Heraldo del Campo

investigación

¿Lechugas rojas de sed?

Un nuevo proyecto del CITA analiza los cambios genéticos que suceden en diferentes variedades de lechuga para adaptarse a problemas como el estrés hídrico.

Aurora Díaz, investigadora del Departamento de Ciencia Vegetal del CITA, lidera el proyecto.
Aurora Díaz, investigadora del Departamento de Ciencia Vegetal del CITA, lidera el proyecto.
CITA

"Se ponen coloradas las lechugas cuando tienen sed?". A esta pregunta trata de responder un nuevo proyecto que ha puesto en marcha el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA). Denominado ‘LetBlu’, está liderado por Aurora Díaz, investigadora del Departamento de Ciencia Vegetal del centro.

Con los cambios cada vez más patentes en el clima a escala planetaria, son muchos los retos a los que se enfrentan los cultivos y, por tanto, los mejoradores, entre los que se encuentran: sequías, inundaciones, incremento en las temperaturas (diurnas y nocturnas), emergencia de nuevas plagas y enfermedades, aumento de la presión por malas hierbas, prolongación o acortamiento de las temporadas de crecimiento (dependiendo del cultivo y la zona).

"Este proyecto sigue la línea de una iniciativa anterior que ya sentó las bases para continuar analizando la tolerancia de variedades cultivadas a algunas adversidades", explica Aurora Díaz. A lo largo de los años, las variedades de lechuga se han ido mejorando, principalmente para aumentar la producción y también para introducir resistencia a diversas enfermedades. Esto ha resultado, en la mayoría de los casos, en variedades comerciales homogéneas y nutricionalmente pobres. Sin embargo, las variedades locales y tradicionales, apenas tenidas en cuenta en los programas de mejora, son recursos clave, ya que conservan fitoquímicos frecuentemente eliminados en las variedades comerciales y también albergan una gran variabilidad genética. "Las especies silvestres toleran mejor las adversidades y se adaptan, a través de cambios genéticos más drásticos, de manera natural, ya que no reciben determinados insumos que sí que reciben las variedades comerciales", apunta la investigadora del CITA.

Estos cultivos se enfrentan a numerosos retos.
Estos cultivos se enfrentan a numerosos retos.
Rafael Gobantes

La investigación que ahora arranca se centra en el estudio de la acumulación de antocianinas en plantas de lechuga sujetas a estrés por sequía, que en el futuro podría ayudar a mejorar dos de las principales debilidades de este cultivo: su bajo contenido en compuestos bioactivos y su baja tolerancia a la sequía. "Las antocianinas son unos pigmentos que dan el color rojo a las lechugas de este tipo de hoja. Son antioxidantes y beneficiosos frente a diversas enfermedades como las cardiovasculares", apunta la investigadora que lidera este proyecto.

"Queremos centrarnos en los aspectos genéticos. Cuando suceden alteraciones de temperatura o episodios de estrés hídrico, las variedades activan una serie de genes y desactivan otros para poder resistir mejor estas situaciones", indica Aurora Díaz. "Queremos saber qué genes ‘se encienden’ y cuáles ‘se apagan’ para, posteriormente, poder controlarlos nosotros", agrega.

En cuanto al contenido en compuestos beneficiosos para la salud, hasta la fecha existen varios casos de lechugas enriquecidas, concretamente en calcio y en vitamina C. Sin embargo, son organismos modificados genéticamente (OMGs), lo que conlleva muchas dificultades a la hora de su comercialización, especialmente en Europa. Este estudio, por el contrario, pretende aprovechar los mecanismos endógenos que la planta despliega para tolerar la sequía con el fin de aumentar su contenido en antocianinas.

Por ello, este proyecto se abordará desde un enfoque multidisciplinar. En una primera etapa se realizará una evaluación bioquímica de los recursos fitogenéticos (cuantificación de antocianinas y evaluación de su bioactividad). Después, se realizarán estudios transcriptómicos (expresión de genes inducidos bajo estrés hídrico) y genómicos (búsqueda de polimorfismos en genes candidatos). Finalmente, el objetivo a largo plazo sería obtener variedades más resilientes a la sequía, cuyo cultivo también sería más sostenible, y que además estén enriquecidas en compuestos bioactivos como las antocianinas.

En este estudio participan, además, la Fundación Universidad San Jorge, la Universidad de Zaragoza y la empresa Ramiro Arnedo S.A. El proyecto pertenece a la convocatoria 2022 ‘Proyectos Generación de Conocimiento’, del Plan Estatal de Investigación Científica, Técnica y de Innovación 2021-2023 del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional. Tiene una duración de cuatro años y cuenta con un presupuesto de 112.500 euros.

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