Boterón: un pequeño oasis de tranquilidad

En este bar se ofrecen diferentes versiones de la clásica salmuera y llaman la atención su vermú y su selección de vinos.

Una de las tapas del bar Boterón.
Una de las tapas del bar Boterón.
Heraldo

La sensación en el bar Boterón es que todo lo que sucede en su interior se vive con calma, sin prisas. Desde el punto de vista gastronómico sería algo así como un ambiente vinculado al movimiento ‘slow food’. El local es pequeño pero sus paredes dan de sí lo suficiente como para que en estos momentos haya dos exposiciones. De música de fondo casi siempre suena jazz y a la sensación de sitio tranquilo ayuda la madera que envuelve el decorado y, por supuesto, la propuesta culinaria.

Un año lleva Patricia Araya al frente de este bar y en él ha querido plasmar sus idas y venidas por el mundo. Sus "cosas viejunas", como ella misma las describe, se traducen en especialidades como las anchoas en salazón. Tiene hasta media docena de propuestas: la clásica salmuera; con vodka, pimienta y lima; con ensaladilla de remolacha y pan de centeno, y acompañada de diferentes quesos.

Las croquetas también se salen de los planteamientos clásicos. Dos de las más curiosas son las de pollo, berenjena y ras el hanout, y la de pollo al curry. Al queso se le presta mucha atención. Las tablas suelen variar pero algunos fijos son de cabra de la serranía de Ronda, torta de la Serena o Idiazábal. Y tan interesantes o más los acompañamientos: uvas, dulce de membrillo, mermelada de tomate, nueces, además de diferentes panes. Algo parecido podría decirse de los embutidos ibéricos y, para dipear, el hummus y la crema de berenjena son dos interesantes alternativas.

Como plato del día, el chibito es algo más que un bocadillo contundente. Alrededor del pan de hogaza y, por capas, incluye ternera, bacón, queso, cebolla caramelizada y huevo frito con la compañía de ensalada y patatas (7 euros). Más ligeras son las tres ensaladas de la carta (6,50 euros): de anchoas, pollo y mediterránea (una mezcla de ingredientes de España y Grecia).

La bebida también tiene un punto diferente, empezando por el vermú casero y el perfumado con ginebra. La presencia de un aperitivo como el negroni dice mucho de la personalidad de Boterón, como su selección de vinos, que se sale de los caminos más trillados y que en la mayoría de los casos se pueden tomar por copas.

Además de las exposiciones, que cambian cada poco tiempo, la sensación de lugar que ejerce como punto de encuentro la ofrecen las tertulias distendidas en inglés, el miércoles por la tarde, y el jueves, en francés.

Boterón

Calle Sepulcro, 26. Zaragoza. Teléfono: 608 805 419. Horario: de 12.00 a 16.30 y de 19.00 a cierre. Descanso: Domingo noche y lunes, cerrado. - Ver otros restaurantes recomendados

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