CONSUMO

La sequía hace estragos con el aceite y eleva la tensión del jamón

El epígrafe de 'aceites y grasas' se encareció un 38% el año pasado.

Recurso aceite de oliva virgen extra
El epígrafe de 'aceites y grasas' se encareció un 38% el año pasado
Pixabay

'Todo ha subido en el súper'. 'Con 50 euros cada vez tienes menos dinero para hacer la compra'. Son expresiones que cualquier consumidor puede escuchar en la fila de cualquier establecimiento antes de llegar a pagar. No le falta razón, con una inflación de los alimentos que en 2022 ha superado ampliamente el 15% con respecto a la del ejercicio anterior.

Sin embargo, hay muchos matices que el propio bolsillo de los consumidores habrá notado estas últimas semanas: los registros del INE (Instituto Nacional Estadística) revelan que solamente entre lo que ha subido la barra de pan, la leche, los derivados lácteos (como los yogures) y el aceite de oliva explican por sí solos 1,5 puntos de todo el IPC.

Precisamente en el aceite de oliva se encuentra uno de los problemas para los ciudadanos, habida cuenta de que se trata de uno de los productos más utilizados a la hora de cocinar. Solo en diciembre, el epígrafe de precios de 'aceites y grasas' se incrementó más de un 6%, en apenas 30 días con respecto a los datos de noviembre. Y durante todo 2022 el aceite llegó a costar un 38% más que en 2021. De ahí que cada vez sea menos extraño ver en las estanterías de los comercios un litro de aceite de oliva a más de seis euros por botella, cuando hace apenas un año costaba tres euros e incluso menos.

Para rematar esos costes disparados, la realidad es que el aceite de oliva sufre los efectos de una sequía como la que el año pasado afectó a todos los territorios más productivos, liderados por Andalucía. Y de aquella meteorología llegan ahora las consecuencias, con unos precios mucho más elevados. Además, se une una demanda de este producto cada vez mayor después de los problemas de importación de aceite de girasol que hubo desde que comenzó la guerra en Ucrania, uno de los graneros y abastecedores de este vegetal para el resto de Europa, en general, y de España, en particular.

Pero no es el único producto que está sufriendo los estragos de la sequía. También el jamón de cerdo. La falta de lluvias ha provocado que buena parte de las dehesas extremeñas, andaluzas y de la Meseta hayan quedado casi desabastecidas de bellotas, este peculiar fruto del que se alimentan los porcinos para obtener el ibérico.

Ante la falta de la materia prima, no pueden ser tantas las cabezas que se echen al campo para pastar durante estos meses para mejorar las crías y así tener más producto disponible de cara a los próximos meses. Una vez pasada la campaña de Navidad -una de las etapas del año de mayor demanda de jamón-, la realidad se hace sentir en un sector que también está viendo cómo se elevan los costes.

Al incremento de precios de las variables habituales como los costes energéticos o los del transporte, se ha unido ahora la falta de bellota con calidad para poder alimentar a los cerdos. La otra alternativa, la de utilizar piensos, tampoco sale mucho más barata. Todos los compuestos han elevado sus precios, tal y como ha ocurrido con los fertilizantes para la agricultura, dejando al jamón solo para bolsillos sibaritas.

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