Entrevista

Salvador Bautista: "La empresa familiar no pide nada al Gobierno, solo que nos deje competir"

El vicepresidente del Fórum Familiar del Instituto de Empresa Familiar explica los retos que aborda el encuentro nacional que se celebra en Zaragoza. Bautista es miembro de la quinta generación de accionistas de Bergé y Compañía, empresa fundada en Bilbao en 1870.

Salvador Bautista, vicepresidente del comité ejecutivo del Fórum Familiar del Instituto de la Empresa Familiar, en Zaragoza.
Salvador Bautista, vicepresidente del comité ejecutivo del Fórum Familiar del Instituto de la Empresa Familiar, en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Se está celebrando en Zaragoza el 19 Encuentro Nacional del Fórum Familiar ¿Qué es?

El Fórum es el punto de encuentro de las siguientes generaciones de las empresas familiares, sin prejuicio sobre cuál va a ser el rol de esas personas en la empresa familiar, un colectivo que está entre los 20 y los 45 años. Es el lugar ideal para prepararse para ese relevo desde el punto de vista no solo académico sino de conocimiento compartido de experiencias. El Encuentro Nacional de todas las asociaciones territoriales es el acto principal del Fórum, un congreso anual con ponencias y actividades que fomentan todo ese intercambio de experiencias. Este año se celebra en Zaragoza donde está siendo un éxito de participación, asisten 350 personas.

El lema del Encuentro es ‘El latido de España’. ¿Por qué?

La sociedad civil española, y dentro de ella las empresas y dentro de estas las familiares, son las que cada día hacen latir a este país. Se trata de transmitir esa idea de que detrás del país están sus empresas y esas son las que impulsan la economía y el empleo. La empresa familiar representa el 90% de las empresas, el 70% del empleo y 60% del PIB de España.

El momento actual es complicado e incierto. ¿Cómo lo afrontan los sucesores de las empresas familiares?

Las empresas familiares tienen una cualidad que las distingue, su vocación a largo plazo. Eso les hace capaces de transcender a la coyuntura. Si no estás pensando en maximizar el beneficio en un momento concreto, si no estás pensando de forma cortoplacista y tienes un proyecto para varias generaciones afrontas la crisis de otra manera. Y un aspecto muy diferencial son los valores, que en los momentos de crisis es cuando se ven de verdad. Las siguientes generaciones de las empresas familiares han mamado esos valores de sus mayores, los han visto en casa desde pequeños y saben que esos valores y el compromiso a largo plazo es lo que han permitido a las empresas familiares resistir a las crisis de una forma sólida.

¿Cómo se conjuga ser empresa y familia?

No quiero repetirme pero, sobre todo, con valores, con responsabilidad y sabiendo que una cosa es la familia y otra la empresa, que son dos proyectos diferentes.

¿Se está consiguiendo romper ese dato de que el 80% de las empresas familiares no supera la tercera generación?

Bueno, nosotros (Bergé y Compañía) estamos ya pensando en la sexta generación. Uno de los problemas es el tamaño y es cierto que te encuentras más empresas de la primera y segunda generación que con más generaciones. El reto que tenemos las empresas que estamos más allá de la tercera generación es ser capaces de sobrevivir y a ese reto contribuye mucho el ecosistema de las empresas familiares porque, y lo he visto en la mía, nosotros hemos llegado hasta donde hemos llegado por la intuición de gente que navegaba un poco en la niebla y creo que las asociaciones y la posibilidad que ofrecen de compartir experiencias disipa esa niebla. En España, el Instituto de la Empresa Familiar lleva 32 años ayudando mucho y creando una construcción mucho más sólida alrededor de las empresas familiares. Con suerte en unos años será un mito eso de la tercera generación.

¿A qué retos se enfrentan?

Uno es la gobernanza, cómo gestionar un mundo que está cambiando muchísimo. Todos tenemos también una gran inquietud con la atracción de talento y tenemos que saber explicar mejor el ESG (información medioambiental, social y de gobierno corporativo), que las empresas familiares llevamos mucho tiempo haciéndolo y llamándolo de otra manera. Estamos en un mundo en el que está esa dicotomía entre el empresario y el emprendedor: el emprendedor es un señor que va a trabajar en zapatillas y mola muchísimo y todo el mundo quiere trabajar con él y el empresario es un señor con bombín y puro y es malísimo. Tenemos que explicar que el empresario es un emprendedor que ha triunfado y que las empresas familiares no somos empresas rancias antiguas sino que también molamos.

