economía

La apuesta por el residuo cero

Reciclar es solo una parte. Sacar valor de lo que acaba en el vertedero es el desafío de la economía circular, cada vez más presente en la agenda de gobiernos y empresas, pero con mucho camino todavía por recorrer.

El consultor y experto en Economía Circular Nicola Cerantola, en el CEEI Aragón (Zaragoza) y el profesor José Alfonso Aranda, de la Facultad de Economía y Empresa, en el Paraninfo.
El consultor y experto en Economía Circular Nicola Cerantola, en el CEEI Aragón (Zaragoza) y el profesor José Alfonso Aranda, de la Facultad de Economía y Empresa, en el Paraninfo.
Heraldo

Avanza pero despacio. «La economía circular está empezando a entrar en la agenda de los directivos. Se nota más interés en los últimos años por minimizar los residuos que generamos, pero sigue habiendo mucho margen para actuar», advierte Nicola Cerantola, director académico del programa formativo de especialización en Economía Circular que impulsa el Departamento de Economía de la DGA en colaboración con la Escuela de Organización Industrial (EOI), dirigido a profesionales de las empresas. «Faltan indicadores para medir qué grado de circularidad tiene la economía española. Yo diría que está en la media, aunque hay otros países que van por delante como Finlandia, Holanda, Francia, que acaba de aprobar su ley contra el desperdicio, o el norte de Italia, donde el nivel de reciclaje es altísimo».

Según el informe 2019 de la Fundación Cotec, España está todavía muy lejos del objetivo del 10% en tratamiento de residuos marcado por la Comisión Europea para 2030. «Los que acaban en vertedero representan el 54% del volumen total (el resto se reparte entre incineración, reciclado y compostaje), más del doble de la media de la UE que está en el 24%). «Queda mucho por hacer para convertir esta amenaza en oportunidad», señala por su parte José Alfonso Aranda, profesor del área de Economía Financiera y Contabilidad de la Facultad de Economía y Empresa. «Empresas e industrias están muy por la labor de hacer cosas para minimizar la generación de residuos, pero el tractor de todo esto ha de ser el consumo. Son los consumidores los que tienen que exigir a las empresas que hagan productos respetuosos con el medio ambiente, ecosostenibles». En este sentido, recuerda lo que costó popularizar el papel reciclado. «Al principio a casi nadie le gustaba y ahora es el blanco el que tiene menor demanda». Es esta la evolución que tiene que darse en todo lo que consumimos, añade. «Un diseño adecuado permite un posterior reciclado sencillo y rentable», apunta.

«El impulso a la innovación y el ecodiseño es fundamental», asegura Cerantola. «Tiene que incorporarse a todos los productos que nos rodean, ya sean edificios, juguetes, vehículos, ropa, hoteles. Todo ha de introducir diseño ecológico y criterios ambientales, pero no se está haciendo salvo en casos muy concretos como en los envases o algunos aparatos electrónicos», señala. Sin embargo, según este experto, «en la mayoría de productos que utilizamos aún no está ni siquiera pensado». Por eso, incide, «la educación y formación es clave para dotar a profesionales y empresas de esos conocimientos y visiones de cómo esto tiene que cambiar». Y es preciso, dice, hacerlo desde la escuela primaria, fomentando una nueva educación ambiental que «no hable solo de separar residuos, lo más banal, sino que construya un pensamiento más critico centrado en que el residuo se tiene que eliminar y convertir en valor».

«En Aragón, grandes empresas como Saica o Grupo Jorge, entre otras, ya lo están haciendo» reconoce Aranda. «Y también hay más pequeñas y medianas empresas que están viendo que apostar por la economía circular no es un coste sino un ahorro», agrega. Partidario de allanar sobre todo a las pymes este camino, insta a «aportarles el asesoramiento necesario para la medición e implementación de acciones de circularidad en sus procesos, productos o servicios». Además, demanda más regulación, acceso a financiación, una fiscalidad adecuada y la ejemplaridad por parte de la Administración. En este punto, recuerda, está pendiente de resolverse la convocatoria de ayudas a la innovación en economía circular de 4 millones del Gobierno de Aragón, a la que se han presentado 36 solicitudes de proyectos (20 procedentes de pymes y 16 de grandes empresas), que suponen una inversión total de 33,2 millones y la creación de 113 puestos de trabajo, 55 de ellos dirigidos a mujeres. «En esos 36 proyectos están implicados 68 agentes diferentes ya que la convocatoria fomenta la colaboración entre empresas y con institutos de investigación», apuntan desde el departamento que dirige la consejera Marta Gastón, que en breve publicará una orden para la puesta en marcha del sello ‘Aragón Circular’, que permitirá reconocer a las compañías y a los municipios que se impliquen en promocionar este modelo de economía que busca reducir al mínimo la generación de residuos.

Sergio Atarés, director de Planificación Estratégica de Térvalis.
 
