Heraldo del Campo

Pistacho: el nuevo oro verde que se extiende por los campos aragoneses

Si hace doce años este cultivo solo ocupaba unas tres hectáreas, ahora ya son 1.000 las repartidas por la Comunidad, aunque la mayoría de ellas todavía no han entrado en producción.

Tras su recolección, los pistachos tienen que pasar, antes de 24 horas, por una procesadora en la que se realiza su limpieza y su necesario secado.
Tras su recolección, los pistachos tienen que pasar, antes de 24 horas, por una procesadora en la que se realiza su limpieza y su necesario secado.
ANDOVAL

Se le conoce como el ‘oro verde’ y no es solo por ese color brillante que identifica su fruto, sino por su alta rentabilidad, muy superior a la de otras especies de leñosos como el almendro, el viñedo o el frutal. De hecho, según los diferentes estudios, una hectárea de pistachero puede proporcionar, cuando se encuentra a plena producción, unos ingresos de entre 6.000 y 9.000 euros, una cifra mucho más elevada si esta certificado como producción ecológica. Y además, en ese momento, el desembolso que exige su cultivo no excede de los 1.000 euros por hectárea. Claro que para llegar a esos números hay que tener paciencia, porque desde el momento de la plantación hay que esperar entre seis y ocho a años a que estos árboles, similares a los del almendro y que resisten sin excesivo problemas a los climas más rigurosos, den una producción adecuada. Y hasta que comienzan a dar fruto -años en los que no se recogen beneficios-, el gasto que exigen sus cuidados puede elevarse, según esos mismos estudios, hasta los 30.000 euros por hectárea.

No es un cultivo nuevo en España. Originario de Asia, el pistachero llegó a la península de mano de los romanos. Su cultivo se mantuvo durante la época árabe, pero en la Edad Media -el fruto fue incluso prohibido por la Inquisición por sus connotaciones sexuales- comenzó su declive y llegó incluso a desaparecer de las tierras agrarias españolas. Sería necesario que pasasen cinco siglos para que este fruto seco -muy demandado en Europa- fuera rescatado del olvido. Fueron los agricultores castellanomanchegos -y concretamente un grupo de pioneros productores de Ciudad Real- los que en los años 80 decidieron recuperar el cultivo de este fruto de origen semidesértico, que prolifera en climas secos y que demanda poca agua.

Algo más tarde llegó la ‘moda’ de la producción del pistacho a Aragón. Porque a pesar de que llos primeros árboles que se plantaron allá por los años 70 en España están en Zaragoza -concretamente en uno de los campos de experimentación que el Centro de Innovación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón tiene en el Campus de Aula Dei- no sería hasta ya entrado el siglo XXI cuando unos arriesgados agricultores decidieron buscar una alternativa para sus cultivos que entonces no pasaban por el mejor momento.

Las primeras plantaciones llegaron a tierras aragonesas en 2010, pero se trataba todavía de una superficie mínima, apenas tres hectáreas, cultivadas todavía a nivel experimental.

Fue a partir de 2018 cuando el interés de los agricultores por este apreciado fruto seco comenzó a vivir un auténtico ‘boom’ en Aragón. Actualmente son ya 1.000 las hectáreas que ocupan los pistacheros en la Comunidad -aunque, de momento, solo una pequeña parte está en plena producción- y las expectativas apuntan a un incremento continuado.

Ángel Morlanes es uno de aquellos pioneros que allá por 2010 decidió arriesgarse con un cultivo inusual en Aragón. Lo hizo, explica el también presidente de la Asociación de Pistacheros de Aragón (Apistar), porque quería buscar una alternativa a sus viñedos, un cultivo que por aquel entonces atravesaba un mal momento en la comarca de Calatayud de la que es oriundo. Como él, también lo hicieron otros agricultores, muy pocos, "apenas tres más", señala Morlanes, que recuerda que entre todos juntos apenas sumaban las tres hectáreas.

Algo más de diez años después el cultivo del pistacho en Aragón ha ido ganando terreno y ya son 1.000 las hectáreas que ocupa este fruto seco en la Comunidad, según las estadísticas agrarias del Gobierno de Aragón. El verdadero impulso comenzó en 2018 cuando comenzaron a conocerse los buenos resultados que los agricultores de Ciudad Real, los verdaderos artífices de la recuperación de este cultivo en España, estaban obteniendo con este cultivo. Los aragoneses quisieron seguir sus pasos y las producciones comenzaron a hacerse visibles prácticamente por todas las comarcas de las tres provincias aragonesas.

