Al principio, a Álvaro Legido no le interesaba mucho la apicultura. Su padre se dedicaba a ello como segunda actividad y, aunque él veía esta labor a diario, trabajaba como personal de mantenimiento en diferentes fábricas y no quería ocuparse los fines de semana. Sin embargo, cuando en 2011 se quedó en el paro decidió ayudar a su progenitor a trabajar con algunas colmenas y se enganchó a ello hasta el punto de que se convirtió en su medio de vida.

El resultado es Monte Real, un proyecto con el que produce, envasa y distribuye distintas variedades de miel natural, sin aditivos ni conservantes. "Al final vas a tu aire, trabajas a tu manera y estás en el campo, que es algo que me encanta. Te distribuyes el tiempo como quieres y estás en un entorno muy bonito", explica Legido sobre las ventajas del cambio de rumbo que experimentó.

Su padre, su abuelo y su madre se dedicaban más a la venta de enjambres, pero él se decantó por la venta directa de miel, que lleva a cabo con particulares y diversas tiendas situadas en Zaragoza y La Muela, así como vía ‘online’ a través de su web. "Tenemos las colmenas en distintos puntos de las provincias de Zaragoza y Soria, pero el asentamiento principal está en Monreal de Ariza, que es donde empezamos con ellas y un lugar al que siempre hemos estado vinculados por ser de allí la familia de mi padre", apunta el apicultor, que tiene en La Muela las instalaciones para la producción y el envasado.

Galardones en Biescas

El mayor reconocimiento a su trabajo le llegó en las dos últimas ediciones de la Feria de Primavera de Biescas, donde se hizo con sendos premios del jurado profesional, en 2022 gracias a una miel de bosque y en 2023 a una de romero. "Me supuso una gran satisfacción. La gente valora los reconocimientos de este tipo y además, el galardón te permite participar en la feria de otoño, que representa un escaparate ideal en el que te conocen muchas personas", expone Legido.

No obstante, destaca que actualmente su situación laboral ha empeorado. "La cosa no va bien y existe mucha incertidumbre. Llevamos años enlazando malas cosechas, aunque es algo generalizado en el sector. Hay una gran mortandad en las colmenas últimamente, principalmente por la varroa, un parásito que las daña notablemente y cuyos tratamientos son cada vez menos eficaces", indica el profesional, añadiendo que el clima también supone un importante problema, pues a las abejas les afecta tanto el intenso calor como las lluvias. Por ello, ‘juega’ con la trashumancia: "Tengo que mimarlas, llevándolas en verano a sitios con altura o allá donde hace menos calor, y cerca de las flores. Mientras que en invierno busco sitios más resguardados del aire".

Su día a día laboral puede cambiar mucho según la época del año. "A principios empiezo dándole tratamiento a todas las colmenas. Luego, en primavera, intento partir enjambres para reponer las abejas muertas en invierno y sacar miel. Después, en verano, las muevo y hago las trashumancias para aprovechar la flora de las diferentes zonas y llevarlas a un lugar u otro en función de las condiciones climáticas. Al final del verano saco la miel de nuevo y en otoño preparo las colmenas para que pasen el invierno con el mayor confort posible, poniéndolas en el espacio justo que necesitan", manifiesta Legido, que extrae la miel igual que lo hacía su padre, con máquinas manuales y muy sencillas.

Por último, el apicultor se marca como objetivo incrementar la producción e intentar tener el mínimo número de bajas posible en sus colmenas, algo que cada año "se hace más difícil".