Con el objetivo de prolongar la vida útil de los alimentos a través de retrasar su descomposición a causa de las bacterias, la empresa aragonesa Infinitia ha desarrollado un nuevo material microestructurado que se incorpora al fondo de la bandeja donde se produce el contacto con el alimento.

Lo que diferencia a este material, que es capaz de reducir la proliferación de bacterias en torno a un 90%, es que se inspira en la naturaleza. "Habíamos probado otro tipo de materiales como pinturas o barnices, pero su aplicación es mucho más complicada y acaban por perder adherencia o propiedades", explica Javier Sanz, CEO de Infinitia. "Esta idea se basa en la modificación de la estructura de los materiales para que tengan las propiedades estudiadas", añade.

Sanz explica que se eligió la pechuga de pollo porque es "el peor escenario. Es uno de los alimentos que mayor degradación bacteriana sufre", pero el máximo responsable y fundador de Infinitia explica que las conclusiones de este proyecto "pueden aplicarse a casi cualquier otro alimento cárnico", sin embargo, "sí que es necesario hacer ajustes y estudios a la hora de aplicar estos materiales en los diversos tipos de materiales de los que están hechos los diversos envases", añade.

Infinitia, fundada en 2014, está especializada en aportar soluciones innovadoras al sector industrial y dar apoyo en las distintas fases del negocio, desde el concepto hasta la industrialización, con un triple objetivo: contribuir a que las empresas desarrollen con éxito su actividad, mejoren estratégicamente su competitividad y consoliden su posicionamiento en el mercado. Desde sus inicios trabaja tanto para pequeñas empresas como para grandes multinacionales, bien porque no disponen de ciertas competencias o porque deciden externalizar ciertas áreas de su organización para ser más ágiles o eficientes.

Se trata de una firma pionera en ingeniería forense de materiales en Aragón, que es la rama de la ingeniería encargada de investigar las causas y las consecuencias de un fallo para prevenir que se produzca en el futuro o resolver conflictos de responsabilidad. "Es una ciencia que se centra en investigar, hacer preguntas, realizar análisis en el laboratorio, reproducir el fallo, etc., para determinar por qué se ha producido el fallo y encontrar una solución", explica Javier Sanz, CEO de Infinitia. "Los casos más habituales son los fallos que afectan a la pérdida de funcionalidad o la calidad del producto final, que la mayoría de las veces están causados por una anomalía en el proceso de fabricación o un mal uso del producto. Su identificación se ha convertido en una prioridad para las empresas porque conllevan un riesgo y un coste elevado", añade.

Crecimiento anual del 30%

Infinitia cerró el ejercicio 2022 con una facturación total de 1,2 millones de euros. En los últimos tres años ha registrado un crecimiento anual del 30%.

Los sectores que aglutinan la mayoría de los proyectos de Infinitia son los de los electrodomésticos y las empresas de automoción, del metal y de la industria química, pero cada vez sus clientes son más variados. De hecho, son las empresas fabricantes de envases y las alimentarias los clientes a los que se orienta el nuevo proyecto que ha desarrollado esta innovadora empresa.