Dos han sido los motivos principales que explican este avance. Por un lado, señala Morlanes, buscar alternativas a los "cultivos de siempre", pero, sobre todo, ha sido la rentabilidad del conocido como ‘oro verde’ el que está despertando el interés de los agricultores. Su precio es mucho mayor, por ejemplo, que el de otros frutos secos como la almendra. En origen, un kilo de pistachos puede alcanzar entre los 4,5 y los 5,5 euros el kilo. Pero además es un producto muy demandado, especialmente en Europa, tanto para su comercialización como snack, como para su uso en la industria -esencialmente en Italia donde se demanda tanto para heladerías como para la producción de harinas-, para lo cual se cultivan variedades específicas (kerman, sirora, cornicabra o karmala, todas ellas presentes en Aragón).

Ángel Morlanes, presidente de la Asociación de Pistacheros de Aragón, en su plantación de pistacho.
Ángel Morlanes, presidente de la Asociación de Pistacheros de Aragón, en su plantación de pistacho.
A.M.

Hay además una tercera razón. A pesar de que se trata de una producción propia de áreas semidesérticas, "el pistacho está dando muy buenos resultados en las tierras aragonesas", detalla el presidente de Apistar. Así ha sucedido durante este 2022 tan complicado en el que los cultivos han sufrido el duro golpe de las bajas temperaturas de primavera, el abrasador verano y la ausencia de lluvias. El pistacho, sin embargo, ha sido una excepción. "Es un cultivo muy duro, que tolera la sequía mejor que otro tipo de árboles y además como su floración es más tardía que la del almedro, lo hace casi un mes después, no le han afectado las heladas primaverales", destaca Morlanes. Para ilustrar su argumento, el máximo representante de los pistacheros aragoneses explica que este año recogerá apenas el 15% de la producción de almendras que suele cosechar en un año normal. "Sin embargo, el pistacho lo tengo al 100%", añade.

Los primeros frutos

No todas las plantaciones que crecen ahora en la Comunidad están ya dando frutos. "Al 100% de producción hay muy pocas hectáreas", reconoce Morlanes, que recuerda que aunque el primer año el árbol comienza a dar algún pistacho para obtener una producción "comercialmente interesante" hay que esperar entre cinco y seis años si el cultivo está en regadío y en torno a ocho años si los árboles crecen en tierras de secano. Por eso, este año la cosecha -que ya ha comenzado- solo la recogerán aquellos que realizaron sus plantaciones en 2018. Y las estimaciones de los responsables de Apistar apuntan a que sus socios (integran unas 500 hectáreas) alcanzarán una producción que puede oscilar entre los 5.000 y los 10.000 kilos. Una horquilla bastante amplia porque, como explica Morlanes, "dado que las plantaciones son muy nuevas y están empezando a recoger ahora es difícil calcular una cifra exacta".

Eso sí, se estima que cuando las actuales plantaciones estén a pleno rendimiento podrían alcanzarse el 1,5 millones de kilos "e incluso alcanzar los dos millones de kilos", asegura el presidente de Apistar, que está convencido de que el cultivo irá conquistando nuevas tierras, pero se muestra cauto a la hora de poner cifras a esta expansión porque dependerá no solo de cómo evolucione el mercado del pistacho sino también, dado que se presenta como una alternativa, de cuál sea la deriva de otras producciones "tradicionales" a las que sustituye este cultivo originario de Asia.

Pensar en futuro

Dado que la producción aragonesa todavía es relativamente pequeña, la Asociación de Pistacheros de Aragón mira, al menos durante este año, al mercado más cercano y a los clientes locales, a los que quiere llegar mediante la venta directa, para evitar así "la pérdida de valor que se produce con los pasos intermedios", señala Morlanes.

Pero los productores ya están trabajando en fórmulas para llegar más lejos. Y para hacerlo juntos. Por eso, uno de los acuerdos alcanzados por esta organización en su última reunión pone el foco en la creación de una sociedad "con la que poder realizar las ventas conjuntamente", explica el presidente de Apistar. De hecho, concreta Morlanes, ya se han comenzado a dar los primeros pasos y se ha creado un grupo de trabajo para recabar información sobre los exigencias normativas y legales que hay que cumplir para hacer realidad esta propuesta.

No es la única iniciativa que Apistar tiene entre manos. La asociación participa además en dos proyectos de cooperación: Pistara y Pistacero.

El primero, coordinado por UAGA-COAG, y en el que participa junto con otros productores, empresas y centros de investigación, tiene como objetivo sentar las bases para orientar a los agricultores sobre las zonas más adecuadas para el cultivo del pistacho y las variedades que mejor se adaptan a cada una de ellas. Para ello se han colocado 42 estaciones meteorológicas repartidas por distintas comarcas aragonesas para recoger datos de temperatura y humedad, a lo que se suma los datos agronómicos aportados por los socios de la iniciativa sobre el comportamiento de cada variedad.