TÉRVALIS: «Los procesos de economía circular son nuestro ADN»

Los procesos de economía circular y el aprovechamiento de todo residuo que puede tener algún valor es la seña de identidad de Fertinagro. Integrado en el grupo Térvalis, «nacimos ya haciendo esto», reconoce Sergio Atarés, director de Planificación Estratégica. «Crecimos con este ADN, observando lo que había en nuestro entorno, a lo que no se daba valor y ahora, cada año invertimos unos 5 millones en I+D . Tenemos más de 40 patentes a nivel mundial en lo que es recuperación de materiales inorgánicos u orgánicos con valor fertilizante», explica, una tecnología que desarrollan sobre todo en las plantas de Teruel, Sarrión, Huelva, Utrillas y Escucha . Ahora, destaca, están tratando de aplicar esta tecnología a proyectos industriales con el fin de poder recuperar micronutrientes procedentes de empresas metalúrgicas para utilizarlo como fertilizante. De hecho, el plan estratégico de Térvalis contempla una inversión de 200 millones hasta 2030 para seguir investigando «Aprovechamos también las cenizas, escorias de minería o de altos hornos, carbonatos potásicos o fosfatos cálcicos de otras industrias, aquello a lo que ellos no pueden sacarles valor, para nuestros productos de tal forma que en Térvalis el 40% de los recursos proceden de materiales reciclados con el objetivo de que sea el 70% en 2030», si bien, precisa, en lo que es «el fertilizante orgánico el 80% ya procede de reutilización de estiércoles y subproductos alimentarios». Fertinagro es capaz, añade, de usar el gluten de los alimentos que no lo llevan o subproductos de la industria cárnica para dotar de mayor salud los suelos. A través de procesos biotecnológicos, que no químicos, Fertinagro emplea biochares y otras fuentes de carbono de origen renovable para dar materia orgánica a los suelos.

Fernando Ucelay con parte del equipo de Querqus.
 
QUERQUS: «Nuestro empeño es que no quede nada de la madera sin usar»

«Las empresas tenemos que ser ejemplares en nuestros procesos para la conservación del planeta», advierte Fernando Ucelay, director general de Querqus, empresa de palés integrada en un grupo especializado en el reciclaje de madera, recuperación, fabricación y distribución de envases y embalajes, que acaba de ser galardonada con el premio Lean&Green de la asociación Aecop. La ceremonia de entrega será el 16 de noviembre. «Hemos sustituido cuatro carretillas de gasoil por eléctricas, cambiado a leds toda la iluminación, reducido los cinco contenedores de residuos a tres para generar aún menos, reconvertimos palés fuera de medida en astilla para pellets o tableros de aglomerados y trabajamos también en reducir las emisiones», explica Alberto Isern, responsable de Calidad y Producción en Querqus, que explica así los motivos que les han hecho merecedores de este galardón. «Con la perspectiva de llegar al residuo cero acabamos de comprar una trituradora o astilladora nueva para que no se pierda nada », explica Ucelay, y el residuo lo venden a madereros o empresas como Kronospan, fabricante de muebles de madera en Burgos. Con 75 personas en Querqus que pronto serán cinco más para poner en marcha el segundo turno, Ucelay asegura que tienen una fuerte demanda de palés. «Los recogemos a las empresas para reparárselos, también hacemos palés a medida y damos el servicio de reparación», asegura Isern. Desde 2019 cuentan con su propio aserradero en Sabiñánigo, cerrando así el circuito de la vida del palé. «El negocio en sí mismo es economía circular», destaca Ucelay, ya que traen la madera, se corta, se procesa y se comercializa el palé, que después se tritura, y de nuevo se aprovecha la astilla y el serrín y vuelta a empezar.

Luzía Botella, en las instalaciones de Felltwood en el CEEI.
 
FELTWOOD: «Damos valor al residuo vegetal. El reto es industrializarnos»

En lanzar al mercado bandejas para alimentos con barrera antihumedad, que sustituyan a las de poliespan, hechas al 100% con fibras vegetales a partir de residuos agrícolas, así como cubiertos desechables del mismo tipo son dos de los proyectos en los que trabaja la ‘start up’ Feltwood desde las instalaciones del CEEIAragón. «El año pasado obtuvimos una ayuda europea del fondo privado Eit Food, lo que nos ha permitido montar una planta demostrativa con laboratorio y equipos de medición para hablar ya no de gramos sino de kilos de residuos del que sacamos el material ‘feltwood raw’, una especie de granza, para nuestros productos», explica Luzía Botella, responsable de desarrollo de negocio. «Lo fundó Arantxa Yáñez en 2016. Estaba sola al principio, pero ahora somos ya 12 personas en el equipo. Cerramos en marzo una ronda de financiación y al próximo acometeremos otra», señala esta ingenieria química, al reconocer que les harán falta aún cerca de años para lanzar industrialmente sus productos.
En proceso de obtener las patentes, siguen trabajando en la revalorización del residuo de origen vegetal o procedente de subproductos de la industria agroalimentaria que van en su mayoría a vertedero o que no se destinan a la alimentación animal. «Muchas empresas no saben qué hacer con ellos y pagan por la gestión del residuo», precisa Luzía Botella. Feltwood, que está en el programa de aceleración de ‘start up’ Stora Enso, participa también en la iniciativa Agrocirc para dar una segunda vida a restos generados en el cultivo agrario y ayudar a generar más economía circular. Asimismo, investigan sobre cómo aprovechar un líquido de proceso, que por su carga orgánica podría servir para estimular el crecimiento de las plantas.

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