gastronomía

La heladería de Zaragoza con sabor a museo

Además de helados artesanales, en Tawhito se pueden encontrar antiguas fresqueras, neveras metálicas o esencias de antaño.

Ricardo González, en la heladería de la calle de San Miguel de Zaragoza.
Ricardo González, en la heladería de la calle de San Miguel de Zaragoza.
Montañés

Tawhito significa "antiguo" en maorí, una de las pasiones de Ricardo González. La ha unido a una ilusión de vida: los helados. De ahí el nombre de la heladería que el verano pasado comenzó a endulzar el entorno del Parque Grande de Zaragoza y este año ha abierto en la calle de San Miguel.

"Tenemos clientes fijos que, incluso, venían de otros barrios a por nuestros helados, y que ahora, también pasean hasta la nueva", cuenta Ricardo González, su propietario. Una "buena clientela" que acude a ambos locales, tanto en la calle de Arzobispo Morcillo como en el centro de la capital aragonesa.   

La nueva heladería también es un museo, como se lee en su entrada. El sabor nostálgico es más que aparente en este local gracias a singulares objetos que Ricardo ha conseguido de antiguas heladerías a través de páginas web como Todo Colección o de aplicaciones como Wallapop. “Proceden de toda España”, cuenta, mientras muestra un cartel luminoso de grandes dimensiones de la alicantina La Jijonenca.

Ese solo es un detalle, ya que el escaparate está repleto de elemento que a más de uno le devolverán a su infancia, aunque hayan pasado varias décadas. Depósitos metálicos para transportar el helado, una preciosa nevera, heladeras eléctricas fabricadas en Eibar… “Esto son esencias, de mandarina, piña, granadina…”, señala Ricardo. “Todo lo que hay es de segunda mano”, asegura González. El mobiliario traslada a heladerías de antaño, muestra de ello es la fresquera que enseña en una de las esquinas de la entrada.

“Esta es la joya de la corona”, dice orgulloso Ricardo. Se refiere a una galería de antiguos carteles acompañan en el pasillo de este establecimiento. Son de Frigo y datan de hace, al menos, seis décadas. Las láminas, únicas en el mundo, dan idea de los precios o sabores que se podían disfrutar entonces.

La oferta ha cambiado y en la actualidad la variedad en el mercado es amplia. Aquí se pueden encontrar sabores más frutales, como fresa, limón, tutti-frutti, mandarina, menta, mango, frambuesa o coco. También de frutos secos, como avellana y pistacho. A la lista se suman los de marcas como Oreo, Kinder, Kit Kat, Lotus de caramelo, Chips Ahoy. Aquellos más lamineros, pueden probar los de dulces como mantecado, stracciatella, tarta de queso con arándanos, chocolate blanco, turrón Jijona, vainilla, chocolate, leche merengada o yogurt.

La novedad de este año es el de caramelo a la sal: “¡Qué rico!”, valora González. Fundar una heladería era un sueño para él y el verano pasado lo hizo realidad gracias a estos estos helados artesanos que elaboran en un pequeño obrador alicantino. También triunfa la horchata y los granizados, que los tienen de varios sabores –como limón, fresa o café-.

Las lámparas también tienen su encanto: son unos cucuruchos de barro y porcelana que cuelgan del techo y que simulan a las que se encuentran en el Museo del Helado de Nueva York. Un detalle decorativo que encaja a la perfección con el papel que cubre la pared.

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