"Además se van a realizar quince catas experimentales con variedades que no son comunes, pero que corresponden a nuestro entorno mediterráneo y creemos que pueden funcionarmejor en la comunidad que otras traídas por ejemplo de Estados Unidos donde el manejo es totalmente diferente", matiza Morlanes, que detalla que este proyecto, impusado al calor del Plan de Desarrollo Rural, ha desarrollará hasta 2024.

Y a partir de este año y hasta 2025 también se desarrollará el proycto Pistazero, cuyo objetivo se centra en la promover, impulsar y divulgar técnicas de sistema de manejo sostenible en el cultivo de pistacho en secanos semiáridos y regadío, implementando técnicas de poda 4.0. Además, explica Morlanes, el proyecto incluye el estudio de cubiertas vegetales en los cultivos y su resultado en la producción.

Un proyecto joven, pionero e impulsado por dos veinteañeros

Se llama Pistachos Andoval. Está situada en la localidad turolense de Andorra. Y es la única procesadora de pistachos que existe en Aragón. Su puesta en marcha se debe al impulso emprendedor de dos jóvenes agricultores, los hermanos Jaime y Marcos Valero, que en 2018 sumaron a la explotación familiar -dedicada esencialmente a cereal de secano y regadío y almendro en secano- el cultivo de este fruto seco cuya implantación en Aragón comenzaba a dar sus primeros pasos. "Nos decidimos por este nuevo cultivo por dos razones esenciales, la primera por su rentabilidad, porque los precios (aunque ahora no están tan altos) eran muy interesantes, y también porque el pistacho nos ofrecía una alternativa a los cultivos con los que ya contábamos", detalla Jaime Valero.

Comenzaron entonces con apenas siete hectáreas. En 2019 añadieron otras 8 hectáreas y este último año han sumado las diez restantes hasta alcanzar las 25 hectáreas que ya ocupan los pistacheros en su tierras. Todavía no tienen producción, pero desde el momento mismo en el que plantaron los árboles se dieron cuenta de que iba a ser más que necesario disponer de una planta de procesado.

Y es que, explica Jaime Valero, tras recoger el fruto, este tiene que estar pelado y secado -hay que bajar un 6% la humedad para que no se produzca una aflatoxinas que resulta tóxica para el consumidor- en apenas 24 horas. El problema principal es que las plantas de procesado que existían hasta ahora se encontraban a más de 300 kilómetros de distancia, lo que complicaba el buen resultado de la producción aragonesa. Por eso los hermanos Valero -Jaime tiene 28 años y es ingeniero agrónomo y Marcos, de 26 años, estudió Ingeniería Química- decidieron lanzarse a la aventura de emprender levantando una empresa con la que realizar la limpieza, el pelado y el secado de sus propios pistachos, "pero también para dar servicios a terceros", detallan.

Esta primera planta se puso en marcha el pasado año con una capacidad para procesar hasta 300 toneladas de pistacho en verde. De momento, sus máquinas no han podido trabajar para la producción de los hermanos Valero, que esperan recoger su primeros frutos en estas campaña, pero han limpiado, pelado y secado la cosecha de diferentes agricultores no solo de Aragón sino también de Navarra y de la vecina provincia catalana de Lérida.

Jaime y Marcos Valero han puesto en marcha en Andorra la primera y única procesadora de Aragón.
Jaime y Marcos Valero han puesto en marcha en Andorra la primera y única procesadora de Aragón.
Andoval

La planta andorrana está dando sus primeros pasos y sus impulsores ya están pensando en un ampliación, porque estos jóvenes agricultores turolenses no se conforman con terminar el proceso industral con el secado de este fruto. Sus previsiones en un futuro próximo es dotar a su planta procesadora de la maquinaria necesaria para realizar la calibrar y clasificar los frutos, separar aquellos que están abiertos de los que no lo están y discriminar los vacíos e incluso extraer la pepita de los que están cerrados para destinarlos a usos industriales y de restauración en la que este fruto seco también es muy demandado especialment en el mercado europeo. "Tenemos planteado poder llevar a cabo este proyecto al año que viene", señala Jaime Valero, que cuenta también con una consultoría agrícola con la que asesora a otros agricultores.

Reconoce que levantar su planta no ha resultado fácil, que ha sido necesaria una "inversión fuerte" y que aunque han contado con ayudas públicas, "estas tardan en llegar", pero asegura estar satifecho por poder emprender en su pueblo. "No hay que esperar que nadie te ofrezca nada, cada uno tiene que buscarse las oportunidades porque es probable que nadie te venga a salvar", concluye Valero.

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