Domingo Mancho, toda una vida al frente de los fogones

El presidente de la Asociación de Cocineros de Aragón destacó, tras recibir su premio, el nivel de los cocineros y cocineras aragoneses y les hizo partícipes de este reconocimiento.

Domingo Mancho, junto a Enrique Torguet, director de Márquetin y Comunicación de Ambar.
Domingo Mancho, junto a Enrique Torguet, director de Márquetin y Comunicación de Ambar.
Aránzazu Navarro

Con apenas 14 años, los padres de Domingo Mancho le enviaron un verano al Principado de Andorra, con sus tíos, para que trabajara allí de botones en un hotel. La pasión de este joven de Lascellas (Huesca) por la cocina y el mundo de la hostelería les convenció de que el futuro de su hijo pasaba por este sector y no se equivocaron.

Años más tarde, después de haber trabajado en algunos de los mejores restaurantes de España y de dirigir  hasta hace muy poco la cocina del hotel Don Yo de Zaragoza, el presidente de la Asociación de Cocineros de Aragón, cargo que ostenta desde 1995, puede presumir de haber conseguido ser un buen cocinero y, lo más importante de todo, de haber dignificado la profesión, "poniendo en valor el trabajo de los cocineros aragoneses. Siempre hemos tenido muchas ganas de hacer y de trabajar, pero que, en ocasiones, hemos visto como nuestro esfuerzo se veía nublado al poner la vista en los grandes cocineros vascos, catalanes o representantes de la ‘nouvelle cuisine’ francesa", añade.

Y todo esto se ha visto reconocido con la concesión del premio Con Mucho Gusto a la Trayectoria en favor de la Gastronomía Aragonesa, un galardón que hizo extensivo a todos y cada uno de los cocineros de esta tierra, a los que él lleva representando tantos años, con ilusión, ganas y trabajo.

"Desde su puesta en marcha en los años noventa, nuestra asociación esta funcionando para poner en valor la gastronomía de nuestra tierra y ayudar a nuestros cocineros a ser los mejores y escalar las posiciones más altas. Y lo hacen con el apoyo del resto de cocineros, que dedican su tiempo, conocimiento y sabiduría al servicio de los demás", señala.

Y la falta de tiempo es el único pero que Mancho pone a esta profesión de la que acaba de prejubilarse. Tiempo para pasar con su familia y con sus amigos. "La cocina es muy esclava. Las jornadas son muy largas y te exigen mucha dedicación. Además, el poco tiempo libre que tenía lo dedicaba a la asociación, para poner en común nuestros conocimientos y seguir aprendiendo", concluye.

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