La semana pasada, tuvo lugar en nuestra comunidad autónoma los actos de celebración del 25 aniversario de la fundación de Bodega Pirineos, que fue creada en 1993 sobre una base muy importante: la Bodega Cooperativa Comarcal Somontano de Sobrarbe. Esta cooperativa fue fundada el 15 de noviembre de 1964, con la participación de 192 socios de 13 poblaciones de esta zona vitivinícola altoaragonesa, y constituyó el germen, junto a las bodegas Lalanne y Fábregas, de lo que ahora es la pujante Denominación de Origen Somontano.

Desde la constitución de Pirineos, durante este cuarto de siglo, se ha convertido en un ejemplo de evolución, modernización y adaptación a las nuevas exigencias de los mercados, teniendo como horizonte claro la elaboración de vinos de calidad a precios interesantes para los consumidores. De los primeros Montesierra y del emblemático Señorío de Lazán, se ha pasado a un completo catálogo de vinos que destacan por su estupenda relación entre la calidad que atesoran y el precio a los que se venden. Y, por paradójico que pueda resultar, en algunos mercados, con consumidores poco avezados, los precios relativamente bajos pueden llevar a pensar que los productos no se corresponden con la calidad que en realidad tienen.

De un tiempo a esta parte, la D. O. Somontano se ha ido especializando en la elaboración de vinos jóvenes que son muy apreciados, especialmente los blancos y rosados. Y Pirineos tiene mucho que ver en esa nueva orientación de la marca Somontano, junto a otras bodegas punteras, como Viñas del Vero, Enate, Laus o Sommos.

Como comentaba estos días el enólogo y director técnico de la bodega, Jesús Astrain, los blancos y rosados que salen con distintas etiquetas siguen creciendo año a año, tanto en España como en la exportación. El rosado Alquézar, fresco y con un punto de aguja, se ha convertido en una de las señas de identidad de esta bodega, que sigue manteniendo las marcas de los inicios, adaptadas a los nuevos tiempos, renovadas tanto en el perfil de los vinos como en la imagen. También destacan los varietales Pirineos, el reserva Marboré o el flamente tinto 3404, un vino muy honesto que ya se ha hecho un hueco entre los consumidores.

De visita

Para conocer de cerca la forma de trabajar en esta empresa, el pasado martes, 3 de abril, se desarrolló una visita al campo y a la bodega con informadores especializados y prescriptores, actuando como anfitriones el propio Astrain, la gerente de la bodega, Silvia Arruego, y el director de Marketing y Comunicación de Bodegas Barbadillo, Álvaro Alés Ojeda. La adquisición de la mayoría del capital de la bodega por el grupo andaluz, en el año 2007, fue otro de los hitos que han jalonado la modernización de la bodega, que en estos momentos exporta cerca del 30% de su producción a más de 20 países de Europa, América y Asia.

Como resaltó el presidente del Grupo Barbadillo, Manuel Barbadillo, en el acto institucional que tuvo lugar el pasado miércoles en el Palacio de la Aljafería, su entrada en Bodegas Pirineos aportó importantes "sinergias para una proyección no solo nacional, sino internacional" de la empresa altoaragonesa, cuyos productos se han beneficiado de la tupida red comercial por la que se canalizan los vinos del grupo.

Reconocimientos

En el transcurso del acto institucional, Bodega Pirineos entregó los primeros reconocimientos Haciendo Pirineos, que premian la labor de personas e instituciones que han trabajado estos años en favor de la vitivinicultura, del desarrollo del territorio y del tejido social. Los premiados han sido el viticultor Jesús Arasanz; Mariano Altemir, alcalde de Alquézar, y el enólogo Jesús Astrain, uno de los técnicos con más trayectoria y conocimiento de la zona, con 30 vendimias en esta denominación de origen.

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