Proyecto impulsado desde Aragón: test de toxicidad con lombrices para evaluar materiales

El centro tecnológico aragonés Aitiip ultima con socios de cinco países el proyecto europeo Bizente, pionero para biodegradar plásticos.

Los test de toxicidad con lombrices han sido realizados por científicos de la Universidad de Cádiz.
Los test de toxicidad con lombrices han sido realizados por científicos de la Universidad de Cádiz.
Bizente

El proyecto europeo Bizente, coordinado por Aitiip Centro Tecnológico, ubicado en Zaragoza, encara su fase final con pruebas que demuestran el éxito de una novedosa tecnología enzimática para reciclar nuevos plásticos. Pruebas que demuestran que las resinas y productos surgidos del reciclaje de materiales que hasta ahora no eran recuperables en la industria no han causado ninguna alteración en las lombrices de tierra bajo escenarios en condiciones ambientales realistas.

«Bizente es el primer programa europeo que apoya la línea de investigación con enzimas, acercándola a los materiales compuestos», explica Berta Gonzalvo, directora de Investigación de Aitiip, en referencia al proyecto, en el que participan diez socios de cinco países y que concluye en abril después de tres años de trabajo.

El objetivo de la iniciativa es «hacer viable la recuperación de materiales estratégicos y darles una segunda vuelta». Mediante ingeniería de proteínas, se han modificado molecularmente enzimas y resinas, haciéndolas aptas para la biodegradación controlada en un biorreactor. «Sectores como la aviación o la construcción podrían beneficiarse de las innovaciones de Bizente, pues la gran mayoría de sus estructuras se componen de materiales compuestos, hasta ahora no reciclables», indican los impulsores del proyecto.

Entre los últimos pasos llevados a cabo, científicos de la Universidad de Cádiz, en colaboración con el resto de socios, ha realizado pruebas de toxicidad a fin de evaluar el efecto de distintas resinas y productos degradadores de plásticos desarrollados en organismos acuáticos y terrestres, como lombrices de tierra. Se estudian en el laboratorio estos invertebrados por ser «organismos modelo de gran importancia en el ecosistema terrestre e indicador de la salud de los suelos», explican quienes trabajan en Bizente.

«De esta manera, se recrean los entornos en los que ese plástico podría biodegradarse, y se mide su grado de toxicidad, atendiendo a posibles anomalías en los distintos organismos», indican. En el caso de las lombrices, precisan, con la observación se examinan si se producen alteraciones externas, como cambios de peso, hinchazón, lesiones, espasmos, enroscamientos, intentos de huida, aletargamiento y un sinfín de comportamientos extraños. También, si se llega a la mortalidad.

El objetivo final de proyectos como Bizente, apunta Berta Gonzalvo, es que la tecnología llegue a la industria, a empresas como Airbus o Acciona o incluso a todas las que participen en las cadenas de valor de este tipo de compañías. «Como hacemos siempre en Aitiip, se trata de que la investigación básica pase a investigación aplicada», señala.

Por esta línea de investigación, este centro tecnológico aragonés recibió en noviembre pasado el premio nacional ‘Quality Innovation Award’ en la categoría de Innovación en economía circular y competirá en la fase internacional del galardón.

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