Metaverso, inteligencia artificial, digitalización... La tecnología lo impregna todo, ¿también en la empresa familiar?

Probablemente ahora tenemos las mejores empresas que ha tenido España nunca, aunque creo que hace falta un marco para poder crecer y competir internacionalmente. La apuesta por la tecnología es decidida, pero una cosa es invertir en tecnología y otra muy distinta que tengas la munición para hacerlo y eso te lo da el tamaño. Es uno de nuestros retos, no el digitalizarnos e introducir la tecnología, sino tener los recursos y los medios para jugar ese partido.

¿La sucesión da muchos quebraderos de cabeza?

Paradójicamente las empresas familiares, que somos las que tenemos el problema de sucesión más grande, somos las que tenemos los mecanismos de sucesión más oxidados. Las empresas no familiares cambian de consejero delegado cada cinco o seis años, nosotros cada mucho más, porque normalmente llega una generación y ahí está hasta que le llega el momento de la sucesión, que muchas veces suele ser por fallecimiento o por el retiro cuando son muy mayores. La sucesión es un reto importante, por eso hay que trabajar en los protocolos, preparar mejor a las siguientes generaciones, que aprendan de casos comparados de España y de fuera del país e institucionalizar y profesionalizar el gobierno, que ayuda a que la sucesión sea ordenada y mejor.

Con la elevada inflación y los tipos de interés al alza ¿es momento para invertir? ¿Las nuevas generaciones innovan con nuevos mecanismos de financiación?

Si se ve la oportunidad y se dan las condiciones, siempre es momento para invertir. Invertir depende mucho del momento de cada empresa, pero la que tiene que invertir y no lo hace, sea cual sea el contexto, es una empresa que morirá. Evidentemente la financiación es un reto y además venimos de unos años en los que obtener dinero ha sido fácil y muy barato, pero yo creo que parte de esa visión a largo plazo que tiene la empresa familiar es invertir cuando toca y en España somos gente preparada y creativa y existen mil formas para disponer de financiación.

¿La empresa familiar aragonesa tiene alguna cualidad distintiva?

Aragón tiene un ecosistema de la empresa familiar espectacular y además las empresas familiares aragonesas tienen dos cualidades, una es el arraigo al territorio y la otra, la lucha contra la despoblación, porque las empresas familiares tienen mucha capacidad de ser tractores, de generar empleo y agrupar personas en zonas donde apenas hay población.

¿Son muy diferentes las generaciones actuales de aquellas a las que van a suceder?

Se dice mucho que los jóvenes de ahora son más débiles, no tienen compromiso, que lo primero que preguntan es cuánto van a ganar y cuántas vacaciones van a tener y eso es injusto. Cada generación tiene sus problemas y cada una está preparada para afrontar el reto que le toca. La generación que viene ahora es más digital y a lo mejor es diferente a la anterior a la hora de afrontar problemas, pero también van a afrontar problemas distintos. Las nuevas generaciones están sobradamente preparadas para afrontar los retos del futuro.

¿Cómo se ve desde los ojos de los jóvenes ese futuro?

Con mucha incertidumbre, si tienes espíritu emprendedor y eres inquieto, las épocas de incertidumbre son también de oportunidad y las empresas familiares se caracterizan por su espíritu emprendedor, por su intraemprendimiento, que tiene que ver mucho con el relevo generacional. Y si de verdad hemos sido capaces de trasladar ese espíritu emprendedor que hemos visto en nuestro mayores podemos ver el futuro como una oportunidad.

¿Qué echan de menos de las políticas económicas del Gobierno?

Sinceramente pienso del Gobierno lo mismo que pensamos los aficionados del fútbol de los árbitros. Que no nos dé nada, pero tampoco nos quite nada. Que nos deje competir. Echamos de menos un clima de mayor diálogo y menos hostilidad, como todos en España, porque el clima está muy crispado y enseguida se llega al ataque personal. Lo que se hizo en la España de la transición se hizo básicamente entendiéndose entre diferentes y creo que ese espíritu hay que mantenerlo. No pedimos nada, solo que se nos deje trabajar tranquilos.

¿Ninguna medida concreta?

Lo que necesitamos es un marco jurídico flexible que nos permita desarrollar nuestra actividad y competir con el resto de las empresas del mundo.

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