Fabricantes a la carta de torres eólicas

Trabajar con mercados internacionales, diversificar y no dejar de invertir le ha permitido a Estudener un crecimiento sostenido

Víctor Orozco,director general de Estudener, en las instalaciones de la fábrica en Villanueva de Gállego.
Víctor Orozco,director general de Estudener, en las instalaciones de la fábrica en Villanueva de Gállego.
Francisco Jiménez

Lo que empezó hace 17 años siendo una ingeniería de apenas dos personas que recalculaban las torres estándar para parques eólicos que hacían otros fabricantes se ha convertido, gracias al despegue de las renovables, en una empresa con más de 30 trabajadores. El empresario Lorenzo Domínguez recuerda como la puso en marcha con capital propio y los 17.000 euros que le dejo su padre ya jubilado. «Fue emprendimiento puro y duro. No encontrábamos lo que necesitaba el mercado y empezamos a coger ideas de fuera y a hacerlo nosotros», dice.

Los comienzos de Estudener fueron en una nave de 400 metros cuadrados que pronto se les quedó pequeña y en la actualidad ocupan unas instalaciones de 3.000 en el polígono de Villanueva de Gállego, que de nuevo está pensando en volver a ampliar. «Habrá que coger otra nave porque hay mucho robot, máquinas de láser o la propia cabina de pintura que no podemos mover», explica Víctor Orozco, director general de la fábrica. Trabajan a dos turnos, pero tienen capacidad para tres. Entre sus clientes están grandes eléctricas como Endesa, petroleras como Repsol u otros operadores como EDPR, del Grupo Energías de Portugal, que están desarrollando muchos proyectos de energías renovables.

«Ahora mismo estamos participando en uno de los parques eólicos más grandes de Endesa, el del Tico Wind, en la localidad zaragozana de Villar de los Navarros, al que se han suministrado nuestras torres», destaca Orozco. Al trabajar con instaladores, en muchas ocasiones, desconoce el destino final del producto que fabrica, si bien, según precisa Domínguez, de la facturación de 4 millones de 2020, el 70% fue para mercados fuera de España. «El 80% de lo que producimos son torres para el sector eólico y el 20% para el agrícola en el que hacemos sobre todo cazos para el grano o pinzas de hierro para las balas de paja. Nuestro cliente es Riman, uno de los proveedores más grandes de accesorios agrícolas de Francia», destaca, al recordar que tradicionalmente han trabajado más para la exportación y mercados europeos como el francés, más estables, que para el español que registra muchos picos.

«El año pasado se mandaron torres nuestras a Vietnam, a la República Dominicana, y hemos trabajado con Arabia Saudí, Omán, Marruecos, México, Brasil, centrándonos en parques eólicos» subraya Orozco, que recuerda , hacen dos tipos de torres: «las temporales, que llevan una instrumentación de sensores eólicos para estudiar el recurso, es decir, qué cantidad de viento hay, realizar el ensayo de la curva de potencia, y ver si es rentable construir el parque eólico; y tras esas comprobaciones, se realizan también las torres definitivas o autosoportadas».

Estos últimos años se están fabricando más para España, precisa Domínguez, pero «es puramente coyuntural: hubo un parón en las energías renovables de 2011 a 2018 y llevamos dos años que se ha reactivado, pero nuestra vocación es el mercado internacional». Lo que diferencia a Estudener de otros fabricantes, según su fundador, es el servicio técnico y la ingeniería. «Hacemos un producto a medida de cada emplazamiento optimizando costes». Sobre si la pandemia les afectó mucho, reconoce que no porque «cruzaron mercados, si los proyectos eólicos se paraban, hacíamos más para el sector agrícola y al revés. Se fueron solapando mercados para no detener la actividad» y este año esperan registrar un crecimiento del 20%.

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