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Julio López Laborda (catedrático): "Se pagan muchos impuestos, pero menos de los que se debería"
El catedrático de Economía Pública de la Universidad de Zaragoza es uno de los expertos que ha trabajado en la próxima reforma fiscal y participa este miércoles en unas jornadas.
Julio López Laborda (Zaragoza, 1959), licenciado y Doctor en Ciencias Económicas y licenciado en Derecho, es uno de los expertos que ha trabajado en el grupo sobre la reforma fiscal del Gobierno. Catedrático de Economía Pública ha desarrollado su carrera en la Universidad de Zaragoza, además de haber estado un curso en la Universidad Autónoma de Madrid y tres como investigador en el Instituto de Estudios Fiscales.
Cuenta que se ha dedicado a la hacienda pública "por casualidad" porque "era la única plaza que se convocaba" cuando terminó la carrera de Economía y quería quedarse en la facultad, aunque confiesa que "había ido un único día a las clases de la asignatura de Régimen Fiscal de la Empresa, que no me gustaba". Por entonces compaginaba los estudios de Economía y Derecho que comenzó a la vez.
Esta tarde explica los ‘Aspectos básicos del Libro Blanco sobre la reforma tributaria’, en la Facultad de Economía de la Universidad de Zaragoza, en un acto organizado por la Asociación de Federalistas de Aragón a las 19.00 en el aula M2. Usted forma parte del grupo de expertos que lo ha elaborado. ¿Puede dar alguna pista de si van a subir los impuestos?
El grupo de expertos solo ha formulado en el Libro Blanco propuestas y recomendaciones de mejora del sistema fiscal. En todo caso, si queremos seguir recibiendo, al menos, los mismos bienes y servicios públicos que hasta ahora, más pronto o más tarde tendremos que pagar más impuestos, porque no es posible cerrar la diferencia que existe actualmente entre gastos e ingresos solo corrigiendo la ineficacia o ineficiencia de los gastos públicos. El Libro Blanco contiene algunas sugerencias sobre cómo podría aumentarse la capacidad recaudatoria del sistema fiscal afectando lo menos posible a la economía y asegurando que no se perjudique, más aún, que se beneficie, a las personas con menos renta.
¿En España se pagan muchos impuestos?
Sí, claro, se pagan muchos impuestos, pero menos de los que deberían pagarse dado el sistema de prestaciones y servicios públicos del que nos hemos querido dotar. Dicho esto, también es cierto que, como algunos no pagan lo que deben, el resto tiene que pagar más, por lo que tenemos que ser muy exigentes en la lucha contra el fraude. Además, hay que seguir evaluando el gasto público y actuar sobre el ineficiente o ineficaz.
¿Se pueden bajar impuestos y mantener el estado de bienestar?
No.
¿Paga más la clase media?
El sistema fiscal en su conjunto es ligeramente progresivo, la carga tributaria crece con la renta de los hogares. Esta tendencia solo se rompe para los hogares más ricos, que se caracterizan porque una parte importante de su renta proviene del capital, que soporta una tributación menor. No obstante, si se integra el efecto de los impuestos que pagan los hogares y las prestaciones que reciben (pensiones, desempleo, sanidad, educación), la intervención pública reduce en más de un tercio la desigualdad en la distribución de la renta de los hogares. El 60% de los hogares con menor renta recibe más prestaciones que los impuestos que paga: son beneficiarios netos; el restante 40% son contribuyentes netos.
¿Pueden recuperar los contribuyentes el sobrecoste en impuestos por la inflación en máximos?
En el contexto presupuestario español, con un déficit estructural elevado, no es recomendable. Si somos capaces, debemos aprovechar los incrementos recaudatorios para corregir el impacto negativo de la inflación en los hogares más necesitados.
¿El federalismo fiscal que defiende puede agudizar las diferencias entre zonas pobres y ricas, entre el norte y sur o la desventaja de la España vaciada?
Al contrario, el federalismo fiscal es el instrumento más adecuado para integrar la unidad y la diversidad. Bien configurado, hace posible que las diferencias entre territorios, en su renta o sus necesidades, no se traduzcan en diferencias en el acceso a los bienes y servicios públicos.
¿Cómo llegó a la docencia?
Como podrán atestiguar mis pobres hermanos, que la sufrieron en casa, mi vocación docente es muy temprana y acabó fructificando en la Universidad.
¿Hacía de profesor con sus hermanos?
Sí. Desde siempre, con 10 ó 12 años, con los pequeños. Éramos cinco. Reproducíamos un colegio hasta con un periódico.
¿Dónde estudió luego?
Vivía en Miguel Servet y fui a Marianistas, que estaban en el Palacio Larrinaga.
¿En el interior del palacio?
No. Había unos edificios detrás.
¿Qué recuerda de la vida universitaria de aquella época y qué diferencias ve con la actual?
No hacía mucha vida universitaria, me dedicaba a estudiar. El ambiente político era más activo. Además, era diferente en la facultad de Económicas, que empezaba (yo soy de la tercera promoción), mientras que la de Derecho tenía muchos años y un programa más consolidado. Aquí se iba haciendo con gente joven.
Dos carreras es mucho, claro, pero tiempo para los amigos tendría...
Sí, pero no tenía contactos dentro de la universidad como los demás porque estaba yendo y viniendo de una facultad a otra. Sí que tenía amigos y mi vida personal.
¿Por qué Economía y Derecho?
Inicié ambas carreras al mismo tiempo. Creo que se debió más a que mis padres me veían capacitado para cursarlas que a una especial inclinación por mi parte. Y se lo agradezco mucho porque, en mi campo de trabajo, esta doble formación me ha sido extraordinariamente útil.
¿Le cuesta entenderse con la generación millennial?
Cada generación de estudiantes tiene sus peculiaridades, pero nunca me ha resultado difícil entenderme con ellos. El objetivo es siempre el mismo: encontrar la manera de ayudarles a obtener la mejor educación posible.
¿Se atreve a hacer previsiones sobre la economía?
No me atrevo. Yo aquí soy socrático: solo sé de lo que sé.
