Macron y los 'chalecos amarillos'

La revuelta de los 'chalecos amarillos' ha llevado la presidencia de Macron en Francia a una seria crisis.

Un aspecto del despliegue policial del pasado sábado en París.
Un aspecto del despliegue policial del pasado sábado en París.
Ian Langsdon / Efe

Emmanuel Macron se convirtió, hace año y medio, en presidente de Francia aportando la esperanza de un reformismo sereno que frenase las amenazas de desestabilización de la democracia. Pero hoy no solo ha perdido su popularidad, sino que se ve acorralado por una revuelta, con inaceptables episodios de violencia, que puede hacer descarrilar su mandato y dar alas a los extremismos. Un fracaso de la presidencia de Macron tendría repercusiones en toda Europa.

Los estragos y los enfrentamientos deliberados con la Policía que se han visto en París, durante los últimos fines de semana, son inaceptables; la protesta, por legítima que sea, no debe nunca derivar hacia la violencia. Pero estos hechos no pueden esconder la amplitud y la carga política que conlleva el movimiento de los ‘chalecos amarillos’, que es visto con simpatía, según las encuestas, por la mayor parte de los franceses. La queja por el nuevo impuesto de carburantes ha catalizado los reproches contra el presidente Macron, cuya popularidad, inicialmente muy alta, se ha diluido por completo. Buena parte de la desafección puede proceder, y es comprensible, de la dureza de algunas de las reformas emprendidas por el presidente, pero los ciudadanos se revuelven también, en gran medida, contra una forma de gobernar. Macron quiso devolver dignidad a la institución presidencial, pero lo que ha conseguido, con su distanciamiento y su solemnidad, es aparecer como arrogante y elitista. Los ‘chalecos amarillos’ le han obligado, por primera vez, a dar marcha atrás en una de sus medidas y la revuelta puede provocar una crisis de Gobierno. Pero el peligro está, sobre todo, en que toda la política reformista del presidente se vea comprometida. No hay que olvidar que fue el triunfo de Macron el que evitó la llegada al poder de la extrema derecha de Marine Le Pen. Un fracaso de su presidencia, en medio del malestar social, podría abrir la puerta a los extremistas. Una perspectiva muy inquietante.