Restaurante

Aspen La Brasserie: carne y brasa como argumento

Hace poco más de un año que abrió sus puertas con la idea de abarcar mucho terreno en el ámbito de la restauración. La brasa de carbón vegetal y la carne del Valle del Esla son sus dos principales argumentos.

Un aspecto de la acogedora sala del restaurante
Aspen La Brasserie: carne y brasa como principal argumento

En el restaurante Aspen, la brasa de carbón vegetal es la gran protagonista de la cocina, y sobre ella, las exclusivas carnes del Valle del Esla, especialmente la ternera de lechal y de pasto, y el buey. Sustituye esta brasería, que abrió hace poco más de un año, a otro restaurante que tenía una apariencia mucho más recargada. Han desaparecido las vidrieras que apenas dejaban pasar la luz y el comedor ha ganado en luminosidad y en sensación de amplitud. 


Mil metros cuadrados dan mucho de sí, aunque en esta superficie se incluyen, además del comedor, dos terrazas, la cafetería, un bar de copas y un salón privado. Tanto dan de sí, que hasta hay un servicio de ludoteca asistido de viernes a domingo donde poder 'aparcar' a los más pequeños. En fin, que el modelo de negocio es amplio, teniendo en cuenta que sus puertas están abiertas casi veinte horas al día.


Muchas opiniones

En lo gastronómico, lo dicho: Aspen es, sobre todo, brasa, con diferentes opciones y precios, que en el caso de la carne van de los 10 a los 33 euros. En el extremo inferior, el secreto de cerdo ibérico y, en el superior, el chuletón de buey. Y, entre medidas, churrasco, entrecot, entraña o solomillo de ternera lechal y de pasto. Para completar estos platos se pueden elegir dos guarniciones y una salsa entre una variada oferta, así que, al final, las posibles combinaciones son muchas.


Las opciones de brasa no terminan aquí, ya que una mención aparte merece la hamburguesa de buey. No se sirve entre dos panes, sino que está pensada para comer con cuchillo y tenedor, combinada con una crema de queso al orujo de Letux, de cabra y de oveja, rúcula y champiñones. Al margen de la carne, dos posibilidades más de brasa son el pulpo con sal escamada y patata asada, y los piquillos de Bureta con langostinos y calamar.


Otro aspecto en el que busca diferenciarse este restaurante es el de la cocina en vivo, que en el servicio de carta se ofrece, por ejemplo, al pedir el 'steak tartare' de carne de buey o la crepe a la naranja flambeada con helado de moscatel. Pero tal vez el 'show cooking' que resulta más espectacular es el emplatado del lomo bajo de lechal en costra de sal marina. Llega a la mesa recién salido del horno. Delante del cliente se rompe la sal, se criba y se limpia la carne, y sobre una tabla se corta con el tridente y se sirve con salsa bearnesa y su guarnición.


Se agradece esta preocupación por ofrecer un buen servicio de sala, que también se observa en otros detalles. Por ejemplo, debido a la elaboración de los postres, estos se solicitan cuando se toma la comanda. Pero, además, se puede pedir que aparezca el carro con postres caseros, y si el comensal no tiene prisa y la comida o la cena se alargan, la liturgia de la elaboración de gin-tonics también se hace muy visible para que la velada resulte más atractiva.


Alternativas

En cualquier caso, no todo es brasa en el Aspen. También se pueden degustar carnes asadas o guisadas, hasta cinco pescados diferentes, y una lista más que suficiente de entrantes fríos y calientes. Por otra parte, hay varias opciones para comer a precio cerrado. De lunes a viernes se puede elegir el menú de 14 euros, con cuatro primeros, segundos y postres. Y durante toda la semana, otra posibilidad es una carta cerrada suficientemente amplia (ocho entrantes, otros tantos platos principales y postres, a elegir), que con el vino incluido cuesta 25 euros.


Y un detalle curioso: la atención a los niños no termina en la ya mencionada ludoteca. Se agradece que haya restaurantes que se animen a educar a los más pequeños en las cuestiones gastronómicas con la presencia de un menú especial para ellos (12,50 euros), que incluye recetas tan atractivas como el 'tren chu-chu' de jamón dulce y queso, el 'mimoso' de verduras con barquipanes o los rizos de calamar y croquetillas. No olvidemos que son los clientes del futuro y hay que mimarlos.



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