"Los mensajes derrotistas pueden afectar mucho a la inversión"

Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Autónoma de Madrid, considera que nada hace pensar que el país pueda entrar en recesión. Al contrario, las previsiones apuntan a que 2022 se cerrará con un alza del PIB de un 4%. "¡Ojo a las expectativas que se tengan!", advierte, porque podrían cumplirse

Santos Ruesga, en el Palacio de la Aljafería, el pasado martes, invitado por el Consejo Económico y Social de Aragón (CESA).
Santos Ruesga, en el Palacio de la Aljafería, el pasado martes, invitado por el Consejo Económico y Social de Aragón (CESA).
Francisco Jiménez

¿Hay riesgo de que si sigue subiendo la inflación, España entre en recesión?

No hay por qué pensar que vamos a entrar en una recesión económica. Da la impresión de que en los últimos meses de agosto y parte de julio, en algunos países la inflación se está frenando. Cierto es que al mismo tiempo que se frena globalmente, hay una traslación a la inflación subyacente, que es más problemático, ya que la subida de precios se traslada a los productos de la cesta de consumo, pero con las políticas fiscales que se están aplicando y cierta moderación en la política monetaria de restricción del crédito podríamos mantener a lo largo de 2022 un nivel de crecimiento bastante razonable, del 4%, y aunque en 2023 se creciera menos, no tendríamos porque entrar en una fase depresiva.

¿Se podría volver a cierta normalidad en precios a mitad del año que viene?

Es difícil prever cuándo. No sé si tendrá algo más de recorrido esta subida de precios por encima de los diez puntos, pero creo que en un año los precios tenderán a moderarse, aunque depende de la guerra en Ucrania, de las políticas anticovid de China y de que se recompongan las cadenas de suministro globales.

¿Le ve un final a la guerra en Ucrania?

No es solo la guerra, sino que las expectativas son importantes. Y con un exceso de pesimismo podemos afectar mucho a la inversión, que es un factor fundamental. Hacen falta mensajes menos derrotistas porque no es verdad con un 4% de crecimiento vayamos a entrar en recesión y porque los datos de empleo, con un crecimiento que no habíamos tenido en años, no son para ponernos catastrofistas. Son peores si miramos al exterior. Alemania por su excesiva dependencia del gas, tiene un escenario más problemático.

Además, los indicadores apuntan a que la inflación en Estados Unidos está empezando a frenarse. Hay algunos economistas que ya hacen llamadas a la Reserva Federal para que no se exceda en los tipos de interés porque podría generar una depresión que no tiene por qué crearse por la propia dinámica económica. Que se acelere la entrega de los fondos ‘Next Generation’ y no se caiga en contradicciones en las políticas fiscales que se están adoptando es básico.

Saldremos todos más empobrecidos, ¿no?

Lo que nos ha ocurrido es que una parte importante de nuestro consumo, fundamentalmente de energía, se lo tenemos que pagar a otro externo. Sale fuera y eso supone una pérdida de renta importante. Cómo conseguimos que se pare pronto y se redistribuye esa pérdida entre la sociedad es lo fundamental. Mientras tanto, hay una pérdida clara de renta para los que están sujetos a un salario fijo y tienen dificultades para subirlo y también para los autónomos, como los de la construcción, que están en un mercado muy competitivo a los que se les disparan los costes ya penas tienen capacidad de trasladarlo a precios. De cualquier forma, la política de rentas es cosa del Gobierno y puede intervenir.

¿Qué opina del impuesto a las energéticas?

Es razonable el impuesto a beneficios extraordinarios a las empresas energéticas y si es transitorio permitiría redistribuir algo la renta. Al ser un sector cuasi monopolístico, las empresas lo podrían intentar trasladar al consumidor, pero para eso está la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia que podría detectarlo. Los impuestos no es necesario pactarlos. El Gobierno tiene la responsabilidad de la política fiscal y si el Parlamento está de acuerdo puede utilizar esos recursos adicionales para caminar en la senda de la reducción del déficit o compensar a los sectores más vulnerables.

¿Ve posible antes de que termine el año que empresarios y sindicatos alcancen un acuerdo estatal de negociación colectiva?

Lo veo muy difícil. Si en los últimos meses se ha parado toda la negociación colectiva es precisamente por eso. En estas condiciones es complicado llegar a un acuerdo con los sindicatos. Si hablan de un incremento salarial del 8% o el 10% para compensar la inflación, el acuerdo no parece posible. Además, un tirón de los salarios hacia arriba retroalimentaría la inflación y eso no va a ser así. Tampoco se pueden entrar en el juego fácil del beneficio empresarial: algunos sectores se están viendo muy perjudicados como la industria, que tienen un alto consumo de gas, mientras que otros, centrados en la distribución de la energía, se están viendo muy beneficiados. Por eso, repito, es razonable el impuesto a beneficios extraordinarios a las energéticas al ser un factor exógeno lo que genera la inflación.

¿Qué opina de la medida planteada por la ministra Yolanda Díaz de limitar el precio de algunos alimentos básicos?

Parece difícil de aplicar en un mercado libre y se estaría actuando sobre una parte muy pequeña del Índice de Precios al Consumo (IPC). Veo mejor lo que se está haciendo desde la política fiscal.

¿Ve bien la actualización de las pensiones o cree que generará un agujero importante?

No veo razón por la que los pensionistas tengan que ganar menos. Si el Gobierno es capaz de mantener la actualización con el IPC tienen la garantía de que van a cobrar una pensión razonable. Otra cosa es, pero el Gobierno no se atreve, aumentar la edad de jubilación. Lo razonable sería pensar que el avance de la esperanza de vida fuera vinculado al retraso en jubilarse. Vivimos más, pues trabajemos un poquito más. Eso sí podría equilibrar el sistema. 

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