Heraldo del Campo

Nueve décadas de calidad en tierras pedregosas

La D. O. Cariñena no solo es la más grande de Aragón. Es la más antigua. Se creó hace 90 años y desde entonces ha recorrido un largo camino cuajado de éxitos, pero también de dificultades en el que ha avanzado con calidad, innovación y con la fortaleza de un cooperativismo que también fue pionero en la Comunidad.

El viñedo de la Denominación de Origen Cariñena se levanta sobre tierras pedregosas, una seña de identidad para los caldos de esta marca de calidad.
El viñedo de la Denominación de Origen Cariñena se levanta sobre tierras pedregosas, una seña de identidad para los caldos de esta marca de calidad.
D.O. Cariñena

Se extiende por 14 municipios, en los que se sitúan sus más de 14.100 hectáreas de viñedo. Integra a 32 bodegas y 1.398 viticultores, que esperan este año una cosecha superior a los 65 millones de kilos de uva. Sus caldos, más de 35 millones de botellas, han conquistado los paladares más exigentes de 60 países de los cinco continentes. Son las cifras con las que se presenta la mayor denominación de origen vitivinícola de Aragón. Pero la D. O. Cariñena luce también otro superlativo. Es la más antigua en la Comunidad y una de las primeras en toda España.

Su historia comenzó un 8 de septiembre de 1932. Ese día se aprobaba el Estatuto de Vino, un decreto con el que el Gobierno de la República quería evitar que los caldos españoles se utilizaran de forma aleatoria en el extranjero. Era el principio de las denominaciones de origen, un tren al que pronto se subió la de Cariñena.

No fue una casualidad. Cuentan los historiadores que esta figura de calidad surgió ante la necesidad de "identificarse, individualizarse y mostrarse original" en el turbulento mercado vinícola del primer tercio del siglo XIX. De hecho, la inquietud ya estaba presente entre las asambleas de viticultores aragoneses que desde 1916 ya apostaban por reivindicar el respeto al nombre de cada zona vinícola. Con este ‘título’ bajo el brazo, Cariñena comenzaba hace 90 años un camino que no siempre ha sido de rosas. Apenas había dado sus primeros pasos cuando la Guerra Civil engullía las ideas innovadoras con las que la nueva D. O. avanzaba hacia la mejora de las elaboraciones para adaptarse a unos nuevos gustos que rechazaban los vinos fortalecidos y de alta graduación en favor de unos caldos "más naturales".

No fueron fáciles las décadas de los 60 y 70, pero Cariñena fue forjando en estos años el marchamo de calidad con el que quería sorprender a los mercados. Lo hizo con nuevas variedades. Lo hizo cuidando su presentación en botella. Y, sobre todo, lo hizo a través del cooperativismo, que, con sus tropiezos y sus aciertos, fue transitando por la innovación, las tecnologías y la conquista de los mercados hasta convertirse en las grandes empresas que son ahora.

Los años trancurridos entre 1980 y 2007 fueron los testigos de las más importantes transformaciones, aquellas, señalan sus responsables, con las que la D. O. Cariñena no solo viviría su etapa de mayor de esplendor, sino la que le situaría entre las denominaciones más prestigiosas tanto por los volúmenes comercializados como por la relación calidad-precio de los vinos producidos. Unos caldos que desde 2011 hacen además honor a la tierra en la que se producen presentándose en el mercado como El Vino de las Piedras.

No han sido fáciles los últimos años, marcados por una nunca imaginable pandemia que cerró a cal y canto los mercados y una guerra que ha disparado los costes de producción. Pero la D. O. mira al futuro con la fortaleza y el buen hacer que han marcado ese largo pasado que ahora conmemora. 

