Nuevo toque de queda en Turquía, donde 6.000 'rastreadores' buscan enfermos

El Gobierno decreta restricciones especiales en 24 provincias para mantener al país entre los de menor letalidad del mundo.

Tres operarios desinfectan el Gran Bazar de Estambul.
Tres operarios desinfectan el Gran Bazar de Estambul.
UMIT BEKTAS/Reuters

La baja tasa de mortalidad en Turquía sorprende al mundo, pues aunque el país euroasiático se sitúa entre los diez primeros en el ranking de contagiados (133.700), los fallecimientos siguen bajando y no superan los 4.000, según fuentes oficiales. El último registro del jueves daba 3.641 decesos.

El 11 de marzo fue cuando se anunció el primer positivo por la Covid-19 en Turquía. Tras más de mes y medio, las muertes en comparación con los contagios presentan hoy una tasa muy favorable y nada común si se comparan con la tendencia de otros países infectados por el virus. De hecho, su sistema sanitario registra una media de 0,97% pacientes ingresados en las UCI por su extrema gravedad, mientras el promedio mundial asciende a 1,29%. También la tasa de recuperación está fijada en casi un 60% frente al 33,76% mudial.

Las autoridades turcas atribuyen esa baja letalidad -rondaría algo más de 40 decesos por millón de habitantes- a la reciente aportación económica en el ámbito sanitario y la cantidad de jóvenes que habitan en el país. De hecho, la tasa de recuperación de los enfermos es muy elevada y supera las 56.000 altas.

No obstante, el Gobierno de Ankara no quiere perder el dominio de la epidemia, para lo cual sigue manejando los confinamientos con distinta intensidad. Ayer decretó un toque de queda de dos días en 24 provincias, dentro de una estrategia destinada a contener la propagación del virus. Entre los núcleos afectados se encuentran Estambul y la propia Ankara. En el resto, las personas mayores de 65 años podrán salir hoy a la calle entre las once de la mañana y las tres de la tarde, mientras que los menores de 20 podrán hacerlo a partir del día 15.

Aparte de estas estrictas medidas, las autoridades turcas fían gran parte de su éxito al adelanto en la detección precoz de los contagios, lo que permite realizar un seguimiento asistencial más estrecho. Esta misión está a cargo de casi 6.500 'rastreadores', equipos médicos que se encargan de localizar a las personas que han estado en contacto con cualquier nuevo afectado y someterlas a pruebas clínicas. Así, el Ejecutivo estima que la posibilidad de frenar la pandemia es más efectiva al aislar a posibles nuevos contagiados en la fase más temprana de incubación del virus.

Detenciones de periodistas

Pero si en el terreno sanitario el país obtiene resultados positivos contra la pandemia, en lo que se refiere al ámbito social parece no hacerlo tanto. El portavoz de Reporteros Sin Fronteras, Erol Onderoglu, ha denunciado al diario 'Bianet' las 12 detenciones de periodistas ocurridas en el último mes. ¿El delito? Al parecer, elaborar reportajes sobre los datos de la Covid-19 en Turquía. Reportajes o simplemente informaciones que, a juicio de los mandatarios, solamente estaban motivados a "difundir el miedo".

Según la versión de las autoridades, no permiten que nadie «meta miedo» ni trafique con la especulación de datos para alarmar a la ciudadanía. Pero para algunos políticos y colectivos defensores de los derechos humanos, estarían en duda algunos de los logros médicos anunciados por el Gobierno de Ankara.

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