Pescados

La dorada salvaje, un pescado semigraso para trabajar con sencillez

Su consumo de este pescado es adecuado en dietas de control de peso.

Se pueden obtener dos mililitros de sangre de diez doradas sin que mueran
La dorada salvaje, un pescado semigraso para trabajar con sencillez
ALMOZARA FOTOGRAFIA

La dorada salvaje es un pescado semigraso y, por lo tanto, de bajo aporte energético, por lo que si se cocina de manera sencilla y con poca grasa, su consumo es adecuado en dietas de control de peso. Destaca por su contenido modesto en proteínas de alto valor biológico y su carne supone un aporte interesante de potasio y fósforo, moderado en sodio y magnesio –comparado con otros pescados frescos– y menos relevante en hierro. Entre las vitaminas del grupo B, merece mención especial la niacina o vitamina B3, cuyo contenido en la dorada es intermedio frente a otros pescados.


Un pez de robustos colmillos

La dorada pertenece a la misma familia que el besugo, los espáridos, orden erciformes. Su hábitat natural son las aguas poco profundas, tanto de fondos arenosos como de las zonas rocosas del Atlántico oriental, desde las Islas Británicas hasta las costas de Sudáfrica, y del mar Mediterráneo. Suele nadar a una profundidad de entre 5 y 30 metros aunque no es extraño encontrarla en bancos mucho más profundos. Sus dientes son fuertes, puntiagudos y muy afilados para triturar moluscos. En la parte superior de cada mandíbula presenta seis robustos colmillos que pueden causar accidentes por desgarro o mordeduras muy dolorosas al pescador si no extrema las precauciones durante su captura. En algunas comunidades autónomas se la conoce con el nombre de zapata morisca o zapatilla.



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