El camino recorrido por la Denominación de Origen Cariñena desde que fuera una de las pioneras en España en conseguir este marchamo de calidad ha estado cuajado de éxitos y tropiezos, de momentos históricos y decisiones transcendentales y, sobre todo, de grandes protagonismos. Uno de los papeles principales de estos 90 años de historia lo jugó en Cariñena el cooperativismo, que lideró el impulso, la innovación y la mirada comercial. De hecho, la denominación de origen más antigua de Aragón puede presumir de contar en sus filas con la primera cooperativa que se creó en territorio aragonés. En 1944 nacía la Bodega Sindical Agraria de San Valero, impulsada por 66 socios (hoy más de 500). Tras ella y en los años posteriores irían surgiendo una tras otra las cooperativas de Tosos, de Longares, de Aguarón, de Paniza, de Villanueva de Huerva... que destacaron no solo por su importancia social -en la década de los 70 aglutinaban a más del 90% de los viticultores de la comarca- sino porque de su mano llegó a la denominación la tecnología más avanzada. Así, durante la década de los 60 y 70, todas las cooperativas aumentaron el número de socios, naves, depósitos y todo tipo de material necesario para la mejor elaboración y venta de productos. Y de nuevo Cariñena fue pionera, porque lo fue una de sus más antiguas cooperativas, San Valero, que en 1962 se convertía en la primera en Aragón -y la segunda en toda España- en introducir el embotellado industrial.

Si el cooperativismo ha sido su motor, la búsqueda de la mejor calidad se ha convertido en su principal apuesta. En la década de los 60 y 70 predominaban en tierras del Campo de Cariñena la viñas de la variedad garnacha (tinta y blanca). Había también cariñena o mazuela, juan ibáñez, bobal o monastrell, viura o macabeo y moscatell. De ellas se obtenían entonces vinos recios, de alto grado alcohólico (18 grados) que generaban, explican los escritos realizados por los expertos, problemas "muy importantes" de comercialización.

La oportunidad de mejora llegaría en agosto de 1971, cuando el Gobierno central decidió aprobar una línea de crédito para crianza. Muchas de las bodegas se acogen entonces a una medida que les permitirá introducir cubas de roble con las que incrementar paulatinamente las cualidades de los caldos. Hubo entonces intentos (frustados) de crear estructuras superiores que impulsaran la disponibilidad del embotellado, y aunque no llegaron a buen puertos, las bodegas no se amilanaron y "todas ellas sin excepción", señalan los expertos, mejoraron sus infraestructuras, ampliaron sus naves con nuevos depósitos subterráneos y áereos, introdujeron maquinaria moderna, la mayoría comenzó a instalar enormes depósitos metálicos exteriores y algunas invirtieron con cubas de robles. Las hubo que también se lanzaron a contruir una planta embotelladora. El resultado, lograr un producto final al gusto de los paladares más exigentes, un objetivo en el que no se ha dejado de invertir hasta el momento actual para convertir a las cooperativas -ya consolidadas en la década de los sesenta como auténticas empresas- en esas modernas firmas exportadoras que son hoy día.

Décadas de esplendor

Pero será a partir de los años 80 cuando Cariñena viva los momentos de mayor esplendor, gracias a los cambios estructurales y las decididas transformaciones que se realizan a partir de esa década en la denominación de origen. Decisiva fue la contratación de veedores -personas que controlan durante la vendimia determinados aspectos de la uva (cantidad y calidad) a la entrada de bodegas y cooperativas-. No menos importante fue el establecimiento del control -supervisado por un técnico- de entradas y salidas de vino de las empresas inscritas así como de las plantaciones, variedades y sistemas de poda. Resultó además esencial la contratación de un técnico agronómico para la investigación de las plagas y enfermedades del viñedo, que tendrá como misión la de ayudar a los viticultores para asegurar que las uvas lleguen en las mejores condiciones posibles y que serán el germén de la creación, años después, de la Agrupación de Tratamientos Integrados Agrarios (Atria). Y fue en esa década cuando, de nuevo, Cariñena vuelve mostrar su cara más innovadora. Entre sus viñedos se introduce una variedad foránea, la cabernet sauvignon, una medida pionera a nivel nacional, que se suma no solo a las ya existentes desde los primeros años de andadura sino también a otras más recientes como tempranillo y moscatel de alejandría.

