¿Cómo surge la escritura de este poemario?La verdad es que no estoy muy segura de como surge. Creo que, aunque empecé a escribirlo a comienzos de verano, algunos versos e ideas llevaban en mi cabeza mucho tiempo. Simplemente, se dio la situación para convertir todos esos pensamientos en poemas y al ordenarlos surgió Cuan plegue o colapso.

¿Qué ha significado ganar el Premio Arnal Cavero?En primer lugar, una gran sorpresa y una gran alegría. Pero también un gran impulso y la demostración de que solo existen las barreras que creamos en nuestra mente. Hacía quince años que este premio no lo ganaba una mujer y desde 1988 solo lo habían ganado tres mujeres. Yo pensaba que era imposible ser la cuarta mujer en ganar este Premio, y menos con un poemario, cuando hace también más de una década que nadie ganaba el premio con este género. Por supuesto, aún esperaba menos ganarlo con una obra que reivindica el medio rural y la importancia de las mujeres a la hora de mantener vivos el idioma y el territorio. Este premio me ha demostrado que todos esos impedimentos estaban solo en mi cabeza y estoy muy feliz de ver publicado el poemario.

En el libro aborda varios aspectos de su vida como la maternidad, el territorio o el papel de la mujer, que reivindicas. ¿Cómo se interrelaciona todo esto a través de la poesía?La poesía es la herramienta en la que mejor expreso todos esos pensamientos que tengo en la cabeza. Creo que, como otras formas artísticas, la poesía surge de lo más profundo y encuentra el hilo que cose todas esas ideas y las convierte en una sola. Pero viéndolo desde fuera del ámbito poético, también me resulta difícil separar la maternidad del territorio en el que habitamos y que nos provee de los recursos que necesitamos para vivir, y, al mismo tiempo, resulta imprescindible reivindicar la importancia histórica de las mujeres para sostener el territorio y todo lo que lo compone.

Durante la presentación en Zaragoza relacionaba también la situación de cuasi extinción de la fabla con la pérdida de biodiversidad. ¿Cómo se produce esta relación?Es bien conocido el hecho de que los esquimales tienen muchas palabras diferentes para denominar la nieve según el estado en el que está. En todas las lenguas pasa algo parecido: evolucionan en un paisaje y tienen palabras únicas para describir todos los elementos que lo componen. En el caso del aragonés, se trata del idioma que más riesgo tiene de extinguirse en Europa, ya que es el que menos hablantes tiene en la actualidad. Y al mismo tiempo estamos viendo cómo se degradan los ecosistemas tradicionales aragoneses y vamos perdiendo biodiversidad. No solo perdemos esa diversidad de especies animales, vegetales y de hongos. También las palabras nativas que les dan nombre y que los sitúan en el espacio. Al desaparecer las palabras, nos olvidamos de que esos elementos existen, dejamos de cuidarlos y conservarlos, olvidamos las historias asociadas a ellos y es más fácil que desaparezcan.

¿Qué haremos cuando llegue el colapso? ¿Podemos evitarlo de algún modo?Soy optimista por naturaleza, así que creo —o quiero creer— que aún estamos a tiempo de llevar a cabo acciones que mitiguen el impacto del colapso climático y de la falta de biodiversidad, pero es cierto que debemos actuar ya. Y para ello es imprescindible apostar por la ganadería extensiva y el pastoralismo para recuperar nuestros ecosistemas, disminuir el consumo de plásticos y de combustibles fósiles, y apostar por la agroecología y la alimentación local.

¿Cuál va a ser la próxima aventura literaria de Lucía López Marco?La próxima aventura va a ser un recopilatorio de algunos textos que he ido publicando en Mallata.com y algunos nuevos, todos relacionados con la temática del blog (ganadería extensiva y razas autóctonas, conocimiento ecológico tradicional, mujeres rurales, vida rural, etc.). Se publicará en 2023.