gastronomía

La pintura y el vino también maridan en Valderrobres

Varios cuadros de Luis Grañena sirven de inspiración para una cata celebrada en el restaurante Baudilio.

Ana Grañena, Luis Grañena y Fabiana Arévalo, durante la cata en Baudilio.
Ana Grañena, Luis Grañena y Fabiana Arévalo, durante la cata en Baudilio.
A. Toquero

Pintura, vinos y gastronomía. Este es el espíritu de la singular cata que este jueves se celebró en el restaurante Baudilio de Valderrobres. La idea se le ocurrió a los hermanos Luis y Ana Grañena. Él, prestigioso ilustrador y pintor, y ella, sumiller y propietaria de Lakuba Vinos. "Los dos trabajamos por nuestra cuenta y es algo que nos rondaba por la cabeza desde hace tiempo para hacer juntos", asegura Ana.

Alrededor de esta iniciativa los primeros en aparecer en escena han sido los cuadros de Luis Grañena, una serie de pinturas realistas vinculadas a la cocina y a la gastronomía: dos gambas encima de un plato, un bote vacío, una lata de sardinas, un puerro y una tarta de queso. "Se trata de óleos sobre panel de pequeño formato de 30 por 50 centímetros", comenta Luis.

Es una temática en la que ha trabajado los últimos meses y, además de servir de hilo argumental para la cata, las pinturas están a la venta. De hecho, se van a mostrar en Baudilio hasta marzo. Luis Grañena ha vivido muchos años en Valderrobres y es como su segunda casa. Además, ha expuesto varias veces en este restaurante y tiene una vinculación muy estrecha con él.

Por lo tanto, a la hora de organizar este evento, lo primero que surgió fue el arte y luego se llevó a cabo la elección de los vinos y de los platos. De esta forma, todo se desarrolló armónicamente, tal y como se pudo comprobar durante la cata.

Se inició con el cuadro en el que aparecen dos gambas en un plato. Para el maridaje sólido, la jefa de cocina, Fabiana Arévalo, sugirió un carpaccio de gamba al aroma de trufa. En boca, la combinación terminó de cobrar sentido con el vino seleccionado, un espumoso de Tierra de Cádiz para empezar a despertar sensaciones y limpiar el paladar de los asistentes.

La lata de sardinas de Luis Grañena se transformó en la imaginación de la cocinera en una tosta de este pescado y, en la copa, en un vino ligero de garnacha blanca de la denominación de origen Terra Alta. A continuación, la imagen sobre el panel de un bote vacío le llevó a Fabiana a presentar ante los 22 catadores un bote tapado con un secreto en su interior: el paté de cordero con el que se degustó un vino tinto ligero. «Se llama Nude y muestra una gran sensación de desnudez; está elaborado con una variedad limpia, sin apenas intervención y se expresa por sí mismo», describió Ana Grañena.

La imagen del puerro le sirvió a la jefa de cocina para presentarlo a la brasa con una brandada de bacalao y la compañía de un tinto con más cuerpo de Sierra de Toloño de la denominación de origen Rioja. Por último, lo más evidente fue la idea de maridar la pintura de la tarta de queso con un bocado alusivo, no excesivamente dulce, y el acompañamiento líquido de un moscatel de Alejandría de la denominación de origen Málaga.

La experiencia resultó tan interesante que la sumiller Ana Grañena tiene intención de repetirla. Cuadros realistas, vinos de mínima intervención y recetas que transmiten en el plato esa misma idea de desnudez. "El hilo conductor de esta cata es el realismo y la expresión sin maquillaje, y creo que hemos conseguido plenamente el objetivo que nos proponíamos a la hora de trasladar esas sensaciones", comentó tras finalizar la cata.

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