Llega San Valentín

La comida como aliada en el lecho

¿Productos que estimulan la libido y favorecen la relación amorosa o simple sugestión? Sea como fuere, la próxima celebración del día de los enamorados es una excusa más para disfrutar de buenos platos regados con vinos, cavas o champán.

Manuel Barranco, en el taller celebrado en Feliciti
La comida como aliada en el lecho
FOTOGRAFÍA ALMOZARA

Existen gran cantidad de alimentos a los que se denomina afrodisíacos y se les atribuyen propiedades como aumentar la libido o estimular el deseo sexual. A lo largo del tiempo, reyes y nobles los han utilizado para favorecer que sus esposas concibieran a sus descendientes, el pueblo para seducir, y los religiosos han huido de ellos considerando pecaminosa su ingesta.


Alberto Mur, cocinero y propietario del restaurante de Zaragoza Mandrágora, conoce bien estos alimentos dado que su establecimiento es famoso por las jornadas de gastronomía erótica que suele realizar durante el mes de febrero.


Desde su experiencia, Mur asegura que no importa los productos de esa lista que se utilicen puesto que «lo más importante para que un menú afrodisíaco funcione es que los comensales sepan que están degustando alimentos considerados como tal». Esto se debe a que un componente fundamental de la gastronomía erótica es «la sugestión».


Esta unión entre el afecto sexual y la comida es muy antigua y nos ha legado costumbres de las que ni siquiera somos conscientes. Estudiando su historia, Mur ha descubierto por qué las parejas de recién casados se van «de luna de miel». «La miel es un producto del que nuestro cuerpo absorbe de forma muy rápida los nutrientes necesarios para recuperar fuerzas. Por eso, antes, cuando las parejas de recién casados se encerraban en su cuarto para concebir tras la boda, los familiares les dejaban en la puerta miel y frutos secos para que recuperasen fuerzas. De ahí la expresión ‘luna de miel’, explica el cocinero del restaurante Mandrágora.


Pero las relaciones entre la comida, el deseo y la concepción no terminan ahí. Un ritual que todos tenemos tan asumido como el arrojar arroz a los novios cuando salen de la iglesia o del juzgado, también hunde sus raíces en la gastronomía erótica. «Se utilizan los granos de arroz como analogía del semen y la intención es la de desear a la pareja mucha fertilidad en su matrimonio».


Alimentos en desuso

En época de los romanos, la gastronomía afrodisíaca ya contaba con grandes seguidores. En el siglo I después de Cristo, Marco Gavio Apicio escribió el libro ‘De re coquinaria’, un tratado en el que recogió gran cantidad de recetas propias de la época. En este escrito, Apicio ya hablaba de los poderes estimulantes del marisco. «En aquella época también se consideraban afrodisíacos los espárragos por su forma fálica y se les atribuían grandes poderes provocadores del deseo sexual a las carnes de ave», explica Mur.


Aunque, de momento, los mariscos siguen siendo muy apreciados en este tipo de cocina, las aves y los espárragos han salido de la lista de alimentos estimulantes. «Lo mismo ha ocurrido con otros alimentos como el tomate. Cuando lo trajeron del nuevo mundo se consideraba pecaminoso», indica el cocinero. Quizás su color y su forma levantaron las suspicacias de los moralistas europeos, así que «las mujeres debían tomárselo a escondidas». Una vez más, como en el caso de espárragos y aves, «más tarde se demostró que esas propiedades no eran reales».


Otros alimentos han tenido mejor suerte, como el chocolate, y siguen siendo muy apreciados. «En sus orígenes, antes de llegar a Europa, el chocolate era una bebida de nobles», comenta Mur. Esta era amarga y se debía tomar en una copa de oro de un solo uso. «Después de beber, la tiraban, de ahí que solo se lo pudiera permitir la nobleza». Dada su exquisitez, se le atribuían muchas propiedades.


Diferencia entre alimentos y fármacos

A pesar de la gran tradición que existe al respecto, Francisco Abad, jefe del Servicio de Neurofisiología del hospital Clínico de Zaragoza y escritor experto en asuntos gastronómicos, tiene muy claro que no existen alimentos afrodisíacos. «Alimento afrodisíaco no hay ninguno como tal», afirma, y se remonta a Apicio para defender su afirmación.


El gastrónomo romano recomendaba para aquellos maridos que habían perdido capacidad amatoria añadir bulbos a su dieta. «Decía algo así como “si tu miembro está difunto y tu mujer descontenta, no tendrás más remedio que acudir a los bulbos” pero no se refería a las patatas, sino al muscari comosum y al jacinto silvestre», aclara Abad, quien insiste en que estos productos no son alimentos «porque nadie podría hacerse una ensalada con ellos son amargos y asquerosos», sino que se trata más bien de «fármacos».


Según Abad, a los alimentos se les han atribuido cualidades afrodisíacas por diversas razones. En primer lugar está el grupo de las trufas y las ostras. «Tienen mucha fama y su ingesta va asociada a rituales festivos y además poseen un aroma penetrante y muy fuerte», explica este especialista. Es su aroma y no sus propiedades gastronómicas las que «estimulan de forma inespecífica la actividad del rinencéfalo», una parte de nuestro cerebro muy relacionada con la vida instintiva. «Todo lo que impresiona fuertemente la olfacción favorece nuestro placer», no meramente sexual, sino físico y mental. «Después de comer un huevo frito con trufa rallada por encima, te sientes el rey del mundo, lo que no quiere decir específicamente que se incremente tu deseo sexual», afirma. De modo que, aunque no sean puramente afrodisíacos,sí son alimentos estimulantes. Por otro lado, existe la llamada «estimulación directa» que es la que se le atribuye al picante. «Por esto durante mucho tiempo la guindilla fue proscrita en conventos e internados», indica. Esta teoría es, según este jefe de servicio del Hospital Clínico, una «verdad a medias».


Por una parte, es cierto que la comida picante «se degusta dos veces» y en la segunda ingesta puede causar «un aumento de irrigación en las estructuras genitales y retroalimentacón por la sensación de la propia corporeidad», aunque también es cierto que «la mayoría de la gente no siente nada». Por, último Abad señala los alimentos «que excitan por excesivo calor», lo que considera «mentira» por falta de base científica. Se trata de una teoría que han seguido monjes y ascetas, por eso prescindían de la carne en sus dietas.


En este grupo, las criadillas eran precisamente el alimento más húmedo y caliente. «Por ello, cuando Fernando el Católico tuvo que concebir lo pusieron de criadillas hasta las orejas», afirma Abad. Desde su experiencia recomienda una única combinación afrodisíaca: disfrutar de cualquier menú «con tranquilidad y en excelente compañía». Siguiendo esta receta, no hay posibilidad de fallo para disfrutar de una gran noche.