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Materia gris universitaria para impulsar la candidatura a la fábrica de baterías

El grupo GEPM de la Universidad de Zaragoza lleva más de 15 años con desarrollos en la industria de la automoción.

Un investigador del Grupo de Electrónica de Potencia y Microelectrónica de la Universidad.
Un investigador del Grupo de Electrónica de Potencia y Microelectrónica de la Universidad.
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Lear Corporation, Valeo Térmico, Mitsubishi, Opel, Denso, Toyota, Grupo Antonín... Todos ellos nombres propios muy reconocidos en la industria de la automoción y, en particular, para los investigadores del Grupo de Electrónica de Potencia y Microelectrónica (GEPM) de la Universidad de Zaragoza, que han trabajado con esas compañías en proyectos vinculados a las baterías o a la movilidad eléctrica. Los miembros de este grupo llevan más de 15 años desarrollando convertidores de potencia para el control de máquinas eléctricas o de sistemas para la automoción, un valor que puede ser muy bien aprovechado en el futuro escenario de movilidad con baterías que nos espera.

Desde que el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, se empeñó en hacer ruido para defender la candidatura de Zaragoza a hacerse con una fábrica de baterías para vehículos eléctricos se han expuesto como principales argumentos la existencia de una industria del automóvil muy potente, con la factoría de Opel (Stellantis) en Figueruelas como motor principal –primera en España en ensamblar un coche 100% eléctrico, el Corsa– y la localización estratégica de la capital aragonesa, que en 300 kilómetros a la redonda concentra la producción del 80% de los vehículos que se fabrican en España. Menos se ha hablado de esa materia gris que tenemos en la Universidad de Zaragoza, si bien su voz se dejó oír en la jornada ‘Movilidad en el centro de desarrollo’, celebrada la semana pasada en la Sala de la Corona del edificio Pignatelli, sede de la DGA, e impulsada personalmente por Lambán para demostrar fortaleza en la carrera por hacerse con una fábrica que la ministra de Industria, Reyes Maroto, anunció que se impulsará con el concurso de Volkswagen, Seat e Iberdrola, pero que está abierta a otros socios.

Gloria Cuenca, vicerrectora de Transferencia e Innovación Tecnológica de la Universidad de Zaragoza, puso en valor en ese evento la experiencia previa que en vehículo eléctrico tiene el GEMP. Citó el desarrollo de un cargador OBC para Lear Corporation, fabricante de componentes para automóviles con el que se han sacado nueve patentes. También mencionó un proyecto relacionado con el ciclo de las baterías realizado con Valeo Térmico, la colaboración en el desarrollo de celdas y el estudio de vida útil con Mitsubishi y el análisis de arquitecturas DC/DC con Denso y Toyota, entre otros más.

Cuenca recalcó que, con 20 años de experiencia en electrónica de potencia y mecatrónica, el GEMP conoce bien las tecnologías habilitadoras del vehículo eléctrico. Asimismo, llamó la atención sobre las más de 16 patentes internacionales en técnicas de conversión de potencia para el vehículo eléctrico y sus baterías impulsadas desde aquí.

La vicerrectora reseñó también la existencia en Zaragoza de un grupo de investigación como Gathers, que «trabaja tecnológicamente en la incorporación y diseño de nuevos materiales que pueden incorporarse a una nueva generación de baterías más baratas y más fácilmente reciclables sin menoscabo de la duración y prestaciones en la vida útil de las mismas». En ese sentido reconoció que en Aragón no tenemos litio, lo que nos distancia de Extremadura, que al contar con minas que producen ese material podrá tener la primera fábrica de baterías del sur de Europa, tal y como anunció el pasado miércoles la empresa Phi4tech, al informar de una iniciativa de 400 millones de euros de inversión que se materializará en Badajoz. En su alocución en el Pignatelli Gloria Cuenca dijo que Aragón, en cambio, tiene cobalto, azufre, carbón, hierro y otros materiales que en el futuro pueden ser utilizados también para desarrollos vinculados a la movilidad eléctrica.

Ángel Fernández Cuello, catedrático de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA) de la Universidad de Zaragoza, que fue cuatro años director gerente del Instituto Tecnológico de Aragón (Itainnova) –entre 2015 y 2019– y antes director de Investigación en el centro tecnológico Aitiip, valora mucho la transferencia universitaria a las empresas. Por ello destaca la pericia del grupo GEPM, adquirida en colaboraciones como la mantenida con el Masachusetts Institute of Technology (MIT), con fabricantes de semiconductores como la firma alemana Infineon o su papel en la creación de la ‘spin off’ Epic Power, impulsada por la ingeniera zaragozana Pilar Molina.

En el ámbito de la vida de las baterías y la inteligencia artificial este grupo de la Universidad de Zaragoza cuenta con un presupuesto vivo de más de 2 millones de euros, mayoritariamente provenientes de las aportaciones de empresas colaboradoras, un dato que Fernández considera más que reseñable y que demuestra el potencial de estos investigadores aragoneses.

Uno de esos proyectos que está hoy en marcha se desarrolla con Atlas Copco, fabricante de grupos electrógenos con una planta en Muel. Según explica José María Santa Bárbara, la empresa está trabajando con investigadores de la Universidad de Zaragoza para desarrollar algoritmos que permitan analizar cómo se van a comportar las baterías a lo largo de su vida útil. «La tecnología avanza más rápido que el desarrollo de los productos y cuando estos salen ya están obsoletos, por eso hay que intentar que las pruebas de validación sean lo suficientemente rápidas», apunta al hilo de un proyecto iniciado en 2020 y que debe concluir a finales del presente año.  

El INMA, otro actor relevante

En el ámbito de las baterías también trabaja en Zaragoza el Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INMA), que recientemente informó de un nuevo proyecto puesto en marcha con Exide Technologies, multinacional con la que trabaja desde hace tiempo.

El INMA, surgido de la unión del Instituto de Ciencia de Materiales (ICMA) y del Instituto de Nanotecnología (INA) y presentado la semana pasada en sociedad, lidera un proyecto internacional de investigación que persigue la mejora de la vida útil de las baterías. Se trata de una iniciativa impulsada por el Consortium for Battery Innovation (CBI) que durará dos años y cuenta con un presupuesto de 350.000 dólares (unos 293.910 euros).

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