2002. El 26 de junio de 2002, el entonces presidente de la Comunidad, Marcelino Iglesias, participó en la inauguración de las nuevas instalaciones de Grandes Vinos y Viñedos.
2002. El 26 de junio de 2002, el entonces presidente de la Comunidad, Marcelino Iglesias, participó en la inauguración de las nuevas instalaciones de Grandes Vinos y Viñedos.
D.O. Cariñena

Sin duda, la historia de Cariñena está ligada al carácter decidido de los 15 presidentes que han liderado su consejo regulador desde que este se constituyera en 1960, pero también al conocimiento y buen hacer de personalidades como el enólogo Luis Gasca -que hoy será homenajeado en los actos conmemorativos de este aniversario-. Formado en tierras francesas, Gasca incitó a las empresas de la denominación a perfeccionar la elaboración de los vinos. Con él, señalan los actuales responsables de la D. O., se innovó la viticultura en la zona de tal modo que los resultados obtenidos supusieron grandes avances en la enología que se estaba aplicando en la denominación.

La calidad se sirve en botella, pero de tres cuartos. Es una de las destacadas decisiones que se toman en la década de los 80, cuando se plantea que este es el formato que deben tener los vinos calificados con el sello de calidad y que se va a abandonar la presentación de botellas de un litro.

Aunque la producción ya gozaba del reconocimiento de los mercados, se hacía necesario impulsar su comercialización. Uno de los hitos que marca el progreso de la denomación llegó en 1997 de mano de cinco cooperativas que decidieron unir fuerzas para llegar más lejos en los mercados. El resultado de aquella colaboración -a la que se sumó el Gobierno de Aragón, a través del IAF y las entonces tres cajas aragonesas (Ibercaja, CAI y Multicaja, ahora Ibercaja y Caja Rural de Aragón-, fue la constitución de Grandes Vinos y Viñedos, una potente empresa, la mayor bodega de la denominación, que aglutina ahora a 700 viticultores cuyos viñedos ocupan una superficie de 4.359 hectáreas.

1993. El 12 de septiembre de 1993 se inaugura la Casa de la Viña y el Vino, un sueño conformado a lo largo de años que albergará en una segunda fase el Museo del Vino
1993. El 12 de septiembre de 1993 se inaugura la Casa de la Viña y el Vino, un sueño conformado a lo largo de años que albergará en una segunda fase el Museo del Vino
D.O. Cariñena

En toda esta historia merecen especial mención todos los consejos reguladores que han llevado las riendas de esta gran denominación. Un órgano de gestión que, sin embargo, no se instaló en la zona de producción hasta julio de 1982 -hasta entonces operaba desde Zaragoza- y que tendría que esperar hasta 1995 para disponer de un flamante espacio, la Casa de la Vina y el Vino, situada en Zaragoza, que integra además el Museo del Vino con el que Cariñena hace honor y repaso a su historia.

Un complicado escenario

Son estas algunas de las pinceladas que dibujan la trayectoria de esta marca de calidad, porque nueve décadas dan para mucho y ha sido largo, y no siempre fácil, el camino recorrido por la D. O. más grande de Aragón. Cariñena ha tenido que sortear adversidades climáticas que, en determinadas campañas, redujeron a la mínima expresión la cosecha o que incluso provocaron el arranque de viñedos. Ha hecho frente a crisis económicas a exigentes normativas europeas y, en estos últimos años, a un escenario global que nadie podía imaginar: una pandemia provocada por un coronavirus y una guerra en suelo europeo que han hecho tambalear el panorama económico marcado ahora por una crisis de suministros, por una elevada inflación y unos disparados costes de producción.

2021. Desde el 11 de junio de 2021, la Denominación de Origen Cariñena cuenta con un nuevo pleno encabezado por su presidente, Antonio Ubide Bosqued. Viticultor de 52 años y natural de la localidad de Aguarón, Ubide vuelve a llevar las riendas de la D. O. más antigua de Aragón como ya hiciera en el periodo 2013-2017
2021. Desde el 11 de junio de 2021, la Denominación de Origen Cariñena cuenta con un nuevo pleno encabezado por su presidente, Antonio Ubide Bosqued. Viticultor de 52 años y natural de la localidad de Aguarón, Ubide vuelve a llevar las riendas de la D. O. más antigua de Aragón como ya hiciera en el periodo 2013-2017
D.O. Cariñena

Y aunque el futuro se presenta incierto, la denominación más antigua de Aragón camina con paso firme hacia su primer siglo de existencia con el convencimiento de que "Cariñena siempre resurge a pesar de contratiempos y adversidades", puntualiza el consejo regulador, que preside desde el mes de junio Antonio Ubide.

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