre de 2020, a las seis y media de la mañana británica, una hora más en la península, Margaret Keenan, que iba a cumplir 91 años, fue inyectada con una dosis de la vacuna creada por el laboratorio alemán BioNTech y fabricada por la farmacéutica estadounidense Pfizer. Era la primera persona que la recibía en un programa nacional de vacunación contra la covid-19.

"Es el mejor regalo de cumpleaños", dijo. Alentó a vacunarse, "para salvar vidas", a los que estuvieran viendo la transmisión en directo por la BBC. Luego, llamó a su hijo y le advirtió de que estaba saliendo en la televisión. "¿Cuándo?", le preguntó Phillip. "Ahora", le respondió la madre, a quien sus nietos describen como una superabuela y sus vecinos como una anciana amistosa e independiente.

Cuando recibió, en septiembre, la tercera dosis, expresó su lamento por no comparecer ante el mundo mejor peinada y mejor sentada. Pero mantenía su contento por haber lucido una camiseta estampada con un pingüino y una felicitación navideña, cuyas ventas, destinadas a recaudar fondos para los hospitales de la ciudad inglesa de Coventry, se triplicaron en los días posteriores.

A pesar de que la puesta en escena diseñada por las autoridades sanitarias para el inicio del programa de vacunación siguió con la de un paciente de 81 años, cuyo nombre, William Shakespeare, resonaba en el mundo, la nonagenaria nacida en una villa norirlandesa, Enniskillen, acaparó la atención de los medios como la primera vacunada en el planeta.

En realidad, cientos de voluntarios habían sido ya inyectados en las pruebas de las vacunas más avanzadas: PfizerBioNTech, Moderna y Oxford-AstraZeneca. Pero Keenan tenía rasgos idóneos para la campaña. Su edad la situaba entre el segmento más vulnerable ante la infección del virus y, en la década de los cincuenta, cuando vivía en Irlanda, fue también pionera en recibir una vacuna contra la tuberculosis.

Shakespeare, exempleado de Rolls-Royce, militante laborista y gran aficionado al jazz, falleció el pasado mayo como consecuencia de un infarto. 'Maggie' Keenan, que fue invitada, cuando la agencia reguladora británica aprobó la vacuna de Pfizer, a ser vacunada por los médicos que la atendieron por tener alta la presión sanguínea, sigue "intentando disfrutar de cada día".

El aniversario coincide con la alarma que se ha extendido por la emergencia de la variante ómicron, que se convertirá en las próximas semanas en la más extendida en el Reino Unido, según los epidemiólogos. Se ha vacunado en este año con la primera dosis al 88.9% de la población británica mayor de 12 años, al 81% con la segunda y al 35.8% con la tercera.

Sin termómetros

La cifra de hospitalizados en cuidados intensivos- 900 el pasado viernes- ha descendido a un cuarto con respecto a la del inicio del mes de enero y la de fallecimientos, 143, se ha reducido a un décimo. Hay tensión en el Gobierno por la lentitud reciente en el despliegue de la tercera dosis. Entre un 10% y un 20% de la población rechaza la vacunación.

Sarah Gilbert, principal investigadora de la vacuna de Oxford, evocó este lunes, en una conferencia anual organizada por la BBC en memoria de uno de sus periodistas, Richard Dimbleby, su "cruel despertar ante el poder negativo de las redes sociales". Tres días después de haber vacunado a sus dos primeros voluntarios, el 23 de abril de 2020, la falsa muerte de uno de ellos se convirtió en noticia viral.

Días después de la vacunación de Keenan, se extendió también la patraña de que era un montaje. Era en realidad una actriz, porque alguien había incrustado en un sitio de internet dedicado a notas necrológicas la del fallecimiento reciente en Coventry de una mujer con su mismo nombre. Según Gilbert, alguien publica una noticia falsa y se amplifica porque otros copian el titular o su contenido.

Otro reto complejo descrito por la científica, que ha recibido el título de Dama, equivalente a los lores masculinos, es la dificultad de "luchar contra una pandemia cuando estás en medio de una pandemia". No tenían equipamiento de protección, ni termómetros, ni agujas. Comían productos de máquinas dispensadoras, hasta que unos filántropos les enviaron alimentos saludables.

Su narración del proceso de producción de la vacuna subraya la importancia de la tecnología de plataformas. Las más empleadas contra la covid tienen una base transportadora, que puede modularse mediante la sustitución del componente antígeno adecuado, para avivar la respuesta inmune a otros virus o variantes.

La tecnología de las vacunas avanza, pero, según Gilbert, la próxima enfermedad causada por un virus "puede ser más contagiosa, o más letal, o ambas cosas". Advierte de la necesidad de aprender de esta pandemia e invertir en personas y en investigación. Señala en particular la importancia de crear estructuras nacionales e internacionales para la fabricación de vacunas en gran escala.

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