Una auténtica cena rusa

El día 21, el restaurante Atrapamundos ofrece platos elaborados por una cocinera autóctona.

La sopa borsch
La sopa borsch

El próximo sábado, día 21, el restaurante Atrapamundos, en el Teatro Romano, ofrece la oportunidad de degustar una auténtica cena rusa a partir de las 21.30. De manos de Aleksandra Zavyalova, se podrán saborear cuatro guisos rusos con mucha historia. Una cena con límite de plazas, entre 20 y 30, por lo que es aconsejable reservar.


Aleksandra lleva cinco años en Zaragoza. Nació en el Krai de Primoria, una de las regiones más orientales de Rusia, lindante con China y con Corea del Norte. Tierra de contrastes climáticos que empezó a poblarse a finales del siglo XIX. La riqueza natural del lugar atrajo a ciudadanos de todo el espacio soviético: ucranianos, armenios, georgianos, uzbekos, kirguizes, daguestaníes, chechenos y rusos. Con ellos llegó su variada gastronomía. Aleksandra se ha beneficiado de su inmersión en ese crisol cultural. Su cocina viene de un entorno vivido y practicado. Actualmente, animada por sus amigos y por quienes han probado sus guisos, cocina a domicilio de manera personalizada.


El primer plato es un borsch: sopa de verduras cuyos ingredientes esenciales eran la remolacha y el repollo. La presencia de tomates y patatas, allá por el siglo XVII, amplió la lista de sus componentes, a los que hay que añadir aromatizantes naturales. Su preparación debe reposar más de un día antes de llegar a la mesa.


Como segundo plato, Aleksandra prepara un piroshkí: pastelito con masa de levadura. En sus múltiples formas y rellenos es un universo en sí mismo. Cebolla, huevo, espinaca, ternera, patatas y setas componen, principalmente, su interior. Comida de invierno que reunía a la familia entorno al calor del fuego, en el hogar.


De tercero, golubtsi. De un origen humilde, los restos de comida se aprovechaban enrollándolos en hojas de repollo y sirviéndolos con una salsa, ha pasado a ser uno de los platos de celebración más apreciados. La época de los zares, atentos al oeste europeo, 'revolucionó' este plato. La estructura es una muestra de sabiduría arquitectónica gastronómica. Dada la endeblez del envoltorio, el relleno debe tener la consistencia exacta para evitar una blandura peligrosa. La solución es usar cimientos firmes ?arroz o trigo? y una argamasa en forma de salsa interior con vegetales.

Platos de primavera

El cuarto guiso, blini, representa la alegría por la llegada de la primavera. Celebrar, reunirse, compartir con todos. La masa de los blini no podía prepararse en cualquier parte: la tradición señalaba las orillas de los lagos y las lindes de los bosques como los lugares más apropiados. Los primeros blini se dejaban en los alféizares de las ventanas para los pobres. ¿De qué están rellenos? De todo: champiñones, mermelada, cebolla, requesón, carne, salmón, bayas, leche condensada, patatas, arenque, smetana....


Y para postre un zumo especial, morsm. El más popular es el de klukva -arándano agrio- que se obtiene cociendo la baya con miel silvestre. El líquido resultante, de un color rojo intenso y un sabor delicioso, es una mina de antioxidantes y evita infecciones gastrointestinales y de las vías urinarias. ¿No es una buena manera de celebrar el solsticio de verano?


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