ENERGÍA

Así es como Europa se ha hecho adicta al gas ruso hasta la guerra de Ucrania

Cronología de una dependencia liderada por Alemania que ha derivado en cortes, precios récord y ralentización en la Unión Europea.

La compañía de gas ruso Gazprom.
La compañía de gas ruso Gazprom.
EP

Al filo de la legalidad. Así es como están operando algunas de las grandes energéticas europeas para mantener el equilibrio entre cumplir las sanciones a Rusia y seguir generando negocio con las importaciones de gas procedente del 'territorio Putin'.

En esa situación se ha movido la Unión Europea durante las últimas semanas después de haberse convertido casi sin darse cuenta en gran dependiente de la energía rusa. Ahora está abocada a buscar nuevos proveedores de gas antes de que llegue el invierno.

Pero ¿cómo se ha llegado a esta situación?

1998/2005: Puertas giratorias alemanas

Ningún político como el excanciller alemán Gerard Schröder ejemplifica el cúmulo de decisiones que han llevado a Alemania, y a toda Europa, a confeccionar el gran cordón umbilical que les une a Rusia. Schröder comenzó a intimar con un recién llegado al Kremlin, Vladímir Putin, en pleno cambio siglo XX al XXI. Aunque, como apunta José María Viñals, director del Máster en Relaciones Internacionales del IEB y socio de Squiere Patton Boggs, "desde la caída del Muro de Berlín, las relaciones entre ambos países han ido evolucionando hacia una progresiva estabilidad y dependencia mutua".

Era la política histórica de Berlín del 'Wandel durch Handel' (cambios a través del comercio, en su traducción literal del alemán): generar negocios con Moscú para apaciguar al gigante ruso. En la retina de muchos políticos alemanes y europeos aún resuenan los aplausos que dedicó todo el Bundestag a Putin. Fue el 25 de septiembre de 2001, dos semanas después del 11-S en EE.UU.

Para Gonzalo Escribano, director del Programa Energía y Clima del Real Instituto Elcano, "la sobredependencia con Rusia es un error" tal y como demuestra ahora la realidad.

Tras perder las elecciones de 2005 frente a Angela Merkel, Schröder dejó ancladas las bases para la construcción del Nord Stream 1, el primer gasoducto que transportaba gas directamente de Rusia a Alemania por el Mar Báltico, sin tener que atravesar Ucrania o Polonia. Apenas tres semanas después de abandonar la cancillería, Schröder protagonizó el primer gran caso de puerta giratoria en Europa al ser designado presidente de la junta de accionistas de Nord Stream, el consorcio que iba a construir y operar el gasoducto que él mismo había aprobado.

Después se sumó al consejo de la petrolera rusa Rosneft. Y más tarde participó en el órgano ejecutivo de la firma que iba a desarrollar el Nord Stream II, el gasoducto paralelo que ampliaba la capacidad, y la dependencia, entre ambos países. El movimiento convenía a su país: la industria alemana se garantizaba gas, y muy barato. Pero ya iba dejando al resto de Europa a los pies de los caballos.

2005/2011: Putin maneja el grifo

El gran temor que se ha instalado entre los europeos desde que comenzó la guerra en Ucrania es que Rusia decida hacer un simple gesto que podría paralizar toda la economía: cerrar el grifo del gas. Puede hacerlo, a costa de dejar de recibir los más de 63.000 millones de euros que percibió en los dos primeros meses de guerra por las exportaciones de esta materia prima.

La amenaza no es actual. Viene de lejos. Desde el pasado verano. Desde hace casi un año, los europeos se han percatado de esta realidad. De esta dependencia casi con tintes adictivos. A día de hoy, las reservas energéticas de la UE se encuentran en unos niveles del 32%, según Gas Infrastructure Europe.

Alemania creía que las tenía garantizadas mientras Muscú ha ido moviéndose para irlas disminuyendo. Ese 32% es una cifra "muy alejada del objetivo del 80% que garantiza la independencia energética de la Unión", indica José María Viñals. Ese es, de hecho, el motivo por el que la Comisión ha puesto en marcha diversos planes de contingencia para buscar fuentes de suministro alternativas. Pero esta realidad se viene repitiendo desde hace años: Rusia ha empleado tácticas para ir reduciendo el suministro. Y lo ha hecho a base de interrupciones inesperadas, incendios esporádicos, depósitos desabastecidos repentinos...

2011/2021: El cordón del Nord Stream

El gasoducto Nord Stream es el gran punto de conexión que tantos quebraderos de cabeza ha provocado en los últimos años en la relación entre Alemania, la UE, la propia Rusia... Y hasta EE UU. Por ahora, el canciller actual, Olaf Scholz, ha decidido paralizar la última parte del proyecto. La cuestión es de tal calibre que hasta llegó a colarse en las discusiones sobre las sanciones a Moscú.

Para Washington, el hecho de que Rusia pudiera acceder directamente a territorio alemán en mayor proporción nunca fue bien visto. El gasoducto paralelo esquiva el paso por Ucrania, tradicional país de tránsito del gas. Con él, Kiev no solo pierde ingresos; también se vuelve más vulnerable frente a Moscú.

El presidente ucraniano, Zelenski, rechazó recibir la visita en Kiev de su homólogo alemán, Frank-Walter Steinmeier, por sus vínculos con el Nord Stream.

Febrero de 2022: De bruces con la realidad: el corte del gas

El inicio de la guerra en Ucrania ha puesto todas las cartas de la baraja boca arriba. Desde el momento en el que comenzó la invasión, los precios del gas en los mercados internacionales se dispararon. El récord llegó el 7 de marzo.

Aunque en un principio Alemania mantuvo la tibieza, finalmente Scholz puso fin a años del 'Wandel durch Handel': nacionalizó la filial alemana de Gazprom para asegurar el suministro de gas. A la vista de los acontecimientos (Finlandia, Polonia y Bulgaria han sufrido ya los cortes) Alemania ha comenzado a llenar la enorme instalación de almacenamiento de gas de Rehden. Siempre creyó tener garantizado el gas.

Nada más lejos de la realidad tras meses de recortes por parte de Moscú.

Marzo-mayo de 2022: Rusia casi ni se inmuta

A pesar de las sanciones, Rusia no lo está pasando tan mal como se preveía. Es verdad que su inflación superó el 17% en marzo o que su PIB puede caer más de un 8% este año. José María Viñals destaca también "el cierre de múltiples industrias, especialmente automovilísticas, aunque esté alejado del efecto esperado". Pero Putin se está moviendo hacia China, donde busca el apoyo de su mayor socio comercial para protegerse de la lluvia de sanciones.

También lo ha hecho en Turquía, con importantes lazos; o India, donde va a exportar una buena parte del gas que Europa ya no va a recibir. Incluso con Argelia.

2022 en adelante: El futuro energético de Europa sin Rusia

Tras años de dependencia, Europa ha comenzado a moverse. Gonzalo Escribano, del Real Instituto Elcano, apunta que «no puede descartarse el racionamiento» de energía el próximo invierno. «Va a haber países que lo van a pasar muy mal». Considera que si no tienen regasificadoras con las que recibir gas vía metaneros y si hay cortes del gasoducto ruso, "esa situación no se arregla en unos pocos meses".

Pero Europa se enfrenta a un dilema: cumplir con los objetivos climáticos y garantizar el suministro. En la Alemania del no a las nucleares ya han reactivado algunas centrales de carbón.

La llegada de gas a través de buques se ha convertido en una cuestión primordial. Pero solo países como España, con el 25% de las regasificadoras de la UE, puede respirar un poco más tranquila.

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