Los bancos centrales presionan a las familias con tipos altos durante años

El BCE y la Fed se acercan al final del ciclo de subidas, pero los hogares más endeudados sufrirán la resistencia a la baja de los precios.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, tras la reunión de este jueves 15 de junio.
Christine Lagarde, presidenta del BCE.
Kai Pfaffenbach/REUTERS

Tipos de interés altos durante más tiempo de lo previsto. Es el mantra que desde hace meses anticipan los principales bancos centrales del mundo, incluso ahora que las políticas monetarias se acercan al final de este meteórico ciclo de subidas.

Nunca antes se había vivido algo similar. Desde que en marzo de 2022 la Reserva Federal estadounidense (Fed) se embarcara en la lucha contra la inflación, el organismo ha acometido diez subidas de los tipos de interés. Del 0% al 5,25% en apenas un año. Y casi con la misma rapidez se ha movido el Banco Central Europeo (BCE), que desde julio de 2022 ha elevado en ocho ocasiones su tasa de referencia, del 0% al 4%. Esta semana, ambos organismos han dejado claro que los niveles actuales de inflación -del 4% en EE UU y del 6,1% en la zona euro- dejan margen para acometer un par de subidas más este año. Así que, el techo está muy cerca. Pero eso no implica que el siguiente paso sea a la baja. Ni mucho menos. Los consumidores están condenados a vivir en un escenario de tipos altos al menos hasta 2025, cuando se prevé que la inflación se acerque al objetivo del 2%. "La política monetaria restrictiva está siendo menos efectiva que en otras ocasiones", explica Pedro del Pozo, director de inversiones de Mutualidad de la Abogacía. Y esa lentitud en su transmisión -se estima que las subidas de tipos tardan tres o cuatro trimestres en llegar a la economía real- indica que lo peor está por llegar, en forma de una desaceleración que, de nuevo, afectará más a los hogares endeudados.

El Banco de España advierte que con una subida de tipos de 400 puntos básicos (como la acometida desde julio), el porcentaje de hogares vulnerables -aquellos en los que la carga de deuda supera el 40% de su renta- se incrementaría del 10,4% actual al 13,9%. En términos absolutos, esto implica que a las 1.120.000 familias que ahora destinan cuatro de cada 10 euros de sus ingresos a pagar deudas, se sumarían 380.000 más, hasta sobrepasar los 1,5 millones de hogares vulnerables. Y todo en un entorno en el que los intereses de los préstamos -tanto al consumo como a vivienda- no han parado de subir, al calor de esa política restrictiva del banco central.

Todos coinciden en que la restricción al crédito irá a más. "Los flujos netos a las empresas ya se están contrayendo y, si bien los hogares aún se habían visto poco afectados por las restricciones, es probable que estas sean más acusadas a la vuelta de las vacaciones", anticipa Patrice Gautry, economista jefe de Union Bancaire Privée.

A cambio, parece difícil que la 'cara A' de las subidas de tipos -la esperada mejora en la remuneración del ahorro- llegue en el corto plazo. Y es que la gran banca, que copa la mayor parte de los depósitos de los hogares, sigue siendo reacia a trasladar el alza de tipos a cuentas y depósitos con la misma intensidad que lo han hecho en los préstamos.

Precios al alza

El máximo exponente de este escenario está en la evolución del euríbor, que esta semana sobrepasó el 4% en tasa diaria por primera vez desde 2008, dejando la media provisional de junio en el 3,929%. A efectos prácticos, esto implica un encarecimiento de unos 300 euros mensuales en la hipoteca media. "Ahora es más caro endeudarse, pero también hay una normalización de la deuda y el ahorro que era necesaria", matiza Francisco Rodríguez, economista de Funcas. No obstante, deja claro que "el acceso a la vivienda, que ya era complicado, se vuelve más complejo porque el coste financiero es una variable esencial para ello".

Conclusión: las familias tendrán que seguir ajustando sus presupuestos en un momento en el que, por si fuera poco, los salarios no terminan de ajustarse a una inflación que se resiste a descender con contundencia.

Es más, el BCE acaba de elevar sus previsiones para el IPC. Ahora espera que la tasa general se sitúe todavía en el 5,4% en 2023, en el 3% en 2024 y, ya más cerca del objetivo, en el 2,2% en 2025. En esta estimación impacta de forma notable la previsión del precio de los alimentos, que es la rúbrica de mayor peso en la cesta de la compra. En mayo, crecieron al 12,5% en la zona euro. En España, al 12%.

Además, las familias tendrán que afrontar esta nueva era de tipos altos con la previsible vuelta a la austeridad presupuestaria que obligará a la gradual retirada de las ayudas públicas. Ayudas que, precisamente, están detrás de la necesidad de que el BCE siga siendo restrictivo durante más tiempo para compensar el impacto de esos estímulos sobre la inflación.

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